Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

sábado, 6 de junio de 2015

Once años después IV

Después de disfrutar un poco de la vista, la Rue Bourbon brillaba con vida y colores, pensó en continuar con su investigación. Pero el cansancio del viaje y el escenario que entonces tenía frente a sus ojos, le llamaba poderosamente la atención: de los balcones pendían banderas multicolores simbolizando la armonía y la diversidad de todas las personas, los estandartes de la cultura gay y sus orgullosos embajadores: muchachos con cuerpos de ensueño, esculpidos probablemente por ángeles, tomados de sus manos en plena calle, sin camisetas o con playeras seductoras que dejaban poco a la imaginación.
Justin disfrutaba pasar horas y horas sentado en el balcón, mientras veía pasar a las personas allá abajo. Soñaba con el día en que Mark pudiera estar ahí con él, y en esa ocasión recordó la promesa que se hicieron de verse para el Acción de Gracias. Mark lo iba a visitar y recordarlo le dibujó una hermosa sonrisa en su rostro.
Cuando regresó al interior de la habitación, se quitó la bermuda que traía y la playera blanca. El cálido ambiente de la habitación resultaba agradable, pero tenía su cuerpo demasiado acalorado y cubierto de sudor, así que prefirió sentarse justo en el camino de una corriente de aire. Experimentó una sensación relajante y placentera; sentado en la silla de su escritorio, encendió su laptop recibió las caricias de la brisa cálida que entraba por la ventana.
De las bolsas que había traído de la gasolinera, tomó una cerveza y comenzó a beber, se recordó que debía comprar comida nuevamente, cuando dejó las demás latas en el refrigerador casi vacío.
Como si no hubieran hablado y mensajeado todo el camino, Mark de nuevo envió mensajes al celular de Justin y aquella sonrisa se intensificó.
Mientras tanto, Justin entró a una página que había descubierto hacía unos cuantos días y que no había tenido la oportunidad de revisarla íntegramente. La obsesión que Justin sentía hacia el mundo vampírico, para muchos no tenía sentido; sin embargo, en su mente permanecía un recuerdo sumamente vago de algo que había sucedido, hacía unos diez u once años, pero no estaba completamente seguro qué era.
Recordaba que una noche se encontraba dormido en una habitación, en la casa de Amy, de pronto sintió mucho frío en su cuello, como si una mano de hielo lo intentara ahorcar. Pero después, inmediatamente después, sintió un intenso calor. Se despertó agitado e intentó ponerse de pie, pero estaba sumamente débil.
Caminó hasta el espejo, encendió una pequeña lámpara y vio dos puntos de color rojo, como lunares en su cuello. Picaduras de mosquito, pensó. Nunca comentó nada al respecto, a nadie, ni siquiera a Jordan quien estaba sentado en el pasillo de la casa, solo, cuando salió de su habitación aquella noche.
Mark intentaba seguirle la corriente, la verdad es que le encantaba esa loca obsesión de su novio. No intentó comprenderlo, sino que se deleitaba con la manera en que Justin abordaba el tema. Incluso, al entender que Justin no dejaría el tema en paz, lo quiso complacer con aventuras y juegos en el que él mordía su cuello, lo besaba apasionadamente, al pretender alimentarse de su sangre. Era divertido, aunque, de pronto, en realidad se preocupaba por la obsesión de Justin.
Mientras ambos conversaban, Justin sintió de nuevo una corriente de aire helado que abrazaba su torso desnudo. Entonces escuchó un pequeño ruido en el balcón. Se puso alerta y volteó hacia fuera, pero comprendió que el ruido provenía del bullicio de la multitud debajo de sus pies.
Intentó relajarse y continuar leyendo, pero el sentimiento de ser observado no desaparecía de su mente, y la sensación de fuego dentro de sus pulmones tampoco. Fue entonces cuando se puso de pie, sin contestar el último mensaje de Mark.
―Me alegro volver a encontrarte, Justin ―la voz del hombre que estaba en el balcón era una voz sumamente seductora, del tipo que le gustaba escuchar a Justin—, me alegro mucho realmente.
Justin sintió miedo, pero se tranquilizó después de un momento, no entendió el motivo.

La figura de aquel hombre estaba envuelta en sombras, pero podía decir que era alto, delgado y se observaba que traía su cabello largo hasta los hombros. La postura del hombre resultó bastante confiada, estaba recargado contra el barandal de fierro forjado.

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