Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Entre Navidad, cumpleaños y un hijo...

Justamente el día de hoy he terminado de publicar la historia The Wolve's Howl y, esperando que haya sido de su agrado, quiero agradecer a Thadeus por su increible apoyo. Por tu entuciasta regalo de navidad que tiene que ver con esta historia y tu siempre inspiradoras pláticas por teléfono o en persona.

La inspiración de todo artista es de diversa naturaleza en cada uno, en mi caso, particularmente, agradezco a alguna presencia divina, destino de la vida, o a la Fuerza que te haya puesto en mi camino. Eres mi inspiración y mi dedicación. Esta historia nació por intereses comunes y por pensamientos similares entre tu y yo. Te agradezco que estes a mi lado y, hoy precisamente, te agradezco por el mejor regalo que alguien puede pedir... una vida a tu lado.

De corazón, sabes que en ciertas ocasiones hemos tenido nuestros encuentros, sin embargo cual cuento de hadas o película de Disney el bien triunfa...

Basta ya de cursilerías y discursos mal preparados (como el que me acabo de aventar) solo te quiero agradecer por todo lo que has hecho por mí y por estar a mi lado, sosteniendo mi mano.
Te amo y es lo que importa... GRACIAS POR NUESTRO HIJOOOOOOOOOOOOOO! de plano manchaste con ese regalo!

Gracias a mis amigos y a aquellos extraños que llegue a interesarle esta historia, a los que no... pues se la pierden!

Feliz año nuevo a todos! (happy new year's eve-eve!!!!) y les deseo que la vida los reciba cada día con una sonrisa, como lo hace conmigo.

(THADEUS IO TI AMO! -- THADEUS, JE T'AIME -- THADEUS, GRÁ AGAM DUIT -- THADEUS, TE AMO)

Xander.

The Wolve's Howl XIII

13. Una nueva manada.

Me acerqué a Axel, quien estaba de pie viendo hacia abajo. Volteó a verme y cerró sus ojos, sabía que quería transformarse pero le pedí que no lo hiciera. Me arrodillé frente a él y lo abracé fuertemente. No quería dejarlo ir, no deseaba apartarme de él. Sentía nuevamente su calor en mi piel y en mi corazón. Sabía que se estaba recuperando. Alcancé a sentir los fuertes latidos de su corazón. Cerré mis ojos y acaricié su lomo, jugué con sus orejas, y tiernamente comenzó a lamer las mías. Estaba realmente feliz de tenerlo de nuevo a mi lado, estaba feliz de él estuviera bien. Seguí abrazándolo hasta que con unos movimientos de su cabeza y de sus patas me indicó que aún faltaban ciertas cosas que atender.

Frente a mí, rodeado de Leo y Nahtiash, estaba Tex. Reconocí sus colores inmediatamente. Sin ningún sonido, se transformó y quedó arrodillado. No se levantó, a pesar de mi invitación a que lo hiciera. Decidí entonces, agacharme también yo.

―Tex… sé que no querías que pasara todo esto. Entiendo que estabas siguiendo las órdenes de tu padre como tu Alfa, y que en algún momento deseaste que recobrara el sentido. Sé que llegaste a confiar en que no pasaría a más. También tengo claro que nunca me has deseado cerca de ti, y que nunca me has considerado parte de la manada – los ojos de Tex estaban llenos de lágrimas y de odio.

«A pesar de todo lo que ha sucedido, puedes tomar una decisión. Ellos – dije apuntando a tres lobos que quedaban de los aliados de Dexter – no honran nuestros principios ni llevan en alto la magia que tenemos dentro, cada uno de nosotros. Eres bienvenido a esta manada, si es que así lo deseas. De lo contrario, he de pedirte que no vuelvas nunca a estas tierras. No mientras yo guíe a esta familia»

―Verdaderamente tienes las ideas de Oly firmemente guardadas en tu mente y en tu corazón, Jordan. Sin embargo, aunque no haya obtenido lo que me fue prometido, nunca seré parte de tu familia.

―Eso es algo que yo no puedo cambiar, si es tu decisión.

―Y nunca serás Alfa de esta manada – dijo con un tono serio volteando a verme, por fin, a los ojos.

Eso tampoco puedo cambiarlo, porque no es mi decisión – Leo, Amy, Yagtiah y Axel estaban detrás de mí, cuidando mi espalda. Los cuatro lobos estaban en un arco a mí alrededor, majestuosamente de pie, cuidando su territorio y al Alfa de su manada. Tex se dio cuenta de esto e hizo una mueca, como si fuera un intento de sonrisa.

―Entonces hemos llegado a donde me temía – Tex se puso de pie y yo hice lo mismo. Los lobos detrás de mí se pusieron algo tensos, pero mantuvieron su postura. Tex comenzó a caminar hacia atrás sin apartar su mirada de mis ojos – solo una pregunta gran Alfa… ¿Cómo es que planeas mantener viva esta manada si estas enamorado de tu Guardián?

Después de lanzar su veneno, Tex se retiró por el sendero que seguía al norte del lago. Los tres lobos corrieron tras él, fue entonces cuando sentí las miradas de todos los que estaban presentes. Algunas, como la de Nicolai y su gente, eran de comprensión y apoyo; otras como las de Leo y Amy eran de confusión y sorpresa.

Axel estaba acostado en la cama de nuestra habitación. Hacía ya mucho tiempo que no entraba ahí. El ambiente fue agradable. Cuando entré, no me sentía tan tenso como me había estado sintiendo en la sala. Cerré la puerta e inconscientemente suspiré profundamente. Estuve caminando por la habitación tratando de descubrir qué iba a hacer en ese momento. ¿Qué sigue? Me preguntaba constantemente. ¿Qué tengo que hacer?

Abajo todos esperaban que algo sucediera. Había peleado por un lugar al que pertenecía, pero no tenía ni idea qué es lo que hace un Alfa. Qué era lo primero que tenía que hacer. ¿Algún discurso? ¿Una fiesta? ¿Qué? Me dejé caer sobre un sillón que teníamos en una esquina, cerré mis ojos y disfruté del silencio. Pero disfruté aún más de la voz adormecida de Axel.

―¿Jordan? – preguntó tallándose los ojos para despertar.

―Aquí estoy amor – me puse de pié y caminé para sentarme enseguida de él. Aunque no era lo que en realidad quería, lo que deseaba era acostarme a su lado y preguntarle ¿qué tenía que hacer? ¿Qué es lo que íbamos a hacer? Pero no me pareció justo abrumarlo con tantas preguntas estúpidas - ¿Cómo te sientes?

Su cabello llegaba hasta su cuello, se veía sumamente atractivo en esa posición. Mis dedos resbalaban libremente por su cabello, me encantaba acariciarlo, tanto a él como a su loup.

―Bien… un, un poco mareado – se acomodó en la cama y se sentó recargándose en la cabecera. Traía una playera puesta, pero sabía que debajo de las cobijas solo traía un delgado bóxer. Me llegó a la mente, la loca idea de saltar sobre él y comenzar a hacer el amor. Quería que me tomara y reclamara su premio en ese justo momento. Estuve a segundos de quitarme la ropa y dejarlo que hiciera de mí lo que mejor le pareciera.

―Todavía estas cansado, guapo. Llevaste a tu lobo al límite, lo obligaste a convertirse. Debes descansar y dejarlo descansar.

―No sabía si estabas bien o no… cuando, cuando salí por la ventana sabía que te había dejado con Nicolai, pero… después, perdí tu conexión, creí que habías-

―Shh. Tranquilo, ya no hablemos de eso… todo pasó, ya todo terminó. Hiciste muy bien tu trabajo. Axel volteó a verme y me deslumbró lo hermosa de su sonrisa, a pesar de las adversas circunstancias.

―Tenía que mantener a salvo a mi Cachorro. Su comentario enterneció hasta lo más profundo de mí ser. Acogió mi corazón y lo envolvió con una calidez deliciosa.

―Y lo hiciste… te debo mi vida Axel. Te debo todo.

―Tú tienes mi corazón, no me debes nada. Pero – guardó silencio por un momento, y en su rostro salió una muestra de tristeza - ¿qué sucede? No… no te siento, no lo siento.

Sentí un dolor en el estómago cuando recordé que mi lobo se había sacrificado por mí, para poder salvarme. No fue lo mismo que le sucedió a Axel. Él estaba en su forma humana cuando lo atacaron, de alguna manera su lobo estaba a salvo dentro de su cuerpo. Pero conmigo fue al revés. El más lastimado había sido el hermoso animal, y dejó a salvo mi figura humana dentro de él. No tenía las palabras para explicárselo, me resultaba sumamente doloroso hablar de eso.

―Hizo… hizo un sacrificio para permitirme vivir.

La respuesta pareció golpear a Axel justo como me había golpeado a mí. Me abrazó fuertemente y me susurró lo siento a mi oído.

―¿Qué sucedió con Tex? – preguntó obviamente tratando de cambiar el tema.

―Dexter le había asegurado que iba a ser el nuevo Alfa. Cuando no cumplió su palabra, Tex no hizo nada para impedir que lo atacáramos por sorpresa. Lo vi caminar alejado de donde estábamos. Solamente estudiaba el momento, observó cuando su padre estaba sobre mí, y… cuando tú lo atacaste.

―Al menos la manada está a salvo, y podremos continuar – retomar, más bien – nuestras vidas. Aunque considero sumamente necesario incrementar la seguridad, y dar algunos programas de entrenamiento ¿no crees?

Al menos su costumbre de decir bromas en tiempos difíciles seguía presente.

―Todos pelearon muy bien… en especial tú, y ahora… necesitas descansar. Iré a prepararte algo de comer. Duerme un poco, quieres – me incliné para besarlo en la frente pero me tomó del cuello por sorpresa y me acercó para besarlo en los labios. El contacto fue fuerte, con urgencia y con deseo. Al final tenía la respiración agitada, pero me sujetaba con fuerza.

―Deseo tenerte.

―Tranquilo Lobo. Todavía estás débil. Descansa un poco y… después tendrás tu premio.

Axel deslizó su mano hacia mi entrepierna y comenzó a masajearme con su tacto firme y constante. Cerré mis ojos y mojé mis labios.

―Deseo tenerlo ya. Y… parece que también tú lo deseas.

―Como no tienes idea. Si él lo quiere… no veo por qué no pueda tenerlo – pensé pero entonces escuché que alguien llamaba a la puerta de la habitación. Amy asomó su rostro y preguntó con discreción si podía pasar.

―Voy por algo de comer – tuve que tranquilizar mi deseo que crecía de una manera evidente.

Intenté tardarme lo necesario en la cocina, mientras Amy hablaba con Axel. Yagtiah estaba ahí haciendo algunos sándwiches. Ese muchacho parecía que leía mi mente.

―¿Hambre? – preguntó ofreciéndome un plato y en la mesa había un vaso de refresco. Por toda la emoción y las cosas que habían sucedido, no me había percatado que tenía demasiada hambre.

―Gracias. Yagtiah… siento que todavía no cuadran las cosas aquí. Como si, no encontrara el lugar en que tengo que acomodar determinadas cuestiones. Todo está demasiado desordenado y siento que todos esperan que comience mi trabajo inmediatamente. Lo único que quiero es saber qué hacer.

―Lo único que necesitas es descansar. Estás exhausto, has estado trabajando mucho, y lograste tantas cosas en estos días que ni siquiera te das cuenta de ello. Debes descansar Jordan. No tuviste una segunda oportunidad para dejarte caer… ¿cierto? Sabes que se lo debes.

Yagtiah tenía razón. La memoria de mi amigo, de mi alma, de mi logo merecía que no me dejara caer. Comprendí entonces que era necesario hacer algunos cambios en esta manada. Tenía que asegurarme de dejar todo en orden, previo a mi partida.

Subí las escaleras y me detuve un momento afuera de la habitación. No quería escuchar lo que estaban hablando Amy y Axel, pero no lo logré evitar.

Lo supe desde hace muchos años hijo. Sabes que no puedes engañar a una madre. Además… no eres tan difícil de leer. Tus ojos hablan por ti. Amy tenía razón, los ojos de Axel eran como dos espejos, como dos estanques que reflejaban la blanca luz de la luna, podías ver todo a través de sus ojos. Yo sé cuánto lo quieres-

―Lo amo, madre.

―Entiendo lo que me dices y también te comprendo, pero… ¿qué es lo que va a suceder Axel? ¿Cómo va a poder guiar a nuestra manada?

―Podremos intentarlo. No quiero dejarlo. No lo voy a hacer.

―Pero necesitará hacer algo con su manada Axel. No es nada sencillo, no digo que no pueda, sino que no va a ser nada sencillo.

Las palabras de Amy me golpearon como agua fría en la cara. Entendí entonces que verdaderamente no iba a ser sencillo, y entonces la solución a todo la tenía frente a mí, más clara que nunca. Tenía que marcharme de esa manada. Después de todo… sin mi lobo, era ridículo que fuera Alfa. Tal vez nadie sabía de esto aún, y no tenían por qué enterarse. Debía actuar rápido.

Bajé a la biblioteca y me encerré en el estudio de Oly. Aún podía percibir el aroma a sangre en el piso. Tomé una de las hojas que estaban esparcidas por el piso y una pluma. Comencé a escribir todo lo que pretendía decirles a cada uno de mi familia.

Cuando llegó el turno de Axel, mis ojos se llenaron de lágrimas y solamente pude escribir dos palabras.

Te amo.

Era mi deseo que alguien capaz continuara guiando a la manada, ya que me encontraba imposibilitado para hacerlo yo. Me interesaba que estuvieran a salvo y creía que Leo era justamente el indicado para hacerlo. Les pedí que recordaran lo que Oly siempre decía: “El Alfa usa la cabeza, no la violencia. No se puede apagar fuego con fuego”

Agradecí infinitamente la importante ayuda de Nicolai y sus acompañantes y les aseguré que siempre encontrarían las puertas abiertas en estas tierras. Estaba seguro que, aunque no fuera yo quien los recibiría, siempre habría un lugar para ellos en esta manada.

Me dirigí especialmente a Yagtiah y entregué las hojas cuando terminé. El chico estaba confundido pero entendió inmediatamente de lo que se trataba.

―Ya no pertenezco aquí Yagtiah. Aunque desee… mi amor por Axel me impide mantener viva esta manada. Estoy seguro que Leo y Amy se encargarán de esto. Además… sin la magia de mi lobo, realmente no me queda mucho que hacer aquí.

―¿Qué pretendes hacer? – preguntó con sorpresa en su rostro.

―Tal vez regresar a Las Vegas. Seguramente encontraré algo ahí… o, bajar por la costa. Siempre he querido aprender a surfear – lo único que pude ofrecerle fue una cálida sonrisa, que él contestó con otra, y le aseguré que todo saldría bien. Me mantendría en contacto solamente con él, para lo que le pedí que se quedara ahí. Querría saber cómo estaban todos, especialmente Axel – por favor… no menciones a dónde me dirijo. Ni les digas en dónde estoy, cuando me ponga en contacto contigo. No quiero causarles más dolor del que ya les he causado.

«Y… por favor Yagtiah – me estaba dirigiendo ya hacia la puerta de la casa – quédate aquí. Ayúdalo, cuídalo por mí»

―Sabes que lo haré… pero no es a mí a quien tienes que mantener tranquilo.

Nos despedimos en la puerta con un fuerte abrazo y comencé a caminar hacia el frente. Bajé por los caminos serpenteantes de la colina y no tardé en encontrarme con la autopista que llevaba directamente a Sacramento. Tomé en cuenta que era la segunda vez que huía de casa. Pero era la primera vez que me iba de mi hogar.

Comencé a caminar por la carretera y cada vez que algún camión de carga o automóvil pasaban a mi lado esperaba que alguien pudiera llevarme a Sacramento. Me había convertido en una persona errante. Sin un destino fijo, sin una meta concreta. Pero mi tristeza más profunda era que no tuve el valor de despedirme de Axel. Me pareció una manera sumamente cobarde de alejarme de él pero era algo que tenía que hacer. No esperaba que lo fuera a comprender pero mi corazón no resistiría decirle adiós. Cada paso que daba era un incremento en el odio que sentía hacia mí mismo por ser tan cobarde.

Caminé hasta que cayó la noche y después seguí caminando. Sentía que había recorrido una distancia enorme, aunque después del viaje que hicimos hasta los terrenos de Nicolai, nada parecía tan grande. Pero en realidad había avanzado unas cuantas millas, solo que lo iba haciendo a un paso sumamente lento. Las luces de los vehículos alumbraban de pronto la autopista y destruían el brillo de la luna sobre el asfalto. Me agradaba sentir el aire que dejaba detrás, algún camión o autobús. Nadie se detenía.

Comencé a creer que caminaría toda la noche hasta llegar a la ciudad. O algún poblado donde pudiera dormir. De pronto las luces de un auto alumbraron la autopista, volteé y el conductor cambió a las altas. Me tuve que cubrir el rostro y fue cuando supe que estaba disminuyendo la velocidad hasta detenerse completamente a mi lado.

La ventana estaba cerrada. No podía ver hacia adentro y nadie se bajaba del vehículo. Sentí entonces que, a mis espaldas, algo se movía. Un lobo color canela salió detrás de un árbol y se puso junto a mí.

―¿Yagtiah? ¿Qué-

No tuve oportunidad de preguntar qué estaba haciendo ahí, cuando del lado del conductor Axel salió del vehículo y caminó para ponerse frente a la luz blanca artificial.

―No puedo creer que después de lo que hice simplemente te fueras. No puedo creer que después de desgarrarme el culo por ti… me dejaras solo. ¿Sabes que me mordieron en el brazo y en las dos piernas, aventé a un psicópata por un acantilado? Prácticamente – comenzó a avanzar hacia donde me encontraba yo, en la seguridad de la oscura noche – tienen que rasurarme toda mi cola para poder curarme la pierna, y aún así… simplemente… ¿te vas?

Axel estaba frente a mí viéndome directamente a los ojos. Mi corazón estaba brincando como loco dentro de mi pecho.

―No… no tenía nada que hacer ahí – dije en voz baja – he perdido a mi lobo y-

―¡PERO NO ME HAS PERDIDO A MI! – Gritó Axel como si estuviera a punto de llorar – No me has perdido a mí Cachorro. Voy a estar a tu lado… si es que me aceptas.

Me lancé sobre él y sentí que hizo una mueca de dolor pero no se movió. Lo abracé fuertemente y comencé a besarlo hasta que lanzó un gemido, al principio lo confundí… después me di cuenta que era de dolor. Me di cuenta que había apretado su brazo vendado.

―¡Lo siento! – le dije haciéndome un poco hacia atrás - ¿te lastimé?

―No puedes lastimarme Cachorro, a menos que sea arañando mi espalda - cuando me guiñó su ojo y me sonrió supe que era con él con quien quería pasar el resto de mis días. Supe que era con él con el que quería despertar todas las mañanas, hacer el amor todas las noches y dormir plácidamente hasta el final de nuestros días

―Vamos… - dijo y extendió su mano para abrir la puerta del auto. Entré y suspiré profundamente. Sentía que todo estaba volviendo a la realidad. Cuando Axel entró por el otro lado y sujetó con una mano el volante, volteé a ver hacia afuera y vi que Yagtiah se preparaba nuevamente para correr.

―No te preocupes, le gusta correr. Además… tal parece que le pediste que no me dejara solo, así que… está cumpliendo su palabra.

―¿A dónde vamos? – pregunté.

―A formar nuestra nueva manada.

Sujeté la mano de Axel con fuerza y sonreí con su tacto. Era cálido, firme. El movimiento del auto no tardó en vencerme y me quedé completamente dormido.

The Wolve's Howl XII

12. El Alba.

Salté al escritorio y vi que Dexter se estaba poniendo de pie. Los dos lobos negros tenían atrapado a Axel quien mostraba un rostro de dolor y terror. Sus ojos dejaron de tener la chispa que siempre habían mostrado y que me encantaba.

Mi primer pensamiento fue en liberarlo, pero Dexter se dirigía hacia mí. No entendía una palabra de lo que me estaba diciendo. Salté sobre él y comencé a gruñir con todas mis fuerzas.

¡MALDITO! ¡MALDITO! ¡MALDITO!

En ese momento estuve a punto de morderle el cuello y dejarlo que se desangrara hasta que muriera, pero necesitaba saber dónde estaban todos los demás. En el grito de Axel solo entendía dolor. Solo había dolor.

Me dirigí hacia los dos animales que estaban mordiendo a Axel. Llegué a embestir a uno de ellos e inmediatamente lo soltó.

Aléjate de aquí maldito cachorro.

Ustedes son los que deberán salir de aquí.

Me lancé contra él tratando de morderlo. Lancé varias mordidas al aire pero no lograba tenerlo frente a mí. Nos sostuvimos sobre nuestras dos patas traseras y seguí mordiéndolo. El lobo negro era más grande y pesado. Al fin pude zafarme de su abrazo y giré inmediatamente y logré clavar mis colmillos en una de sus patas. Justo entonces sentí un dolor insoportable. Como cuando sentía que me desgarraban por dentro, solo que en esta ocasión era real.

El segundo lobo me tenía tomado con su quijada de mi costado. Volteé a ver a mi izquierda y vi que Axel se estaba poniendo de pie. Estaba vivo. Estaba bien. Tomó un atizador de una pequeña chimenea y golpeó con fuerza a los dos lobos que me estaban atacando. No podía ponerme de pie. No podía moverme. El dolor era demasiado.

Axel… Axel…

No te puede escuchar pequeño Alfa. Tu pequeña perra no puede escucharte. Solo yo te escucho – la voz de Dexter resonó dentro de mi cabeza. Estaba poniéndose de pie un enorme lobo blanco, sus ojos se posaron sobre los míos y pude notar que el humano en su interior no dejaba de sonreír – ¿esto fue todo el ataque que tenían planeado? Realmente me sorprende que haya planeado algo tan mediocre.

―Te estarás preguntando por qué solo escuchabas mis gruñidos, ¿cierto Dex? – mí voz era más débil de lo que esperaba – no eres un verdadero Alfa, eso lo demuestra. ¿No lo ves? No perteneces aquí.

―¿Y tú no lo logras ver? Las tradiciones no forman manadas, chico. Solo impiden nuestro crecimiento. El poder es lo que siempre nos ha distinguido. Como lobos, como humanos. Es lo que intenté que comprendiera nuestro viejo amigo. Sin embargo, me resultó imposible, su cabeza era tan dura como su mente. Aunque… - Dexter caminó un poco hacia mí con cautela, Axel no podía caminar bien, pero aún así estaba armado – su sangre era demasiado dulce. Su lengua roja lamió su hocico de una manera que me pareció sumamente repulsiva.

El odio hizo que me lanzara sobre él, como pude. Solo que fue un intento en vano. Se movió y caí de costado. La habitación empezó a dar vueltas y vueltas. Ya no sabía dónde estaba Axel. Lo único que alcanzaba a ver era la mirada penetrante de Dexter.

Eres un tonto Jordan.

Intenté moverme para poder obtener alguna ventaja sobre él, pero no tenía ventaja alguna. Sabía que Axel no se podría transformar, era mejor que permaneciera como humano. A la habitación de pronto llegaron otros seis lobos del mismo color. Todos negros, excepto uno – el último – de color blanco moteado de negro.

Mátalo – dijo uno de ellos.

Hay otras cosas más difíciles de soportar, que la muerte – contestó Dexter – él mismo terminará rindiéndose, cuando no tenga sangre. Solo asegúrense que no escape, cuando esté muerto, llévenlo con los demás. Seguramente a Amy le dará mucho gusto recibirlo. Igual que lo hizo hace tantos años. De todas maneras, al alba todos morirán.

Dexter se estaba retirando cuando se detuvo y volteó.

Maten al humano.

―¡NO! ­– grité con todas mis fuerzas mientras los lobos avanzaban temerariamente hacia donde se encontraba Axel de pie. Empezó a dar golpes al aire, e incluso golpeó a uno de los animales en el estómago y éste salió volando al otro lado de la habitación. Su respiración era entrecortada y lastimaba mis oídos. Sentía que, con cada movimiento de su brazo, Axel se agotaba más y más.

―Axel… Axel… sal de aquí.

―Crees que te escuchará ¿cierto? – la voz dentro de mi cabeza era sumamente familiar. Tex estaba a mi lado, el lobo blanco con negro - ¿en verdad crees en todo lo que los libros y las historias dicen Jordan? No existe tal conexión entre humanos y lobos. Incluso aunque algunos sean tan unidos como ustedes dos.

―Axel… por favor… sal de aquí.

Enfoqué mi mirada a la de Axel. Sus ojos estaban cubiertos de lágrimas pero había odio y cansancio en su rostro. Me vio directamente y fue cuando pude sentir la conexión a la que se había referido Yagtiah cuando estábamos en mi habitación esperando a Nicolai.

Llega un momento en el que incluso el hombre y el lobo pueden llegar a escuchar sus pensamientos. La oportunidad siempre está ahí. Siempre está presente, solo necesitas encontrar el punto indicado. Es como si, de pronto voltearas a ver a la persona que amas y te dieras cuenta que quieres pasar el resto de tus días a su lado. O como si sintieras que puedes hacer un salto sumamente largo, y sin más, lo haces. Todo es cuestión de poder conectarte, de encontrar ese punto, ese lugar y ese momento.

Ese lugar y ese momento eran justamente ahí. Axel se calmó y solamente me observó.

Axel… por favor. Vete. Encuentra a los demás. Deja abierta la ventana… ¿quieres?

El atizador para el fuego quebró la ventana que estaba detrás de mi Guardián. Justo entonces Nicolai con Nahtiash y otros diez lobos entraron a la habitación, uno tras otro.

Cuando el último de los lobos del Norte brincó, Axel salió de la habitación. Pude sentir su dolor en mi pata, y en lo que – siendo humano – era mi brazo.

La batalla entonces comenzó entre los lobos de Nicolai y los que acompañaban a Tex. Aunque efectivamente eran menos que nosotros, no dejaron de pelar hasta que fueron completamente sometidos.

Seguía tirado sobre el suelo de madera y ente mí todo estaba pasando sumamente rápido. De pronto comencé a dejar de escuchar el ruido. Los gruñidos y los aullidos de dolor se fueron desvaneciendo conforme mis ojos se fueron cerrando.

¿Axel? ¿Axel? – no sabía dónde estaba, pero estaba muy oscuro. Hacía frío. Había algo abierto, por donde entraba una corriente de aire. Como una puerta o… una ventana.

Cuando pude enfocar mejor, supe que estaba en la habitación y que estaba desnudo. Había dejado mi forma de lobo, y por alguna razón me encontraba solo. No sabía dónde estaba Axel. Estaba muy débil.

Cuando pude ponerme de pie encontré, detrás del escritorio tirado en el suelo, a Yagtiah. Estaba con sus ojos vendados y sus manos y pies atados. Intenté caminar sin perder el control pero mis piernas no soportaban todo mi peso.

―Yagtiah – dije apenas con un hilo de voz - ¿me escuchas? Me acerqué a él y tomé el abrecartas que estaba sobre un monton de papeles. Corté sus ataduras y quité la banda de sus ojos. Parecía que estaba despertando de una terrible pesadilla a una realidad mucho peor.

―Jordan – me dijo haciendo una pequeña mueca de dolor, pero poniéndose inmediatamente de pie. Me tomó de mis hombros y me vio directamente a mis ojos. Me di cuenta entonces que el chico no estaba tan herido como lo estaba yo.

«Jordan – volvió a repetir – estas bien. Estas vivo. Lo siento, lo siento mucho. No pude… no llegué a tiempo. Eran demasiados. Nos tomaron por sorpresa. No sabíamos cuantos había dentro de la casa y cuando-

―Yagtiah, espera… no tan rápido, ¿Qué sucedió?

―Cuando Axel y tu entraron a la casa rodeamos a cuatro lobos que estaban en los jardines. Nos dieron bastante pelea y fue entonces cuando nos acercamos a la ventana, cuando Axel la quebró para que pudiéramos entrar. Estabas gravemente herido y Axel salió en busca de los demás. Creímos que sería sumamente sencillo, había cinco lobos aquí adentro, pero comenzaron a correr hacia el exterior de la casa. Afuera había muchos más. Nos estaban esperando.

«Nicolai me ordenó que me quedara aquí y que te ayudara, pero… justo cuando pretendía salvar a tu lobo, me atacaron. No fue otro animal, fue un hombre quien me ató.

Algo en su historia llamó mi atención enormemente y me dio un sentimiento de tristeza insoportable.

―¿Salvar… a mi lobo? – pregunté con odio en mi corazón y lágrimas en mis ojos.

―Lo siento… no, no pude hacer nada.

El peso de sus palabras cayó sobre mí como una avalancha con nieve y rocas. Me golpeó fuertemente en la cara como una ola que te toma desprevenido y te revuelca por el fondo raspando con arena mojada.

―¿A qué te refieres? No puede ser que… esté vivo sin mi lobo. Tenía una mordida en mi costado, estaba sangrando mucho – al menos era lo que recordaba, todo lo demás eran visiones borrosas y movedizas que no se quedaban quietas en mi mente.

―Se hizo un sacrificio – dijo Yagtiah con un tono sumamente serio, de respeto – hizo un sacrificio, por ti.

La fuerza que pudieron haber ganado mis piernas se perdió completamente en ese momento. Sentí que, de pronto, me habían quitado el suelo sobre el que estaba parado. Sabía que estaba desnudo pero no me importó. Tenía frío pero no lo sentí. Solamente caí al suelo y una lágrima rodó por mi mejilla. Tenía un dolor insoportable dentro de mí. No podía ser verdad, no podía ser cierto que estuviera solo.

Después de unos momentos, Yagtiah regresó con algo de ropa para cubrirme. Fue entonces cuando recordé lo que debíamos hacer. Seguramente todos, Dexter y los demás, pensaban que estaba muerto, eso me tenía que ayudar en algo.

Salimos de la casa con extremo cuidado, totalmente decididos a encontrar a nuestros amigos, a mi familia y a Axel. Tenía que encontrar a Axel.

―¿Escuchaste a dónde se estaban dirigiendo? – preguntó Yagtiah mientras atravesábamos el jardín trasero. En mi mano sostenía uno de los revólveres que Oly guardaba en la biblioteca. Yagtiah parecía sumamente satisfecho consigo mismo mientras sostenía su escopeta de doble tiro.

―No… pero tengo un presentimiento. Algo… algo me dice que… hacia allá está el lago. Vamos.

El camino más directo al lago era por el lado de enfrente de la casa, sin embargo entramos al bosque para tomar un camino que daba al acantilado en la parte este del lago. Conforme más nos acercábamos más obvio me parecía que todos estuvieran ahí. Oly tenía una pequeña propiedad, una cabaña de apenas dos habitaciones y una diminuta cocina, totalmente aislada de todo. Estaba convencido que Dexter tendría a todos ahí dentro. ¿Su motivo? No pretendía esperar lo suficiente para saberlo.

Llegamos a la cabaña y, por cuestión de mera suerte, había un solo lobo en la parte de afuera. Parecía aburrido, o cansado. Estaba echado frente la puerta principal con sus ojos prácticamente cerrados. Yagtiah bajó su arma y de pronto saltó hacia afuera de la línea de árboles y cayó convertido en el hermoso lobo color canela. Era una criatura magnífica. No sabía qué tenía planeado hacer, pero me sirvió para acercarme a la descuidada cabaña. Por una de las ventanas observé a Amy. Entonces comprendí lo que había dicho Dexter, los ojos y la postura eran los mismos de Axel. Era sumamente parecido a ella.

Al parecer no había nadie que estuviera vigilando ahí adentro, debía tomar medidas drásticas. Todos estaban encadenados. Amy, Leo, Nicolai, Nagtiash y otros más de su manada. Junto a la chimenea apagada vi a Axel. Estaba sentado sobre una silla de madera con cadenas atravesando su pecho desnudo. Tenía la cabeza inclinada hacia delante y sus ojos cerrados de una manera sumamente escalofriante.

Su brazo ya no sangraba, tenía unos vendajes mal colocados sobre la herida y su pantalón de mezclilla tenía una enorme mancha negra en la pierna. La imagen solo me alteró más y dejé de preocuparme si había algún animal cuidando la cabaña. Después de todo traía seis tiros en mi pistola y los descargaría todos si fuera necesario.

Los cristales quebrados cayeron hacia dentro y hacia afuera de la cabaña. Todos los que estaban dentro voltearon inmediatamente, menos Axel. Entré sosteniendo en alto el revolver esperando el momento oportuno para comenzar a disparar pero estaba solo.

Solamente avancé con firmeza hasta la pared, tomé las llaves y quité los candados que ataban el delicado – pero fuerte – cuerpo de Amy. Me tomó del hombro y me vio directamente a los ojos. Supe que estaba feliz de verme.

―Ve – me dijo haciendo un cabeceo hacia donde estaba Axel.

Dejé que ella se hiciera cargo de los demás y atravesé el pequeño cuarto en varios pasos. Axel estaba dormido y tenía la cara muy pálida. El color tan sensual de su piel lo estaba dejando, en su lugar un color blanquecino se estaba apoderando de todo su cuerpo.

―¿Axel? – Pregunté susurrando esperando que nadie alcanzara a escucharme - Axel… ¿amor?

Mis dedos acariciaron su piel y me di cuenta que estaba fresca. No me gustaba para nada el aspecto que tenía, era sumamente perturbador. Acaricié sus mejillas y entonces, entre gemidos y varios suspiros, abrió sus ojos. Eran del mismo color pero se veían diferentes. Tenían dentro una terrible tristeza. Estaban teñidos de rojo.

―¿Jo- ¿Jordan? – preguntó sin fuerza en su voz.

―Aquí estoy… tranquilo… aquí estoy. ¿Amy? – pregunté buscándola por todos lados pero no la encontré. No estaba ahí dentro. Nicolai estaba arrodillado detrás de Axel abriendo los candados y quitándole las cadenas – Aquí estoy… ¿Axel?

―Jordan… creí- creí que te había perdido.

―No pienses en eso, aquí estoy. Estoy junto a ti. Todo va a salir bien – en cuanto estuvo libre y pudo reunir la suficiente fuerza para levantar sus brazos, me abrazó por el cuello y susurró un lo siento luchando contra su propio llanto. Le pedí que guardara silencio y que no se disculpara. No tenía por qué disculparse. Intenté levantarlo de la silla pero no podía sostenerse. Entre Nicolai y yo lo llevamos a la pequeña cocina y le colocamos algo de ropa. Tenía que recuperar su fuerza.

―¿Dónde está-

Justo cuando comencé a hacer la pregunta, escuché un ruido del otro lado de la puerta, tomé el revólver y me acerqué con cuidado. En cuanto se empezó a abrir apunté con determinación. Yagtiah entró con la escopeta en la mano y me volteó a ver con cara de asombro.

―Todos están en el acantilado – me dijo cerrando la puerta detrás de él.

―¿Estás bien?

―Claro… podré ser pequeño, pero se defenderme.

Nicolai hizo un gesto de aprobación, como confirmando lo que me acababa de decir. Se acercó a mi lado y me habló en silencio.

―Estábamos rodeados Jordan. Nos tomaron por sorpresa. Creo que debemos regresarles el favor.

―¿Dónde está Amy? – pregunté.

―Fue a buscar a Dexter – Leo estaba detrás de mí, tallando con fuerza sus muñecas, tenía todavía marcado el rastro de las cadenas – tenemos que ir con ella.

―¿Jordan? – preguntó Axel a lo lejos.

―Qué pasa… aquí estoy… dime. ¿Qué necesitas?

―Ten cuidado con Dexter… no lo subestimes. Solo piensa en la fuerza bruta.

―Tranquilo hermoso… ahora solo pienso en la fuerza bruta también.

―No apagues fuego con fuego – me dijo. Eran palabras que siempre había utilizado Oly. Nunca tuvieron tanto sentido como hasta ese momento.

―Bien – dije poniéndome de pie, mi mano aún seguía sobre el hombro de Axel – es de noche pero el alba no tardará en llegar. Debemos ser rápidos, y silenciosos. Yagtiah, ¿sabes cuantos son? – el chico movió su cabeza en sentido negativo, de alguna manera esperaba que fueran más que nosotros y no me sorprendió su respuesta – Vamos al acantilado, tendremos que tomarlos por sorpresa y con suerte recuperaremos nuestra paz, pero… he de pedir que alguien se quede aquí – mi mirada se posó sobre Axel.

―Si no te importa, Jordan, lo haré yo – dijo Yagtiah – ese perro me alcanzó a lastimar un poco.

―Gracias. En verdad, te lo agradezco.

Todos salimos de la cabaña y nos internamos en el oscuro bosque. El cielo estaba empezando a teñirse de color azul con pinceladas de gris. Avanzamos hacia el acantilado que daba al lago y empezamos a escuchar aullidos y gruñidos. Después alcancé a escuchar la voz de Dexter a lo lejos.

Bienvenidos… hermanos. Hemos estado planeando esta afectuosa ceremonia desde hace tiempo. Realmente no nos ha costado mucho trabajo apoderarnos de estas tierras, pero no quería que corrieran peligro alguno. ¡Por favor! – gritó y solo nació el silencio – siéntanse como en casa. Esta es su nueva casa.

Mientras todos los que estaban ahí festejaban ante la noticia, me fui acercando poco a poco con el revólver en una mano. Tenía una visión perfecta de Dexter frente a mí. No me importaba disparar desde la seguridad del bosque. No me importaba matarlo sin que supiera quién había disparado, solamente quería terminar con todo eso de una buena vez. Cuando preparé el arma, un lobo de colores blanco y crema saltó sobre Dexter y lo tiró al suelo. En ese momento todos los que estaban ahí avanzaron hacia Amy. Leo, seguido por Nicolai, saltaron detrás de los árboles a embestir a los atacantes. Muchos de ellos cayeron hacia las aguas del lago, pero hubo algunos que permanecieron de pie haciendo frente al ataque. No podía ver dónde estaba Amy. Trataba de guiarme por el único humano que hacía unos segundos estaba de pie, frente a todos los demás, pero no pude. Dexter se había convertido y no lo podía ubicar.

Me sentía tan inútil, estaba de pie a la distancia viendo como golpeaban y mordían a mi familia una manada de perros sin corazón. Quería hacer algo pero seguramente no iba a durar mucho como humano. Pero tal vez podría causar algún descuido en los invasores si-

Disparé hacia el cielo que se empezaba a aluzar aún más. Efectivamente, mi idea funcionó. Todos los que no estaban guiados por Leo o Nicolai voltearon y permanecieron inmóviles. Lo suficiente para que pudieran tomar ventaja sobre ellos, y para que yo pudiera ubicarlos mejor. Apartir de ese momento, no dudé en accionar mi revolver cuatro veces más, cada ocasión apuntando contra uno de nuestros enemigos.

Cuando nos dimos cuenta que Dexter estaba prácticamente solo, nos detuvimos y entonces fue más seguro que pudiera salir. Caminé hacia donde estaba él y apunté directamente a su cabeza. Deseaba que me pudiera comprender lo que le estaba diciendo.

Después, como si se hubiera cansado del silencio entre los dos, se transformó de nuevo.

―Tienes agallas, pero no eres capaz de mantener una pelea como macho, ¿cierto? Utilizar armas no fue algo que digamos, justo.

―¿Justo? No me vengas a decir qué es justo. Porque traicionar a tu propia familia, a tu manada, para darles entrada a estos… perros, no me parece justo. Bien… ahora todo terminó Dexter. Ya no queda nada más que puedas hacer. El verdadero Alfa de esta manada, está vivo. Debes terminar todo esto.

―No voy a permitir que se acerque a esta manada alguien que ni siquiera puede transformarse en lobo. ¿Qué sucede Jordan? No siento la presencia de tu cachorro. ¿Tiene miedo de salir? – Dexter comenzó a caminar hacia mí, lo cual solo hizo que tomara con más fuerza y determinación el arma – no te atreverías a disparar, ¿cierto?

―No me obligues a hacerlo Dexter. Si crees estar tan seguro de tus palabras… te vas a llevar una gran sorpresa al descubrir que me gustaría matarte en este momento.

―Si quisieras hacerlo ya lo habrías hecho. Pero claro, sigues las enseñanzas de Oly ¿verdad? “El Alfa usa la cabeza, no la violencia. No se puede apagar fuego con fuego”

―Entonces, creo que no hay problema que dispare… después de todo, tu afirmas que no soy Alfa – cuando me vio preparar el arma se detuvo y fue entonces cuando sus ojos reflejaron miedo. Un verdadero miedo.

―¿Qué es lo que estoy viendo, Dexter? ¿De pronto tienes miedo? Solo me pregunto, ¿tienes miedo porque en verdad sabes que estoy destinado a dirigir a esta manada, o porque en cualquier momento puedo jalar el gatillo? – el cañón del revólver descansaba en su frente.

De mi lado derecho un lobo negro saltó por mi costado y me hizo caer al suelo. Sus patas estaban abrazando mi cuerpo y enterraba sus garras en mi brazo. Sus colmillos me sonreían de una manera amenazadora. Cuando logré tomar una posición, tiré del gatillo y el sonido aplacó todos los ruidos del bosque. El animal quedó muerto sobre mí. Aunque no estaba armado, tenía el resguardo de los demás lobos. Sentía que Leo estaba a mi lado, Nicolai estaba junto con Amy. Nahtiash y los demás resguardaban bien a los pocos enemigos que quedaban. Dexter estaba al centro, sobre sus cuatro patas y mostrando sus colmillos.

Alcancé a quitarme al cuerpo del lobo y dejarlo descansar enseguida de mí. No merecía el desprecio de nadie. En cuanto estuve libre Dexter saltó sobre mi con la plena intención de morderme, lo único que alcancé a hacer fue comenzar a golpearlo con la empuñadura del arma, pero no era suficiente para que se alejara de mí.

Mordió mi brazo y sentí el tibio líquido escurrir hacia el suelo. Dexter tenía una oportunidad única, y prácticamente podía sentir sus colmillos en mi rostro. Pero en lugar de atacarme comenzó a aullar de dolor. Cuando se movió de encima de mí, vi que tenía una pata sangrando. Axel estaba frente a él, con su pelaje que brillaba por el sol que nacía detrás de nosotros, sobre las montañas. Gruñía sin cesar frente a Dexter. Tenía su hocico manchado de sangre y los ojos reflejaban su fuerza interna. Dexter caminó un poco hacia atrás tratando de limpiar la herida, de pronto intentó remeter contra Axel pero con un golpe en su estómago lo hizo retroceder más y resbalar por el acantilado hacia las aguas del lago. Se golpeó contra las rocas antes de alcanzar el agua.

Entonces supe que todo había terminado.

The Wolve's Howl XI

11. Winterlake.

En mi habitación crecía un fuego agradable dentro de la chimenea, las antorchas estaban encendidas al igual que algunos candelabros con montones de velas. Todo el cuarto estaba cubierto por un brillo sumamente cálido y especial. Sin embargo, el dolor que sentía en mi corazón era demasiado que me impedía disfrutar de todo aquello. Incluso, no podía concentrarme en los preparativos para recibir a Nicolai.

Yagtiah estaba ahí dentro conmigo. Se encargó de colocarme las mejores pieles y de arreglar la cama como él sabía hacerlo. Por más que lo intentaba, no lograba sacar una sonrisa de mi rostro. Sentía como si la hora de mi sacrificio se aproximara. Lo único que me daba tranquilidad es que sabía que Axel estaba bien. Yagtiah me había asegurado que Nahtiash estaba con él, estaba tranquilo así que yo debía estar tranquilo. Aunque no dejé de sentir el dolor aguijonear mi corazón, traté de relajarme y dejar que todo pasara. Era por un momento solamente. La idea de que pronto regresaríamos a Winterlake lograba calmarme un poco pero no lo suficiente. Sin embargo me dio fuerzas para poder sobrellevar esa noche.

―¿Por qué no se recuesta Señor? – preguntó Yagtiah mostrando mi lugar en la cama. Me sorprendió que se dirigiera a mí de esa manera, pero comprendí que esto no era una situación normal. Ahí y entonces, se trataba de rangos. De descendencia.

Hice lo que me dijo y me recosté sobre el lecho. El había cortinas que colgaban del dosel de la cama, pero tenía la vista al frente completamente libre. Mi corazón palpitaba con fuerza.

Cuando Yagtiah encendió el incienso, se acercó a mí y comenzó a desnudarse. Su cuerpo era hermoso. Aún no estaba completamente desarrollado, era fino y liso sin rastro alguno de bello. Tenía las caderas delineadas perfectamente. Sus piernas eran fuertes y el nombre de su hombría comenzó a crecer con rapidez. No sé qué fue lo que me sucedió en ese momento. Sentí que, dentro de mí, mi lobo estaba aullando. La energía en mi pecho estaba creciendo y de pronto sentí un dolor en mi abdomen. Como si unas garras hubieran atravesado mi piel.

―Señor, deja que sala el Loup que está dentro. Él quiere tomarme, él quiere estar aquí. Conmigo – la voz de Yagtiah era sensual y exquisita. Cada palabra que decía era un salto que daba el animal que estaba dentro de mí. Sabía que tenía razón, definitivamente era el afán de imponer su ley, era el deseo de demostrar que era un Alfa y la única manera que podía lograrlo era tomando al chico entre mis brazos, dejarlo sobre la cama y reclamarlo como mío. No me importaba que fuera de alguien más.

―Él me pidió atenderlo como a él mismo – dijo el muchacho. Bello muchacho – esto es lo que hago para atenderlo.

Se subió a la cama y empezó a caminar como si tuviera cuatro patas, verlo imitar su caminar de lobo me excitó de sobre manera. Sentí que mis ojos comenzaron a cambiar, aún no tenía la visión en blanco y gris, sentí que mis ojos estaban brillando. Se detuvo frente a mí e inclinó su rostro. Entonces su cuerpo fino y terso se empezó a cubrir de ese pelaje color canela. Su espalda, su costado, incluso sus manos se llenaron de pelo. Escuché su respiración que era agitada y profunda, no en dolor, sino en placer. De su cabeza salieron dos puntiagudas orejas y de su nariz y boca creció un fuerte hocico.

No estaba completamente convertido, se detuvo justamente a la mitad del camino. Aún era un hombre – ya no tenía la apariencia de un chiquillo, salvo por sus ojos donde aún se reflejaba su inocencia y ternura – pero ya demostraba sus características lobunas. Su cola estaba arqueada hacia arriba, en sus dedos estaban creciendo unas pequeñas y finas garras negras. Cuando se incorporó comenzó a hablarme todavía con ese tono sensual. Como el canto de un Ángel. Me morí de ganas por escuchar su aullido, seguramente sería algo sumamente mágico.

―Permítame tocarlo, Señor – dijo extendiendo su mano-pata hacia mi pecho.

―Puedes hacerlo – dije – pero deja de llamarme Señor. Mi mano acarició su cabeza y Yagtiah cerró sus ojos y comenzó a moverse al ritmo de mis caricias. De haber sido algún felino, estaría ronroneando en ese momento.

Su mano-pata me quitó el abrigo y acarició mi pecho, mi abdomen mientras murmuraba algunas palabras que no entendía. Estaba hablando conmigo… estaba hablando con quien estaba dentro de mí. Me recostó completamente en la cama. Mi vista se perdió en el dosel rojo que estaba sobre mí. Cerré mis ojos y sentí entonces su cálida lengua jugar con mis pezones. Al instante sentí que estaban atravesando mi piel con unas filosas garras. No quise reprimir un par de gemidos para indicarle a mi compañero que lo estaba haciendo muy bien.

De pronto se detuvo y terminó su transformación. En cuestión de segundos tenía a un enorme lobo color canela enseguida de mí. Recostado a mi lado en la cama, yo me encontraba desnudo y no sabía qué hacer entonces. Así que, mientras me calmaba y obligaba a mi corazón y a mi lobo a calmarse, comencé a acariciar el lomo de Yagtiah, quien apoyó su cabeza sobre mi pecho y cerró sus ojos. Sus orejas se movían de un lado al otro hasta que escuché un ruido en la puerta principal. Supe que Nicolai estaba entrando a la habitación.

Nicolai se detuvo frente a la cama, por el espacio que estaba abierto. Nos vio con una sonrisa y una evidente satisfacción. Me moví un poco y me apoyé con mi costado, flexioné mi brazo para detener mi cabeza.

―Yagtiah – dijo como un padre que le habla a su hijo dormido - ¿podrías darme espacio?

El chico, lobo, se levantó y caminó por un lado de la cama, se recostó de nuevo, pero ahora en mi espalda, fue agradable sentir su calor. Apoyó su cabeza sobre mi cintura, gesto que me causó algo de gracia y fue entonces en ese momento cuando pude sonreír por primera vez en todo el día, no ante lo que estaba ocurriendo, sino ante la tierna caricia que Yagtiah me estaba haciendo.

Nicolai se sentó frente a mí y rozó mis labios y mis mejillas.

―Estás haciendo lo correcto – dijo Nicolai con una sonrisa – todo va a estar bien. Debemos estar unidos. Tú y yo, debemos saber cómo mantener nuestra conexión viva. Esto no es solamente para satisfacer el cuerpo humano, es un ritual. Es algo más puro que todo lo demás. Es lo que mantiene, lo que mantendrá, unidas a nuestras manadas. Llegarás a ser un gran Alfa, Jordan. Aunque… - Nicolai guardó silencio y me vio directamente a mis ojos – veo que no estás sonriendo. Tu rostro no muestra emoción. Tu Loup está sumamente tranquilo.

Volteó a ver a Yagtiah y este levantó su cabeza, y colocó una pata sobre mi cintura. Yo no dejé de ver a Nicolai quien me regresó la mirada.

―No estás convencido de esto. Lo haces porque tienes que hacerlo. ¿Cierto?

―Gran Nicolai, a pesar de todo lo que has hecho-

―¿Cierto? – preguntó con un tono serio. Sentí que todos nuestros esfuerzos se estaban desvaneciendo y que nuestra oportunidad de conseguir ayuda y regresar, se esfumaba. Entonces supe que, si me estaba hablando como un Alfa, estaba en mi derecho de hablar como un Alfa.

―Cierto es que esta situación no me es placentera en lo absoluto. Sin embargo me encuentro en la posición en que debo elegir entre mi deber y mi querer. Tal es el caso que he decidido hacer lo que sea necesario para salvar a mi manada. No con pleno placer, debo añadir, sino con plena convicción. Si así deben de ser las cosas, que así sean.

Nicolai se puso de pie frente a mí y sentí que Yagtiah se comenzaba a poner nervioso. Seguramente había insultado a nuestro anfitrión, sin embargo, mi postura estaba firme. No la iba a cambiar. Efectivamente NO quería estar ahí, pero en ese momento no tenía otra opción.

Justo entonces alguien abrió las puertas de la habitación y entró corriendo. Se detuvo en seco y me contempló enteramente. Axel tenía ese brillo tan especial y encantador que siempre había poseído. Una cálida sonrisa estaba creciendo en su rostro. No imagino el impacto y el dolor que debió haber sentido al verme desnudo, tumbado en una cama con un lobo detrás de mí y el Alfa enfrente.

­―Axel – dije con un susurro y levantó su mano para pedirme que guardara silencio.

―No puedo – volteó a ver a Nicolai, solo que no inclinó su cabeza y desvió su mirada – no puedo dejar que hagan esto. Si la traición es de lo que se me acusará, estaré dispuesto a afrontarlo, pero no voy a permitir que toquen la joya que he encontrado en él. Jordan – Axel caminó y se sentó junto a mí en la cama, en ese momento dejó de importarnos que Yagtiah, Nicolai y Nahtiash nos estuvieran observando – no puedo tenerte lejos de mí, es mi trabajo protegerte, es mi obligación cuidarte… pero además de eso, lo más importante es que quiero hacerlo. No soportaba la idea de que estuvieras aquí arriba… debes estar conmigo, en la cama o en la calle, debes estar conmigo.

―Axel… no quería, en verdad no quería… pero, qué pasa con-

―Encontraremos la manera de salvarlos. Estaremos mejor juntos, que divididos. Los vamos a poder salvar. Tu y yo, lo vamos a hacer.

Extendí mi brazo hacia atrás tomando a tientas el abrigo que estaba sobre la cama. Yagtiah se movió pero permaneció sentado a mi lado. Me cubrí y abracé a Axel con todas mis fuerzas. Después me dirigí a Nicolai.

―Mucho les agradecemos las atenciones y la hospitalidad que nos han brindado en estas tierras, Gran Nicolai. Sin embargo… mi corazón, así como el de mi lobo, le corresponden a alguien más. No puedo traicionar esta unión mágica. Me niego a traicionarla. Sin embargo, solamente tengo una petición que hacer. De Alfa a Alfa, te pido nos permitas marcharnos cuanto antes, sin resentimientos ni malas intenciones.

Nicolai estuvo observando en todo momento, mantuvo su postura y su porte. Por lo que pude apreciar era realmente un caballero.

―Has hecho bien tu trabajo Guardián. Has sobre puesto lo más importante en la vida de un Loup, que es su manada, por mantener intacta la relación que guardas con tu Alfa. Debo reconocer que es verdaderamente una desilusión, pero también es digno de admirarse lo que los dos acaban de hacer. Nunca fue el pensamiento de Oly el tener rivalidades entre las manadas. Un pensamiento que aún el día de hoy sigo honrando. Mi querido Oly. Mucho me dolió el llegar a escuchar de su muerte, y es por eso – y por la demostración de profundo amor, respeto y lealtad de la que acabo de ser testigo – que no los dejaré partir solos. Nuestras manadas ya se encuentran ligadas por otros medios.

«Nahtiash, avisa a la manada. Que los Guardianes se preparen. Todos saldremos al amanecer. Yagtiah, entiendo que has pedido permanecer al lado de Jordan, aunque al parecer su Guardián no lo dejará solo. ¿Es aún tu deseo permanecer con él? – El chico caminó un poco a mi lado y con su cabeza me hizo levantar mi brazo y se acomodó para que pudiera abrazarlo – muy bien, en verdad voy a extrañarte amigo mío. Entonces los dejo, Jordan, Axel. Salimos con los primeros rayos del sol, y un pequeño consejo – nos dijo antes que saliera de la habitación – no desperdicien los arreglos y los preparativos que Yagtiah realizó, sería una descortesía»

Como había estado esperando, el camino de regreso no fue tan pesado. Ya sea porque teníamos una compañía de quizá veinte o treinta lobos, o quizá por la emoción de regresar a casa, tal vez era la urgencia de llegar lo que nos hacía correr distancias enormes, sin pararnos a descansar.

Estuve reviviendo lo que hicimos en todos nuestros días de camino. Por mi mente pasaban pensamientos y sensaciones de nostalgia, pero eran rápidamente aplacabas por otras de rencor, y urgencia. Urgencia de venganza.

Mi preocupación más fuerte era poder llegar a tiempo. Mucho temía que los visitantes se hubieran apoderado de todo lo que teníamos y si ese era el caso, no nos podríamos acercar a la casa principal, ni siquiera cruzar las bardas de piedra que la rodeaban. Durante todo el trayecto estuvimos tratando de mantener la calma. Debo admitir que entre las pláticas con Yagtiah y mis noches con Axel, el tiempo pasó volando.

Cuando nos acercamos a los terrenos de Winterlake Axel intentó hablar con Amy sin obtener éxito alguno. Tendríamos que adivinar quién de los que estaban en la casa estaba convertido en lobo. Leo tampoco respondía a nuestro llamado. Estábamos desconectados.

Nos ocultamos justo debajo de la última línea de árboles. La primera que comenzaba a marcar el inicio del bosque. A lo lejos, bajando la colina, se encontraba la casa. La figura era grande, y estaba oscura. Fría. Nunca la había visto de esa manera, siempre las luces de la cocina, de los porches y de algunos cuartos en el segundo piso estaban encendidas. Podíamos ver la silueta recortada de la oscuridad de la noche. Entonces temimos lo peor.

―¿Hay algún lugar donde podamos acercarnos más a la casa?

―El bosque está muy cerca del lado de la cocina – dijo Axel mientras se ponía en marcha para guiar a todo el equipo.

Recorrimos el anillo exterior del bosque hasta llegar al punto al que Axel se había referido. La cocina estaba frente a nosotros a tan solo unos metros de distancia. Con esos pequeños movimientos alcancé a ver varios lobos que no eran de nuestra manada. Entonces lo supe, no se irían fácilmente. Pero tenían que irse.

Axel y yo logramos atravesar los jardines y llegar hasta el interior de la casa. El silencio era demasiado espeso. No había un solo sonido que pudiéramos detectar. No sabía qué estaba ocurriendo, debía de haber alguien en la casa, pero todo estaba desierto.

De nuevo en nuestra forma humana, después de haber conseguido algunas ropas, nos dirigimos casi instintivamente hacia la biblioteca. Si es que estaba ocurriendo algo, sabíamos que debíamos ir ahí.

―No hay nadie – dije en un susurro entrando a la fría y oscura habitación - ¿dónde están todos?

―Shh – me calló Axel con un ligero apretón de mi mano. Entonces empezó a caminar, sin soltarme, hacia unas pequeñas puertas que daban a un privado. Alcancé entonces a ver una tenue luz, prácticamente imperceptible, del otro lado.

Justo a quien estábamos buscando. Dexter estaba sentado detrás de un enorme escritorio de pesada madera con un libro abierto frente a él. Algunos rollos de papel estaban junto y algunos mapas.

―Dexter – dije tratando lo más que pude de contenerme. Sin embargo, inmediatamente tuve que comenzar a tranquilizar a Axel.

―¡¿Dónde está Amy?! ¡¿Dónde están todos?!

―Tranquilo… Axel… cálmate – lo tomé fuertemente de la mano, un gesto que Dexter no dejó pasar desapercibido y contestó con una sonrisa sumamente fría.

―Por favor Axel… escúchalo. Cálmate un poco ¿quieres? – Dexter se puso de pie y se dirigió a una pequeña mesa que tenía algunas botellas - ¿les puedo ofrecer algo chicos?

―Basta Dexter… todo se terminó. Solo dinos dónde están los demás – dije con el tono más serio que pude obtener. Esperaba que fuera suficientemente amenazador.

¿Tú me estás dando órdenes, a mí? Es algo peligroso cachorro. No tienes idea de lo que puedo llegar a hacer. Debes aprender a respetar a tus superiores.

―Y tu deberías aprender a respetar las Líneas que nos separan, Dexter. Esta es manada.

―¡Tu manada! – Dexter comenzó a reírse de una manera sumamente macabra – nuestro pequeño Guardián ha estado metiéndote ideas en la cabeza ¿cierto? Jordan… - dio un trago a su vaso con un líquido ambar – esta no es tu manada. No tienes derecho alguno sobre ella. No puedes llegar un día siendo nada más que un niño y esperar que te entrenen y que crezcas para que de pronto pretendas tomar posición de algo que no conoces. No eras nada más que un niño Jordan, un estúpido cachorro que no tenía idea ni siquiera de lo que podía hacer.

«De no ser por la maldita bondad de Oly, hubieras muerto de hambre en la carretera. Fue mera coincidencia que terminaras aquí con nosotros. Y créeme, un Alfa no se forma por meras coincidencias»

―Todo parece indicar lo contrario Dexter – Axel habló un poco más calmado esa segunda vez – recuerda cómo llegó aquí. Según tengo entendido, nadie ha podido lograr una transformación a tan corta edad… nadie a los ocho años ha podido lograr domar a su lobo para evitar que lo mate. Nadie ha podido Dexter, ni siquiera tú.

―Axel, me decepcionas completamente. Te dejas convencer por – apuntó hacia su escritorio, en particular hacia el libro que tenía en la mesa – simples y estúpidos cuentos de hadas. Que, por cierto, ¿encontraste tu mágica manada del Norte? Debo de reconocer, que me sorprende tu fuerza para ir y regresar hasta las lejanas Tierras del Norte, hasta – entonces caminó hacia el escritorio y consultó el mapa - ¿Alaska? Cielos Axel, ¿fuiste hasta Alaska? Y regresaste con nada.

―Iría hasta donde fuera necesario si eso implicaba una pequeña ayuda para recuperar nuestra tierra de invasores, y traidores.

―Son palabras hirientes Axel.

―Y merecidas, Dexter.

―Bien. Basta con esta plática. Chicos, tengo en mente un plan para esta familia. Estaba esperándolos para poder someterlo a una votación. Saben que siempre me ha gustado la democracia, sin embargo, puesto que se fueron… sin consultármelo, por cierto, he decidido comenzar a ejecutarlo. Por cierto, tu madre está de acuerdo con esto, Axel.

¿Madre?

―Donde está – dijo sin despegar sus dientes.

―Está a salvo. Con algunos de mis nuevos amigos, al igual que lo que… queda, de nuestra manada.

Axel comenzó a avanzar hacia Dexter, pero lo alcancé a detener del brazo.

―Por favor Axel… tenemos que encontrarlos. Vamos.

―Axel, Axel… ¿siempre haciendo lo que te ordenan cierto? – Los ojos de Dexter se fijaron en mi mano que sostenía con fuerza la de él – siempre has sido así. Siempre has sido el perro de alguien… aunque, a juzgar por lo que veo, ahora eres la perra de alguien.

Sentí un golpe muy fuerte en mi pecho que me hizo caer hacia atrás. Mientras caía vi cómo Axel saltaba sobre el escritorio y golpeaba con el pie a Dexter, quien cayó hacia atrás, contra la ventana. El vaso que sostenía en su mano se quebró en el piso de madera. Justo cuando tenía pensado comenzar a golpear a Dexter, dos lobos negros saltaron sobre él mostrando sus afilados colmillos. Uno lo mordió en la pierna y el otro clavó sus afiladas dagas en su brazo.

Axel comenzó a gritar de dolor y entonces sentí que todo se volvía gris y blanco.