Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

sábado, 6 de junio de 2015

Once años después V

―¿Quién… quién eres? ―preguntó el muchacho.
―Un viejo amigo. No te preocupes, sé que me has buscado todos estos años. Por favor, calma… no deseo hacerte daño, al contrario. He venido a darte las gracias.
―¿Agradecerme? ¿Por qué? ―Justin trataba de encontrar una mejor visión del extraño hombre que hablaba desde el balcón― ¿Quién eres?
―Hace muchos años me ayudaste a recuperarme. Estoy en deuda contigo Justin. Me he percatado de que nunca tuve la cortesía de agradecerte, así que es lo que he venido a hacer esta noche. Agradecerte formalmente, por tu sangre ―el hombre aspiró profunda y lentamente, como saboreando el aroma que salía desde la habitación. Emitió un gemido de placer y continuó hablando, antes de que Justin pudiera interrumpirlo―; el aroma a tu sudor y tu juventud hierve desde dentro de ti. Te envuelve completamente, Justin. Delicioso.
«Ese aroma, ese aroma tan maravilloso de un ser humano en la plenitud de la vida, para un vampiro como yo, resulta, sencillamente, irresistible ―el hombre volvió a aspirar profundamente―; y veo que aún tienes esa preciosa sangre. Aquella sangre que me ayudó a seguir existiendo, aquella sangre que generosamente compartiste conmigo hace once años. La sangre de un ser puro, virgen.
«Disculpa mi atrevimiento, y mis palabras, Justin, solo que ahora que me encuentro aquí, me resulta una tortura no tenerte entre mis brazos. Me resulta casi imposible contenerme. Beber de ti nuevamente, será una sensación sumamente placentera, de eso, estoy seguro.
Justin, al escuchar las palabras de aquel ser, comenzó a sentir que la emoción lo envolvía completamente, y al parecer eso era precisamente lo que hacía que el vampiro se deleitara aún más. El efecto de la conversación, también, tuvo sus reacciones sobre el cuerpo de Justin. Dejó de sentir miedo y comenzó a experimentar una mezcla afrodisiaca de lujuria e intriga.
Sintió que su erección se hacía más y más evidente, debajo de la tela negra del bóxer que traía puesto. Caminó un poco más hacia la puerta y corrió las transparentes cortinas que colgaban del marco. Vio el cuerpo del vampiro y su rostro envuelto en sombras. Una figura sumamente sensual, incluso mejor que como lo había imaginado.
El vampiro aspiró por tercera ocasión y fue cuando se percató que el aroma que lo mantenía al borde de la locura provenía de la entrepierna del muchacho. Un aroma delicioso, irresistible, que estaba jugando con los pensamientos del vampiro; un aroma que lo volvía loco.
―Tu aroma… tu aroma se hace cada vez más fuerte. Siento tu vigor, tu deseo… pero tu aroma tortura todos mis sentidos.
«Justin, yo soy lo que siempre has buscado… aquél extraño que tuviste en tu habitación, hace tantos años. El primer hombre que deseaste. Soy con quien has soñando, quien has deseado que te tome repentinamente. A mi lado, pequeño Alfa, podrás tener lo que siempre has querido, hacer lo que siempre has soñado, incluso… darte una compañía más placentera que la que el ingenuo mortal te puede dar.
Justin no sabía qué decir. Estaba frente a frente con el vampiro, manteniendo las delgadas cortinas corridas hacia cada lado. Su corazón latía con fuerza, el deseo se marcó debajo de su bóxer y sus brazos y pecho comenzaron a sudar.
―¿Por qué no entras? ―pregunto Justin con un fallido intento de sonar tranquilo, aunque sabía que sus pensamientos y sus hormonas lo delataba―, ¿Quién… quién eres?
―No puedo entrar a menos que tú me lo pidas y en verdad lo desees. Vamos Justin, después de haber leído tanto acerca de nosotros, lo debes saber ¿cierto?
Ambos guardaron silencio.
Después, Justin dio unos cuantos pasos hacia atrás, despacio. Hasta que chocó contra la cama, se sentó en ella; entonces sucumbió ante sus deseos y sueños.
―Pasa ―dijo el chico―, quiero que… entres.
El hombre en el balcón guardó silencio, pero Justin tuvo una extraña sensación de que estaba sonriendo. Después comenzó a caminar, primero dio un paso, luego otro. Atravesó el umbral de la puerta y se encaminó hacia el joven. Llegó a su lado y Justin preguntó:
―¿Quién eres?
―Mi nombre es Claud… ¿en serio quieres que entre? ―Preguntó el vampiro mientras colocaba su mano sobre el pecho del muchacho, para recostarlo completamente sobre la cama― Después de esta noche… nada volverá a ser igual, pequeño Alfa.
―Te quiero… quiero que entres ―dijo al fin Justin, mientras cerraba sus ojos y dejaba que la helada mano de Claud encendiera cada poro de su cuerpo, sus pezones se endurecieron e instintivamente mojó sus labios con su lengua.

La mano de Claud acarició su pecho y bajó por su abdomen, hasta su entrepierna.

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