Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

sábado, 6 de junio de 2015

Once años después II

Afortunadamente vivían días tranquilos, sin preocupaciones ni sangrientas peleas que soportar. Fue por eso que decidió irse a Nueva Orleans a la universidad; al menos, ésa, fue parte de la verdad que dijo a la familia, aunque en realidad había otro motivo. Otra razón que solamente él, y su lejano novio Mark, sabían.
Nueva Orleans era la cuna de los vampiros en el mundo moderno, y era por eso que él estaba ahí. Sabía que si habría de encontrar información verídica al respecto, era ahí. Tal vez era por lo mucho que se ha escrito de la ciudad, tal vez su toque europeo. Quién sabe, lo cierto es que Justin estaba convencido de la existencia de los vampiros, sabía que eran reales pero quería comprobarlo por él mismo.
Recordaba que cuando cumplió once años y preguntó a cerca de estas místicas criaturas, la censura por parte de todos los miembros de la familia llegó irremediablemente, principalmente por parte de Jordan, quien nunca le había ocultado algo. Desde entonces, y gracias al hermetismo que envolvía a la manada en cuanto al tema, Justin comenzó a leer reportajes y escritos acerca del mundo vampírico.
Las historias de esos seres le resultaban completamente seductoras, al igual que sus protagonistas; encontraba todo el tema sumamente maravilloso y para nada sensacionalista. Aunque se topó con algunos escritos meramente fantasiosos —los primeros que comenzó a revisar—, mientras más se adentraba en su investigación, se topó con algunos datos sumamente interesantes, que parecían ser verdaderos.
Fue entonces que decidió continuar con su investigación.
Buscó por todos lados. De hecho, en todo momento aprovechaba la oportunidad para leer y recabar más información, así estuviera con Mark, en su departamento, en la playa o de compras.
Mark no comprendía la obsesión de Justin, pero era algo natural; para él toda la magia de los vampiros —y hombres que se convertían en lobos— era pura fantasía, que se veía en la pantalla o se leía en los libros. Nada más.
Aunque el momento oportuno de revelarse a su único amor (quien quiera que éste fuera), con su verdadera naturaleza, aguardaba en el interior de Justin; aún desconocía si Mark fuera ese alguien especial.
El pequeño local donde pagó por el combustible y compró las bebidas era viejo, pero parecía estar en buen estado. Mientras Justin encendía un cigarrillo, sintió una corriente de aire helado que chocó contra su rostro. Levantó su mirada hacia la oscuridad que se extendía más allá de las lámparas de las únicas dos bombas que estaban frente a él.

Era extraño, en medio de los inmensos pantanos de Luisiana, una corriente de ese tipo no podía existir, menos en pleno verano; entonces, sintió una presencia, alguien estaba a su lado derecho, luego a su lado izquierdo, e incluso detrás de él. A su alrededor sabía que alguien —o algo— estaba ahí.

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