Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

domingo, 26 de febrero de 2012

Noche de tango

La música sonaba con fuerza inquebrantable, dentro de aquél local que frecuentábamos con regularidad, como si intentara colarse por cada poro de nuestro cuerpo; como si deseara apoderarse de nuestros pensamientos y anhelos… cosa que eventualmente sucedió.

La caricia de la noche resultaba sumamente placentera. El viento fresco de verano refrescaba la piel sudada de todos los que nos encontrábamos ahí.

De pronto, y sin pensarlo siquiera, el delicioso, seductor, enigmático e increíblemente erótico ritmo del tango se escuchó en todos los rincones de aquel lugar. Como un grito en la oscuridad del alma, desvié mi mirada para observarlo atentamente.

Envuelto en sombras y luces rojas, mantenía una postura inquebrantable, firme y poderosa; así que, fue entonces cuando accedí a mis más primitivos deseos, me levanté del banco, tomé lo último que quedaba de mi copa y me dirigí hasta donde él se encontraba… sin pensarlo, le extendí la mano derecha.

No lo pensé con anterioridad, ni siquiera reparé en su reacción, hasta que me encontraba de pie frente a él. Entonces me pasó por la mente todo tipo de cosas… pero ¿qué importaba?

¿Qué importaba el mundo y sus ojos escrutiñadores?

Era hermoso, la música era hermosa. No había mejor mezcla que esa.

Con una sonrisa, me tomó de la mano y se levantó. Dejó su bebida de lado y caminamos hasta el centro de la pista, justo debajo del rayo de luz que enmarcaba nuestros movimientos coordinados y armónicos.

No fue necesario cruzar palabra alguna, todo lo que tenía que decirme y todo lo que yo deseaba decirle, lo hicimos mediante nuestra vista, fijamente clavada en nuestros rostros.

Nos deslizamos por toda la pista, avanzamos entre otras parejas que se dedicaban a simplemente imitar y tratar de alcanzar —patéticamente— nuestra perfección; avanzamos con anhelos y preguntas que no tenían por qué ser respondidas en esos momentos. En ese instante, lo único que importaba era que debíamos permanecer juntos, con nuestras manos entrelazadas viéndonos fijamente y moviéndonos al ritmo de las notas de aquella hermosa música argentina.


2 comentarios:

Thadeus dijo...

Así se baila el tango...

Xander VanGuard dijo...

Deberíamos intentarlo en alguna ocasión...

Te amo!