Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

lunes, 24 de enero de 2011

Bienvenida

Me tomó de la cintura, francamente no esperaba que me recibiera con semejante entusiasmo. Clavó su mirada en mis ojos y me mostró una sonrisa genuina. Única. En verdad estaba feliz de verme.

Cuando cerró sus ojos y acercó sus labios, hice lo mismo con el corazón en una mano y mi ardiente deseo de estar a su lado en la otra. Estiré mis brazos hacia su cuello y dejé que mi cuerpo se estirara lo más que podía. Me encanta sentir sus manos por todo mi costado, me hace sentir… deseado.

Comencé a suspirar en su oído, diciéndole en ese extraño idioma que no se detuviera, que siguiera adelante, sin miedo a lo que fuera a suceder. En verdad quería ver hasta dónde llegaríamos esa noche. Su lengua entró en mi boca y acarició la mía con húmeda firmeza, mientras sus manos bajaban por mis caderas hasta llegar a mis muslos. Acarició mi entrepierna con un deseo asombroso, con una sed prácticamente insaciable.

Tocó mis piernas y después se concentró en masajear mis glúteos.

Mi ropa deportiva cedió rápidamente ―bendito sea quien inventó estas prendas fáciles de quitar― y de inmediato tenía sus manos saboreando la tela de mi ropa interior.

Cerré mis ojos y apoyé mi cabeza en la pared. Comencé a jadear de placer y él aumentó sus movimientos. Los hizo más intensos.

Mis manos intentaban clavar las uñas en su espalda, pero no quería lastimarlo. Me debatía entre el deseo de morder su labio hasta que sangrara o dejar que me devorara el cuello.

Probablemente mis jadeos debieron haber ido en aumento, porque tapó mi boca con su mano mientras se inclinaba un poco para besarme el pecho.

La playera del gimnasio descansaba inherte en el piso, mi piel estaba sudada pero pareció no importarle, además de que no tuve oportunidad ―ni fuerzas― de resistirme a las caricias de su lengua. Mi pezón reaccionó con el roce y también mi miembro.

―Te extrañé ―le dije con un gemido entrecortado.

―Y yo a ti ―respondió él mientras bajaba mi pantalonera hasta que se hizo bola en mis pies.

No entendía qué me sucedía en ese momento, sólo sé que era una imagen demasiado deliciosa. Estaba sin nada más que el bóxer negro y mi piel blanca pegada a la pared.

Tomó mi miembro con sus manos y lentamente comenzó a masajearlo… una sensación inexplicable, incluso para mí.

«Deseaba verte ―me dijo mientras se tomaba algunos segundos para darme pequeños besos o diminutos mordiscos en alguna parte de mi cuerpo―, quería tocarte, besarte. Moría de ganas de abrazarte y sangraba por dentro mientras veía que el reloj no avanzaba más rápido.

Me miró fijamente, aún con sus manos en mi entrepierna, y me pidió que me entregara, que me dejara llevar… y que lo siguiera a su habitación.

5 comentarios:

Jared dijo...

Hola Xander hoy te salio una entrada un poc mas hot de lo que habituas a escribir ok se ve bien igualmente mm que seguiria en kla habitacion? XD

bueno nos lo imaginaremos hahaha(lol)

un saludo

Xander VanGuard dijo...

Hey Jared, gracias por los comentarios.

y pues la verdad esta entrada... digamos que fue "inspirada" en la vida real. De hecho tiene dedicación jaja.

y pues supongo que... sí... todos nos imaginamos lo que pasó en la habitación.

Saludos.

Thadeus dijo...

:)

Xander VanGuard dijo...

Supongo que sabes que esta dedikada para ti... Supongo que ves la similitud de akella noche.

Recuerdas? Aquella bienvenida? Yo la recuerdo todas las noches, en mis suenos, incluso, la veo y sonrio. Un magico momento, como los que vivimos cuando estamos juntos.
Te amo.

Thadeus dijo...

Claro, ahora imaginate cuando las bienvenidas ya no sean más en la casa de mis papás