Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

domingo, 23 de enero de 2011

La sexta carta

Salimos de tu hogar ―el último y probablemente el único que hayas tenido―, y tenía la sensación de que las hora pasaban con una lentitud que me torturaba sin tregua. Nos alimentamos de cualquiera que se llegaba a cruzar en nuestro camino.

Los jóvenes salían de los bares y clubes, totalmente absortos del terror y el peligro que les esperaba si se llegaban a tomar con aquellos dos chicos, de piel blanca y el tacto tan helado que quemaba.

Mientras avanzábamos, traté de darte algunos consejos, decirte unos cuantos trucos. Pero lo que más me interesaba hacer era ayudarte a comprender, tu rostro estaba bañado en confusión.

―Una manera rápida de aprender a cazar ―te dije mientras caminábamos por una calle, cercana al centro de la ciudad, que estaba un tanto desierta― es escogiendo sólo a los malvados. A la escoria de esta sociedad.

«En estos momentos, tu conciencia humana todavía gobierna tus actos y movimientos. Así que… piensa que estás haciéndole, a todos los demás, un gran favor.

Tu mirada me dijo todo lo que necesitaba saber, y sonreí.

«Ah, los inocentes son más atractivos, claro. Hermosos. Pero tarde o temprano, terminarán atormentándote si es que no logras primero controlar ese residuo de conciencia. Si deseas probar sangre limpia ―dije tomándote por el hombro. El contacto con tu cuerpo era electrizante. Paralizante―, deja viva a tu afortunada víctima. Otros bebedores de sangre terminan con su vida, por el mero placer de hacerlo. Yo, por el contrario, me alimento y por consiguiente, mato.

«Si no logras entender lo que estás a punto de hacer, mejor intenta controlarte. Corta un poco tu lengua y deja caer algunas gotas de tu sangre en la herida de tu víctima. Ésta sanará y la dejarás con vida.

En algún momento de la madrugada, pasamos por afuera de un lujoso salón de eventos. Había una celebración, y el lugar estaba atiborrado de personas. La unión en matrimonio de una pareja que realmente no tenía la menor intención de cumplir su voto de “hasta que la muerte nos separe”.

Él aseguraba que la amaría por siempre, pero sus pensamientos nos permitieron observar las escenas de la aventura que tuvo la noche anterior, con su cuñado, cinco años menor.

Los padres aseguraban que la unión era basada enteramente en el amor, pero en realidad pretendían salvar la precaria situación económica en la que ambas familias se encontraban.

Cuando estuvimos, tu y yo, frente a la reja, alcanzamos a ver a la hermosa novia mientras hacía su digna entrada al salón. Me encaminé por el vacío jardín, hacia el salón e inmediatamente me tomaste del brazo. Me pediste que me detuviera.

Tu posición humana me pareció imposiblemente tierna y considerada.

―No puedes alimentarte de ella ―me dijiste con un tono temeroso, aún dudando de tu capacidad inmortal y de tus asombrosos poderes.

―¿Por qué no? ―respondí yo, clavando mis ojos en los tuyos. Dios, pensé, es hermoso.― ¿Qué crees que la hace diferente de los demás?

No aceptaste mi respuesta, pero terminaste guardando silencio.

Comunicarnos con los humanos resulta mucho más sencillo de lo que muchos creen, y más útil en caso de necesidad.

Enfoqué su imagen en mi mente y hablé.

Tranquila ­―le dije―, todo estará bien. No tienes por qué soportar esta carga. No tienes por qué pretender amarlo. Él no lo hace. Todo puede terminar, aquí y ahora.

Ven conmigo.

Después de unos cuantos minutos, la chica salió por una de las puertas laterales del salón. Era como una visión. Una virgen de tiempos remotos, atrapada por siempre en sus virginales túnicas. Nos encontró en el jardín, debajo de un enorme árbol.

Recuerdo que, por un estúpido impulso humano, el hermano de aquella bella mujer salió en cuanto vio que desaparecía en la oscuridad.

¿Lo recuerdas?

―Adelante ―te dije sin decir una sola palabra.

Te acercaste a aquél bello joven y lo llevaste contigo, hacia el otro lado del jardín.

Mi mente estaba en ambos lugares, conversaba con mi hermosa novia y te cuidaba a la distancia, por si algo fallaba. Pero nada podía salir mal.

La conversación de los dos jóvenes era fascinante. Hablaban con tanta fuerza ―probablemente porque tú si eres de este mundo― y presencia. En un determinado momento, me acerqué más a mi blanca dama, clavó su mirada en mi rostro y en mis afilados colmillos. Al principio parecía no comprender lo que sucedía, pero inmediatamente su corazón entró en pánico.

Me gusta suponer que esos rasgos físicos, en un vampiro, son lo mismo que la excitación física de un hombre o una mujer. Surgen a consecuencia de estímulos, eróticos y sexuales.

Mientras mi blanca novia se acercaba más a mi, en el otro extremo del jardín se llevaba a cabo un acto mucho más hermoso y cautivador.

Con un rápido movimiento, tomé a mi doncella del cuello y la atraje hacia mi sin darle oportunidad de resistirse.

Clavé mis colmillos en su cuello. La piel cedió al contacto y sentí su sangre inundar mi boca. Bebí de ella y todos sus pecados, todas sus maldades, pasaron a ser míos. Limpié su alma y su cuerpo.

Mientras mantenía aquél íntimo acto con la mujer, sentí otro golpe de placer. Otra explosión de éxtasis que me ahogo en un suspiro silencioso. Te estabas alimentando de aquél hermoso joven, al mismo tiempo en que hacía mía a esa dulce y triste dama. Padre e hijo. Hermanos.

Dos amantes, alimentándose al mismo tiempo. Ahora me arrepiento de nunca haberte preguntado si llegaste a sentir aquella misma conexión.

3 comentarios:

Pandora de Lioncourt dijo...

Querido, permiteme elogiarte por esta serie de cartas. Primero porque he notado un gran avance en tu modo de redactar, haz dejado de utilizar parentesis para comenzar a utilizar guiones, muy admirable y algo que yo nunca aprendí a hacer.
Al leer tus cartas no puedo evitar pensar en un vampiro así al estilo Marius mas que a Lestat, sentado detrás de un hermoso escritorio de caoba y como única fuente de luz el resplandor de una chimenea. Redactando, en una hoja con unos hermosos grabados pero poco visibles para el ojo mortal, con una letra cursiva impecable sus mas profundos pensamientos.
Su semblante es serio y en algunos instantes se asoman expresiones de asombro y preocupación por el neófito al cual van dirigidas esas misivas...Levanta la mirada y contempla a través del ventanal las luces de la cuidad, como hermosas gemas en la inmensidad. Ha terminado de escribir y ahora es tiempo de cazar, de buscar un nuevo amante por una noche y olvidar la soledad...

Jajaja perdón querido, pero eso es lo que me provoca tu escrito, jajaj espero que no te moleste que haya puesto la escenografía a tu vampiro.
Sigue así querido, dile a Thad que organice una noche de Walpurgis que ahora ya puedo cualquier día de la semana (Tesis you know) :D
Los extraño!! cuidense!!!
Espero con ansias la Séptima Carta...

Xander VanGuard dijo...

Querida amiga:

Pues, antes que nada, hgracias por continuar fiel aste espacio y por seguir las cartas de este bebedor solitario que extrana a su hijo, a su amante.
La verdad es que la estructura que observas (muy atinadamente, por cierto) en las cartas se debe precisamente a eso: a que son cartas y la manera de escribirlas es distinta a los relatos de novela o cuento.
Se usan los guiones, en lugar de parentesis, porque estos representan un pensamiento mas del personaje (del autor a fin de cuentas) mas cercano a su persona. En alguna reunion social te lo explico para que puedas redactar mucho mejor!
Y en cuanto a la escenografia del personaje, escribiendo las cartas a su amor perdido y para nada me molesta que lo hayas hecho, al contrario. Gracias por adentrarte en los escritos e involucrarte de esta manera.

Te mando un gran saludo y nos vemos pronto. Cuidate, saludos.

Jared dijo...

El amor del maestro o creador por su creacion o pupilo vampiro

El extasis del amor =)

me gusto los entimientos y como lo describiste ^^

un saludo