Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

sábado, 20 de abril de 2013

Fragmento...

Publico un fragmento de la última historia corta que escribí: Abrazo.

Para el final, me pregunto -y claro que pueden comentar sus respuestas-: ¿Qué mejor persona para enamorarse, que de tu mejor amigo?


[...]
Aquel día, recuerdo que en algún momento, avanzamos por una calle y casi chocamos contra la puerta de un vehículo, de donde se bajó un joven con traje oscuro y corbata cuyo nudo ya estaba irremediablemente deshecho; su camisa blanca y su rostro de cansancio y aburrimiento.
No había color en su rostro, ni siquiera una sonrisa de satisfacción después de una larga pero productiva jornada laboral. Solamente había cansancio, tal vez un poco de desesperación; anhelos reprimidos de hacer, justo en ese momento, lo que nosotros hacíamos.
Un anhelo de dejar su costoso traje, aventar la corbata y correr por las calles de una ciudad inmersa en sueños y anhelos demacrados por la realidad en la que se sumergía día a día. Él quería acompañarnos, quería ser rescatado y nosotros podríamos haberlo salvado de su gris monotonía, de su vida rutinaria, solo necesitaba seguirnos, ir con nosotros, nada más que eso.
Pero, entonces, mi principal pensamiento, lo recuerdo perfectamente, fue el momento en que Iván se colocó detrás de mí y me abrazó con una deliciosa persistencia.
Era de noche y el viento se había hecho más frío, pero la belleza de la luna me tenía completamente enajenado de cualquier otro pensamiento, suspiro o ilusión; no me percaté hasta que sentí los brazos de mi amigo alrededor de mi cuerpo.
En tan solo un instante, estaba apoyado contra mí, su corazón chocaba en mi espalda, sus manos y dedos acariciaban la poca piel de mis brazos que estaba a su alcance.
Aún recuerdo su aroma, a sol y sudor, a viento y calor; una sutil mezcla de su aroma natural, desodorante de todo un día de uso y cigarro, ya casi imperceptible. Fue una excitación para mi olfato, un aroma sumamente masculino, varonil, único de Iván y de nadie más.
Todo fue alucinante. Mi corazón estaba desbocado, jamás había estado así con mi mejor amigo y jamás lo volvimos a estar.


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