Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

martes, 19 de julio de 2011

De noche, ellos duermen; yo, camino...

Desde hace unos meses comencé una nueva historia.
Había querido publicar algún fragmento de ella pero la verdad es que no tenía mucho material como para darlo a conocer. Pues bien, terminé la introducción y el primer capítulo de esta nueva historia que, en general, habla de un chico que se entrega a la noche. Que comienza a volar por las calles de la ciudad y a encontrarse con otros seres bastante interesantes.
En esta ocasión, no me refiero a las fantásticas criaturas de las que escribo con regularidad (vampiros y hombres lobo), sino a algo sumamente real que encontramos en nuestras ciudades y que inconscientemente pretendemos que no sucede.
El oficio de la prostitución, se dice, es el más antiguo de la historia de la humanidad… así que me pareció interesante abordar este tema, pero no desde una perspectiva de crítica ―que puede ser buena o mala― o con el afán de crear conciencia en torno a esta realidad tan polémica. En esta ocasión, platico y “desnudo” (si se me permite la expresión) el alma de esas personas que hacen lo que tienen que hacer y lo que quieren hacer.
Espero que les agrade, dejo un fragmento de la introducción de la historia y posteriormente publicaré algunos párrafos de los capítulos, conforme los vaya terminando.
Saludos, y espero sus comentarios.

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En cuanto llego a esa esquina, que admite peatones y viajeros durante las horas diurnas, todos y cada uno de los santos días del año, que ignoran completamente las actividades de “perdición” y “depravación” que se viven cuando se pone el sol; en cuanto me coloco en ese lugar, experimento una combinación de emociones tan deliciosas y emotivas que me ayudan a soñar.
Sueño despierto con todas las maravillas que inician en cuanto se acaban los rayos del sol y en el momento justo en que la luna reclama su debido espacio para colorear de plata el cielo y las calles que recorremos incansablemente. En cuanto me coloco debajo de aquél farol que ya se ha convertido en mi punto de referencia y, mucho más que en eso, en mi compañía en las más profundas cavilaciones y reflexiones de filosofía que nacen de mi mente; en ese preciso momento, comienza mi exhibición. Comienza mi muestra de arte, la galería del mundo abre sus puertas a contemplar todo tipo de expresiones artísticas: belleza, determinación, sufrimiento, tristeza, alegrías y convicciones perdidas en los eternos océanos que se enfurecen en esos rincones de la mente del ser humano.
¡Comienza el show! ¡Comienza la demostración!
La entrada es libre, al menos para contemplar, pero también se aceptan propuestas y subastas en donde los mejores postores resultarán, por mucho, beneficiados con caricias placenteras y el calor de los cuerpos en la cama; o lo que me sucedió aquella noche, solitaria y fresca, una deliciosa conversación.

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