Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

sábado, 16 de febrero de 2013

Escribir I


¿De qué se trata el escribir?
Me he dado cuenta que suelo comenzar mis escritos, meditaciones y cavilaciones, con preguntas retóricas. De alguna manera me parece una forma sencilla de enfocarme en un tema y simplemente comenzar a darle respuesta, todas las que sean posibles.
Así que, en esta ocasión, escribo a cerca de escribir.
¿Qué significa escribir? ¿Qué representa tomar la pluma y una hoja, o pulsar las teclas de la máquina?
Definitivamente debo afirmar que depende totalmente de cada persona; entonces, no me atrevo afirmar que escribir sea la actividad más importante para todos —nunca me ha gustado emitir juicios contundentes, definitivos; cuando hablamos de los gustos de las personas, o de sus actividades, jamás es algo definitivo—, no puedo decir que escribir sea la función intrínseca del ser humano, no puedo decir eso.
Escribir, para muchos es una carga, una obligación y una función que les es encomendada, por cualquier cuestión, y que simplemente no están seguros de poder cumplir, por lo tanto fallan.
A lo largo de la convivencia en la vida de una persona, principalmente en situaciones educativas y posteriormente laborales, la redacción denota la formación del individuo y su facilidad, o dificultad, de desarrollarse mediante la palabra escrita. Lo vemos claramente en los salones de clases, cuando les pedimos a los alumnos que realicen un ensayo —quizás el género literario más sencillo, a mi parecer— sobre un tema en específico, cuando se necesita evaluar el aprendizaje al respecto de éste; o, mejor aún, sobre cualquier otro tópico, cuando lo que se requiere es evaluar el desenvolvimiento en la redacción, los rostros de los ordenados demuestran todo tipo de sentimientos: pereza, principalmente; frustración, por no “saber escribir”; desinterés, probablemente por diversas actividades más llamativas.
Son pocos quienes dejan ver un semblante de satisfacción y emoción. Incluso a niveles profesionales, dentro de cursos de posgrado, los alumnos aún se resisten a abrir su mente y vaciar todo ese torrente de ideas que tienen encerrado bajo candados irrompibles, y emitir un juicio al respecto de un tema específico.
Entonces, ¿qué significa escribir? ¿Por qué no podemos liberarnos y hablar a través de nuestras palabras?
El lenguaje hablado ha sido la forma natural por excelencia de comunicar nuestros sentimientos, externar nuestras necesidades y comunicar los pensamientos;  ha existido desde el inicio de los tiempos y ha evolucionado —me atrevería incluso a afirmar que ha marcado la evolución del ser humano— a través de milenios y milenios de desarrollo social.
Junto a la lengua, la palabra escrita ha figurado en todos los tiempos, en todas las culturas de la humanidad. Primero a través de dibujos con significados intrínsecos, que representan ideas; después, a través de caracteres precisos que deben ser combinados y agrupados para que cumplan la función de la comunicación.
Quizás es aquí donde, involuntariamente, nos extraviamos en el camino del desarrollo lingüístico —no pretendo, aclaro, hacer pasar lo que simplemente son opiniones personales como si fueran teorías o posturas estudiadas dentro del campo de la lengua—, creemos que escribir es comunicar.

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