Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

lunes, 16 de mayo de 2011

Cáliz blanco

Debo comprender que todo tiene un sentido en esta vida. Debo aprender que las oportunidades llegan, si las buscas, en cualquier momento y de la forma más inesperada.


Sin embargo, pienso y reflexiono en este momento, me encuentro profundamente identificado con un objeto inanimado ―e incluso inexistente en el mundo físico― que tengo justo frente a mis ojos: esta hoja blanca.


Mientras presiono las teclas que forman palabras virtuales, abstracciones de mis sentimientos y mi realidad, no puedo evitar sentirme relacionado por medio del simbolismo y de la comparación, con la hoja blanca que sirve de marco para estas líneas. Pienso que representa mi estado actual de pensamientos, reflexiones y sentimientos en torno a un objetivo en concreto; todo en torno a una ilusión que ―al menos por el momento― parece estar cada vez más alejada de volverse una realidad.


Lo blanco del papel, pienso tristemente, representa el vacío de ese recipiente supra-personal al que acudo cuando deseo comenzar un nuevo relato. la vasija donde se encuentra el poder oscuro y místico de la inspiración, de pronto llega a niveles críticos en los que es necesario comenzar a llenarla de inmediato. No hay tiempo que perder, y justamente siento que he perdido mucho de ese tiempo.


Ha sido mi sueño y anhelo, de los más profundos que tengo, llegar a convertirme en un novelista de prestigio y con una trayectoria que ―sin deseos de que sea reconocida― me deje satisfecho. Probablemente no lograré la fama internacional (lo cual, debo afirmar, me tiene verdaderamente sin problema y sin preocupaciones, puesto que considero que en muchas ocasiones ese amplio reconocimiento y ese prestigio “profesional” es más fácilmente medible en cantidades de libros vendidos y en lo que esto se traduce monetariamente; aún por encima de la calidad de la escritura y la profundidad de las ideas que se expresan en los libros. Encontramos en bastantes ocasiones, novelas que parecen haber sido creadas de manera automática y por demás descuidada, pero que representan íconos de las sociedades que las crearon y que presentan paradigmas comunitarios que hacen que nos preguntemos: ¿Cómo demonios llegó el libro “X” a estar en tantas librerías y centros literarios por todo el mundo, si su contenido definitivamente deja mucho que desear?), o la tan codiciada riqueza producto de las ventas de los ejemplares literarios. Lo que en verdad anhelo es ver mi obra publicada, en alguna estantería de una librería, en donde los jóvenes, adultos y viejos, puedan observar e incluso identificarse con mis personajes. Que se deleiten con mis paisajes, con aquél océano verde que encontré detrás de unas montañas nevadas, que se alegren por las emociones de mis personajes y que los acompañen incluso en los más bajos desatinos de la vida.


Ese ha sido siempre mi ilusión, al menos una de ellas, y sin embargo considero que en lugar de dirigirme en la dirección correcta (y empleo este distintivo en la palabra correcta, debido a que cabe en este momento preguntarnos ¿cuál es la dirección correcta hacia donde quiero llegar?) me encamino completamente hacia el otro lado sin miedo a dónde pueda dejarme y ―aparentemente― sin deseos de detenerme.


He plasmado experiencias, he usado vivencias en los relatos, que felizmente dono a mis personajes. Eso es lo que un escritor hace. Selecciona un personaje, crea un escenario físico y en su afán de armar la escena “perfecta”, a través de sus propios ojos y experiencias, lo hace llorar, reír, sufrir o amar sin medida. A través de las palabras de un escritor, las propias experiencias de la vida, encuentran cabida dentro de la existencia de un personaje que no llegará a ser más real que el lector desee que lo sea.


“Reflejo de emociones”. Definitivamente.


Los escritores plasmamos nuestras vivencias, nuestros personajes las hacen suyas y sonreímos cuando ellos cargan con ese peso y no nosotros. Gozosamente se sacrifican en nuestro nombre para sangrar y llorar por nosotros, y comparten alegremente las alegrías con sus creadores.


Estas hojas en blanco, representaciones abstractas de una realidad actual y triste, se asemejan a ese cáliz en el que encuentro la inspiración. Este espacio en blanco representa mi estado actual de inspiración… lo que me deja la sensación de caminar cada vez más lejos de ese horizonte eternamente buscado.

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