Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

sábado, 30 de mayo de 2015

La fantasía


Poseo un gusto genuino y delicioso por la fantasía.
La magia y los seres que crea, en libros, películas, cuentos; historias y verdades, mitos, realidades, se muestran con soltura y naturalidad.
No se necesita vivir en un mundo de hadas o hechiceros, basta simplemente con acariciar las portadas y pasar las páginas u oprimir el botón de play; basta con fijar los ojos en la primera letra de la primera palabra, luego en la segunda, la primera coma, el primer punto; basta con estas simples acciones que inevitablemente nos llevarán hasta un lugar repleto de fuerzas ocultas, criaturas inimaginables y la interminable lucha del bien y el mal.
Así, la fantasía te envuelve con cada párrafo que pasas, con cada hechizo conjurado; con la irresistible pugna de lo hermoso y lo terrible. Y es que no solamente lo absorbo como cualquier obra, sino como una necesidad de ser y espíritu. No solamente te aleja de la sobrecogedora realidad —más brutal incluso que los días de ese mundo—, sino que te adentras en nuevas expectativas, nuevas visiones y con la nube más alta del firmamento al alcance de tu mano. Con la fantasía, como realismo mágico, mitología o de cualquier tipo, te encuentras inmerso en un universo sorprendente, que consideras accesible en cualquier momento.
La magia que la fantasía ofrece resulta incompatible con la decadencia del mundo real; incongruente con lo que experimentamos, día a día, en las calles de nuestras ciudades o en las habitaciones de nuestros hogares.

Por eso, en un intento de escapar del mundo en el que vivimos, me permito nadar en las historias fantásticas.

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