Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

lunes, 15 de noviembre de 2010

Sentimientos de Fotografía III

Mientras Alieu se encaminaba a la mesa de los vinos, a través de las puertas de cristal vio llegar a alguien que llamó poderosamente su atención. Una visión. Una ilusión.

Un chico que se veía por demás apuesto en ese traje plata y con la camisa blanca.

―Aquí estas ―dijo Laura cuando se encontró nuevamente con él― te estaba buscando.

La chica intentó relatar su encuentro con aquél joven, mayor que ella y con una forma de pensar bastante parecida a la suya, con una barba sumamente sensual y una voz que le derritió hasta el alma.

«¿Me estás escuchando? ―preguntó ella― Alieu, te estoy hablando.

―Sí, te escucho ―contestó el muchacho mientras sostenía la mirada en aquél joven que se movía discretamente entre todos los invitados―. ¿Quién es él?

El rostro de la muchacha reflejó resignación y entonces decidió escuchar ella a su amigo.

Alieu veía fijamente al hijo de un distinguido periodista y novelista de aquella ciudad y él ni siquiera lo sabía.

―No tenía idea. ¿Estás segura?

―Claro que estoy segura. En una ocasión fui a la casa de su padre, a entrevistarme con él, y fue precisamente él quien me abrió la puerta. Es guapo el muchacho.

¿Guapo? Es… hermoso. Podría, podría escribir montones de historias de él. Y no puedo creer que sea hijo de--

«Dios, la verdadera maravilla de la vida humana, la asombrosa propuesta de algo más cercano a la perfección no se aprecia completamente en un retrato como afirma mi hermano; sino a través de la vista que se asombra con la belleza y la fuerza cuando las tiene de frente.

«La perfección podrá no existir, pero… juro que él es lo más cercano a ella.

El rostro de la chica a su lado ―de haberlo observado― denotó extrañeza y una expresión que afirmaba que su amigo en verdad estaba loco. Todos los de esa familia estaban locos.

Evidentemente el muchacho tenía su atractivo, además de que muchos se ven bien cuando usan ropa elegante, pero ella recordaba haberlo visto en un pantalón de mezclilla, con una playera ajustada (ya que indudablemente parecía tener buen cuerpo) y con el cabello hecho un completo desorden. En ese chico había algo que llamaba vagamente la atención de las personas, pero no se atrevería a describirlo con las palabras que utilizó su amigo: ¿Hermoso? ¿Perfecto?

―¿Cómo se llama? ¿Lo sabes?

―Me parece, pero no estoy segura, que se llama Nicolás.

―Nombre de la realeza. Estupendo. ―Alieu tenía una obsesión con los nombres de las personas, estaba loco por ellos, probablemente se debía a su condición de escritor.

«Una maravilla que esté aquí, y una fantástica coincidencia que estés aquí. Vamos, tienes que presentarme, trata algo acerca de la entrevista con su padre y preséntame con él.

La chica dio un profundo suspiro, lo tomó del brazo y lo jaló hacia donde estaba el objeto de visión del muchacho.

―Eres increíble.

―Lo sé ―contestó él.

Después de que la chica presentó a los dos jóvenes, Alieu tomó las riendas de la conversación procurando no llegar a molestar, fastidiar o empalagar a su nuevo conocido.

Mantuvo una conversación casual y tranquila, Hacía esporádicas referencias al evento en el que se encontraban, pero sin ahondar mucho en ese tema. Suficiente tenía con que su amiga lo hubiera presentado como “el hermano del artista”, ya que para Alieu la frase solamente era “el hermano de…”, “el hijo de…”, “el amigo de…”.

Nicolás parecía agradable. Afortunadamente no sólo era una cara bonita y un cuerpo que prometía ser mejor, no sólo podía imaginarse un sinfín de historias y novelas que escribir a cerca de él, sino que podía mantener una conversación verdaderamente amena y Alieu se preguntó acerca de esto. Sentía una gran atracción hacia el muchacho, pero no podía afirmar lo mismo de él hacia su persona.

¿Sería tan ameno con todos? Ésa simple pregunta le repugnó hasta lo más profundo de su corazón. No soportaba la idea de que fuera una persona sumamente amable con todos los demás y mucho menos que lo tratara a él como a todos los demás.

¿A caso sería así porque… cabía la posibilidad de que compartieran los mismos intereses? ¿Aquellos anhelos mutuos y ardientes deseos que pueden compartir solo dos personas, dos iguales?

Fuera cual fuere la respuesta, pretendía averiguarlo.

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