13. Una nueva manada.
Me acerqué a Axel, quien estaba de pie viendo hacia abajo. Volteó a verme y cerró sus ojos, sabía que quería transformarse pero le pedí que no lo hiciera. Me arrodillé frente a él y lo abracé fuertemente. No quería dejarlo ir, no deseaba apartarme de él. Sentía nuevamente su calor en mi piel y en mi corazón. Sabía que se estaba recuperando. Alcancé a sentir los fuertes latidos de su corazón. Cerré mis ojos y acaricié su lomo, jugué con sus orejas, y tiernamente comenzó a lamer las mías. Estaba realmente feliz de tenerlo de nuevo a mi lado, estaba feliz de él estuviera bien. Seguí abrazándolo hasta que con unos movimientos de su cabeza y de sus patas me indicó que aún faltaban ciertas cosas que atender.
Frente a mí, rodeado de Leo y Nahtiash, estaba Tex. Reconocí sus colores inmediatamente. Sin ningún sonido, se transformó y quedó arrodillado. No se levantó, a pesar de mi invitación a que lo hiciera. Decidí entonces, agacharme también yo.
―Tex… sé que no querías que pasara todo esto. Entiendo que estabas siguiendo las órdenes de tu padre como tu Alfa, y que en algún momento deseaste que recobrara el sentido. Sé que llegaste a confiar en que no pasaría a más. También tengo claro que nunca me has deseado cerca de ti, y que nunca me has considerado parte de la manada – los ojos de Tex estaban llenos de lágrimas y de odio.
«A pesar de todo lo que ha sucedido, puedes tomar una decisión. Ellos – dije apuntando a tres lobos que quedaban de los aliados de Dexter – no honran nuestros principios ni llevan en alto la magia que tenemos dentro, cada uno de nosotros. Eres bienvenido a esta manada, si es que así lo deseas. De lo contrario, he de pedirte que no vuelvas nunca a estas tierras. No mientras yo guíe a esta familia»
―Verdaderamente tienes las ideas de Oly firmemente guardadas en tu mente y en tu corazón, Jordan. Sin embargo, aunque no haya obtenido lo que me fue prometido, nunca seré parte de tu familia.
―Eso es algo que yo no puedo cambiar, si es tu decisión.
―Y nunca serás Alfa de esta manada – dijo con un tono serio volteando a verme, por fin, a los ojos.
―Eso tampoco puedo cambiarlo, porque no es mi decisión – Leo, Amy, Yagtiah y Axel estaban detrás de mí, cuidando mi espalda. Los cuatro lobos estaban en un arco a mí alrededor, majestuosamente de pie, cuidando su territorio y al Alfa de su manada. Tex se dio cuenta de esto e hizo una mueca, como si fuera un intento de sonrisa.
―Entonces hemos llegado a donde me temía – Tex se puso de pie y yo hice lo mismo. Los lobos detrás de mí se pusieron algo tensos, pero mantuvieron su postura. Tex comenzó a caminar hacia atrás sin apartar su mirada de mis ojos – solo una pregunta gran Alfa… ¿Cómo es que planeas mantener viva esta manada si estas enamorado de tu Guardián?
Después de lanzar su veneno, Tex se retiró por el sendero que seguía al norte del lago. Los tres lobos corrieron tras él, fue entonces cuando sentí las miradas de todos los que estaban presentes. Algunas, como la de Nicolai y su gente, eran de comprensión y apoyo; otras como las de Leo y Amy eran de confusión y sorpresa.
Axel estaba acostado en la cama de nuestra habitación. Hacía ya mucho tiempo que no entraba ahí. El ambiente fue agradable. Cuando entré, no me sentía tan tenso como me había estado sintiendo en la sala. Cerré la puerta e inconscientemente suspiré profundamente. Estuve caminando por la habitación tratando de descubrir qué iba a hacer en ese momento. ¿Qué sigue? Me preguntaba constantemente. ¿Qué tengo que hacer?
Abajo todos esperaban que algo sucediera. Había peleado por un lugar al que pertenecía, pero no tenía ni idea qué es lo que hace un Alfa. Qué era lo primero que tenía que hacer. ¿Algún discurso? ¿Una fiesta? ¿Qué? Me dejé caer sobre un sillón que teníamos en una esquina, cerré mis ojos y disfruté del silencio. Pero disfruté aún más de la voz adormecida de Axel.
―¿Jordan? – preguntó tallándose los ojos para despertar.
―Aquí estoy amor – me puse de pié y caminé para sentarme enseguida de él. Aunque no era lo que en realidad quería, lo que deseaba era acostarme a su lado y preguntarle ¿qué tenía que hacer? ¿Qué es lo que íbamos a hacer? Pero no me pareció justo abrumarlo con tantas preguntas estúpidas - ¿Cómo te sientes?
Su cabello llegaba hasta su cuello, se veía sumamente atractivo en esa posición. Mis dedos resbalaban libremente por su cabello, me encantaba acariciarlo, tanto a él como a su loup.
―Bien… un, un poco mareado – se acomodó en la cama y se sentó recargándose en la cabecera. Traía una playera puesta, pero sabía que debajo de las cobijas solo traía un delgado bóxer. Me llegó a la mente, la loca idea de saltar sobre él y comenzar a hacer el amor. Quería que me tomara y reclamara su premio en ese justo momento. Estuve a segundos de quitarme la ropa y dejarlo que hiciera de mí lo que mejor le pareciera.
―Todavía estas cansado, guapo. Llevaste a tu lobo al límite, lo obligaste a convertirse. Debes descansar y dejarlo descansar.
―No sabía si estabas bien o no… cuando, cuando salí por la ventana sabía que te había dejado con Nicolai, pero… después, perdí tu conexión, creí que habías-
―Shh. Tranquilo, ya no hablemos de eso… todo pasó, ya todo terminó. Hiciste muy bien tu trabajo. Axel volteó a verme y me deslumbró lo hermosa de su sonrisa, a pesar de las adversas circunstancias.
―Tenía que mantener a salvo a mi Cachorro. Su comentario enterneció hasta lo más profundo de mí ser. Acogió mi corazón y lo envolvió con una calidez deliciosa.
―Y lo hiciste… te debo mi vida Axel. Te debo todo.
―Tú tienes mi corazón, no me debes nada. Pero – guardó silencio por un momento, y en su rostro salió una muestra de tristeza - ¿qué sucede? No… no te siento, no lo siento.
Sentí un dolor en el estómago cuando recordé que mi lobo se había sacrificado por mí, para poder salvarme. No fue lo mismo que le sucedió a Axel. Él estaba en su forma humana cuando lo atacaron, de alguna manera su lobo estaba a salvo dentro de su cuerpo. Pero conmigo fue al revés. El más lastimado había sido el hermoso animal, y dejó a salvo mi figura humana dentro de él. No tenía las palabras para explicárselo, me resultaba sumamente doloroso hablar de eso.
―Hizo… hizo un sacrificio para permitirme vivir.
La respuesta pareció golpear a Axel justo como me había golpeado a mí. Me abrazó fuertemente y me susurró lo siento a mi oído.
―¿Qué sucedió con Tex? – preguntó obviamente tratando de cambiar el tema.
―Dexter le había asegurado que iba a ser el nuevo Alfa. Cuando no cumplió su palabra, Tex no hizo nada para impedir que lo atacáramos por sorpresa. Lo vi caminar alejado de donde estábamos. Solamente estudiaba el momento, observó cuando su padre estaba sobre mí, y… cuando tú lo atacaste.
―Al menos la manada está a salvo, y podremos continuar – retomar, más bien – nuestras vidas. Aunque considero sumamente necesario incrementar la seguridad, y dar algunos programas de entrenamiento ¿no crees?
Al menos su costumbre de decir bromas en tiempos difíciles seguía presente.
―Todos pelearon muy bien… en especial tú, y ahora… necesitas descansar. Iré a prepararte algo de comer. Duerme un poco, quieres – me incliné para besarlo en la frente pero me tomó del cuello por sorpresa y me acercó para besarlo en los labios. El contacto fue fuerte, con urgencia y con deseo. Al final tenía la respiración agitada, pero me sujetaba con fuerza.
―Deseo tenerte.
―Tranquilo Lobo. Todavía estás débil. Descansa un poco y… después tendrás tu premio.
Axel deslizó su mano hacia mi entrepierna y comenzó a masajearme con su tacto firme y constante. Cerré mis ojos y mojé mis labios.
―Deseo tenerlo ya. Y… parece que también tú lo deseas.
―Como no tienes idea. Si él lo quiere… no veo por qué no pueda tenerlo – pensé pero entonces escuché que alguien llamaba a la puerta de la habitación. Amy asomó su rostro y preguntó con discreción si podía pasar.
―Voy por algo de comer – tuve que tranquilizar mi deseo que crecía de una manera evidente.
Intenté tardarme lo necesario en la cocina, mientras Amy hablaba con Axel. Yagtiah estaba ahí haciendo algunos sándwiches. Ese muchacho parecía que leía mi mente.
―¿Hambre? – preguntó ofreciéndome un plato y en la mesa había un vaso de refresco. Por toda la emoción y las cosas que habían sucedido, no me había percatado que tenía demasiada hambre.
―Gracias. Yagtiah… siento que todavía no cuadran las cosas aquí. Como si, no encontrara el lugar en que tengo que acomodar determinadas cuestiones. Todo está demasiado desordenado y siento que todos esperan que comience mi trabajo inmediatamente. Lo único que quiero es saber qué hacer.
―Lo único que necesitas es descansar. Estás exhausto, has estado trabajando mucho, y lograste tantas cosas en estos días que ni siquiera te das cuenta de ello. Debes descansar Jordan. No tuviste una segunda oportunidad para dejarte caer… ¿cierto? Sabes que se lo debes.
Yagtiah tenía razón. La memoria de mi amigo, de mi alma, de mi logo merecía que no me dejara caer. Comprendí entonces que era necesario hacer algunos cambios en esta manada. Tenía que asegurarme de dejar todo en orden, previo a mi partida.
Subí las escaleras y me detuve un momento afuera de la habitación. No quería escuchar lo que estaban hablando Amy y Axel, pero no lo logré evitar.
―Lo supe desde hace muchos años hijo. Sabes que no puedes engañar a una madre. Además… no eres tan difícil de leer. Tus ojos hablan por ti. Amy tenía razón, los ojos de Axel eran como dos espejos, como dos estanques que reflejaban la blanca luz de la luna, podías ver todo a través de sus ojos. Yo sé cuánto lo quieres-
―Lo amo, madre.
―Entiendo lo que me dices y también te comprendo, pero… ¿qué es lo que va a suceder Axel? ¿Cómo va a poder guiar a nuestra manada?
―Podremos intentarlo. No quiero dejarlo. No lo voy a hacer.
―Pero necesitará hacer algo con su manada Axel. No es nada sencillo, no digo que no pueda, sino que no va a ser nada sencillo.
Las palabras de Amy me golpearon como agua fría en la cara. Entendí entonces que verdaderamente no iba a ser sencillo, y entonces la solución a todo la tenía frente a mí, más clara que nunca. Tenía que marcharme de esa manada. Después de todo… sin mi lobo, era ridículo que fuera Alfa. Tal vez nadie sabía de esto aún, y no tenían por qué enterarse. Debía actuar rápido.
Bajé a la biblioteca y me encerré en el estudio de Oly. Aún podía percibir el aroma a sangre en el piso. Tomé una de las hojas que estaban esparcidas por el piso y una pluma. Comencé a escribir todo lo que pretendía decirles a cada uno de mi familia.
Cuando llegó el turno de Axel, mis ojos se llenaron de lágrimas y solamente pude escribir dos palabras.
Te amo.
Era mi deseo que alguien capaz continuara guiando a la manada, ya que me encontraba imposibilitado para hacerlo yo. Me interesaba que estuvieran a salvo y creía que Leo era justamente el indicado para hacerlo. Les pedí que recordaran lo que Oly siempre decía: “El Alfa usa la cabeza, no la violencia. No se puede apagar fuego con fuego”
Agradecí infinitamente la importante ayuda de Nicolai y sus acompañantes y les aseguré que siempre encontrarían las puertas abiertas en estas tierras. Estaba seguro que, aunque no fuera yo quien los recibiría, siempre habría un lugar para ellos en esta manada.
Me dirigí especialmente a Yagtiah y entregué las hojas cuando terminé. El chico estaba confundido pero entendió inmediatamente de lo que se trataba.
―Ya no pertenezco aquí Yagtiah. Aunque desee… mi amor por Axel me impide mantener viva esta manada. Estoy seguro que Leo y Amy se encargarán de esto. Además… sin la magia de mi lobo, realmente no me queda mucho que hacer aquí.
―¿Qué pretendes hacer? – preguntó con sorpresa en su rostro.
―Tal vez regresar a Las Vegas. Seguramente encontraré algo ahí… o, bajar por la costa. Siempre he querido aprender a surfear – lo único que pude ofrecerle fue una cálida sonrisa, que él contestó con otra, y le aseguré que todo saldría bien. Me mantendría en contacto solamente con él, para lo que le pedí que se quedara ahí. Querría saber cómo estaban todos, especialmente Axel – por favor… no menciones a dónde me dirijo. Ni les digas en dónde estoy, cuando me ponga en contacto contigo. No quiero causarles más dolor del que ya les he causado.
«Y… por favor Yagtiah – me estaba dirigiendo ya hacia la puerta de la casa – quédate aquí. Ayúdalo, cuídalo por mí»
―Sabes que lo haré… pero no es a mí a quien tienes que mantener tranquilo.
Nos despedimos en la puerta con un fuerte abrazo y comencé a caminar hacia el frente. Bajé por los caminos serpenteantes de la colina y no tardé en encontrarme con la autopista que llevaba directamente a Sacramento. Tomé en cuenta que era la segunda vez que huía de casa. Pero era la primera vez que me iba de mi hogar.
Comencé a caminar por la carretera y cada vez que algún camión de carga o automóvil pasaban a mi lado esperaba que alguien pudiera llevarme a Sacramento. Me había convertido en una persona errante. Sin un destino fijo, sin una meta concreta. Pero mi tristeza más profunda era que no tuve el valor de despedirme de Axel. Me pareció una manera sumamente cobarde de alejarme de él pero era algo que tenía que hacer. No esperaba que lo fuera a comprender pero mi corazón no resistiría decirle adiós. Cada paso que daba era un incremento en el odio que sentía hacia mí mismo por ser tan cobarde.
Caminé hasta que cayó la noche y después seguí caminando. Sentía que había recorrido una distancia enorme, aunque después del viaje que hicimos hasta los terrenos de Nicolai, nada parecía tan grande. Pero en realidad había avanzado unas cuantas millas, solo que lo iba haciendo a un paso sumamente lento. Las luces de los vehículos alumbraban de pronto la autopista y destruían el brillo de la luna sobre el asfalto. Me agradaba sentir el aire que dejaba detrás, algún camión o autobús. Nadie se detenía.
Comencé a creer que caminaría toda la noche hasta llegar a la ciudad. O algún poblado donde pudiera dormir. De pronto las luces de un auto alumbraron la autopista, volteé y el conductor cambió a las altas. Me tuve que cubrir el rostro y fue cuando supe que estaba disminuyendo la velocidad hasta detenerse completamente a mi lado.
La ventana estaba cerrada. No podía ver hacia adentro y nadie se bajaba del vehículo. Sentí entonces que, a mis espaldas, algo se movía. Un lobo color canela salió detrás de un árbol y se puso junto a mí.
―¿Yagtiah? ¿Qué-
No tuve oportunidad de preguntar qué estaba haciendo ahí, cuando del lado del conductor Axel salió del vehículo y caminó para ponerse frente a la luz blanca artificial.
―No puedo creer que después de lo que hice simplemente te fueras. No puedo creer que después de desgarrarme el culo por ti… me dejaras solo. ¿Sabes que me mordieron en el brazo y en las dos piernas, aventé a un psicópata por un acantilado? Prácticamente – comenzó a avanzar hacia donde me encontraba yo, en la seguridad de la oscura noche – tienen que rasurarme toda mi cola para poder curarme la pierna, y aún así… simplemente… ¿te vas?
Axel estaba frente a mí viéndome directamente a los ojos. Mi corazón estaba brincando como loco dentro de mi pecho.
―No… no tenía nada que hacer ahí – dije en voz baja – he perdido a mi lobo y-
―¡PERO NO ME HAS PERDIDO A MI! – Gritó Axel como si estuviera a punto de llorar – No me has perdido a mí Cachorro. Voy a estar a tu lado… si es que me aceptas.
Me lancé sobre él y sentí que hizo una mueca de dolor pero no se movió. Lo abracé fuertemente y comencé a besarlo hasta que lanzó un gemido, al principio lo confundí… después me di cuenta que era de dolor. Me di cuenta que había apretado su brazo vendado.
―¡Lo siento! – le dije haciéndome un poco hacia atrás - ¿te lastimé?
―No puedes lastimarme Cachorro, a menos que sea arañando mi espalda - cuando me guiñó su ojo y me sonrió supe que era con él con quien quería pasar el resto de mis días. Supe que era con él con el que quería despertar todas las mañanas, hacer el amor todas las noches y dormir plácidamente hasta el final de nuestros días
―Vamos… - dijo y extendió su mano para abrir la puerta del auto. Entré y suspiré profundamente. Sentía que todo estaba volviendo a la realidad. Cuando Axel entró por el otro lado y sujetó con una mano el volante, volteé a ver hacia afuera y vi que Yagtiah se preparaba nuevamente para correr.
―No te preocupes, le gusta correr. Además… tal parece que le pediste que no me dejara solo, así que… está cumpliendo su palabra.
―¿A dónde vamos? – pregunté.
―A formar nuestra nueva manada.
Sujeté la mano de Axel con fuerza y sonreí con su tacto. Era cálido, firme. El movimiento del auto no tardó en vencerme y me quedé completamente dormido.
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