6. Descubriendo.
Teníamos ya varios días buscando a los miembros de la misteriosa Manada del Norte. Habíamos buscado por localidades cercanas en los bosques de Alaska. Barríamos toda una buena extensión de tierra y no encontrábamos nada. Regresábamos al final a nuestro lugar de partida con la firme intención de comenzar de nuevo al día siguiente. Cada vez más sentía la desesperación de Axel, pero de igual manera podía percibir su determinación por seguir buscando y no solamente por seguir buscando sino por llegar a encontrarlos.
―Tenemos que encontrarlos Jordan. Tenemos que encontrar a alguien. Oly siempre hablaba de ellos, no pueden ser solamente una leyenda.
―Lo sé. Los vamos a encontrar. En verdad lo vamos a hacer. Tenemos que seguir adelante.
―Primero debemos comer algo. No has cazado desde hace unos días. Necesitas alimentarte, y también yo. Vamos a cazar algo y luego descansamos.
Aunque quería seguir con nuestra búsqueda, debido a mis sueños – cada vez más recurrentes – de Amy y Leo en peligro, sabía que tenía que comer algo. No iba a durar mucho de esta manera en caso que las negociaciones con la manada se tornaran hostiles. De pronto, pudimos percibir un aroma sumamente agradable. Sustancioso. Era el olor a carne.
Naturalmente, me resultaba sumamente desagradable el sabor y el olor a la carne cruda, pero estando en mi forma de lobo era una cuestión distinta. No lo pienso, simplemente comienzo a salivar. Al fin de cuentas soy un animal.
Perseguimos un ciervo que – afortunadamente – se había extraviado de sus compañeros. Malo para él. Bueno para nosotros.
Cazar nos resultaba sumamente emocionante. Era como un juego para nosotros. Después de la primera vez que pude convertirme, entendí por qué Oly y los demás, siempre me habían insistido tanto que nunca corriera para alejarme de un lobo. Nos emociona, es como si a un gato le arrojaras una madeja de estambre – nunca he visto a uno jugar con una bola de hilo pero el silogismo funciona. Cuando nuestra presa comienza a correr, si alguien es sumamente observador, podría llegar a ver que los lobos sonríen. Nos gustan las persecuciones, especialmente cuando el perseguido se hace el difícil. Como nota personal puedo asegurar, que con los humanos es lo mismo. Correr y hacer que Axel me persiga en una habitación, es indescriptible.
Después de que nos alejamos del ciervo – del cuerpo del ciervo – volvimos a nuestra exhaustiva búsqueda. Corrimos toda la noche esperando cruzarnos con algún rastro que nos indicara si íbamos en la dirección correcta o no. No había nada. Nos dirigimos entonces hacia el noroeste.
Atravesamos el parque estatal Chugach hasta llegar a Anchorage. Durante días no encontramos un solo rastro. Debíamos pensar claramente y sobre todo, debíamos descansar. Aunque podemos permanecer como lobos por mucho tiempo – meses incluso – quería solamente acostarme en una suave cama y abrazar a Axel con fuerza. Quería sentirlo a mi lado. Extrañaba su piel. Extrañaba sus manos y sus caricias, y estaba seguro que él también extrañaba las mías. Quería besarlo.
Como un rayo en una tormenta, me di cuenta que era, precisamente, una de las cuestiones que me impulsaban a continuar buscando. Mientras más rápido termináramos con todo esto, más rápido regresaríamos a casa y entonces- entonces, podría despedirme de Axel, para siempre.
* * * *
―¿Cómo lo haces?― pregunté con una sonrisa en mi rostro. Estábamos de vuelta en nuestra habitación. Axel estaba frente de mí, y yo no podía dejar de estar haciendo preguntas. Aún no lo podía creer. Estaba demasiado emocionado. Era como si de pronto descubriera que alguien puede volar, o como si me enterara que algún compañero de mi escuela era extraterrestre o algo por el estilo. Era demasiado, fantástico. Tenía frente a mí a una persona mágica.
Mientras se tratara de Axel, no podía encontrar una sola cuestión que me llevara a dejar de interesarme por él. Ahora, con ese secreto, menos.
Axel contestaba a todas y cada una de mis preguntas. Le divertía que estuviera como niño, casi saltando en mi cama, pero no podía evitarlo. Era una cuestión que no podía terminar de comprender.
―¿Qué se siente?― pregunté al fin, ya con un tono más serio. Quería saberlo todo.
―Es como… como si algo de ti se liberara. Como si una parte de tu cuerpo saliera. No sé, como si pudieras voltear tu cuerpo y dejaras al exterior lo que llevas adentro. Solo que sin dolor.
Mientras conversábamos nos fuimos cambiando de posiciones. Iniciamos cada uno en nuestras camas, seguimos yo sentado frente a él en la suya para terminar en el suelo, con nuestras espaldas apoyadas a la pared.
«Es como si… hubieras tocado lo más puro, lo más sutil. Pero es una fuerza casi incontrolable, al inicio al menos. Como si en ese justo momento, hubieras alcanzado el más fino placer. La cúspide de las sensaciones. El orgasmo de la naturaleza»
Cuando dijo esto, volteé a verlo y calve mis ojos en los suyos. Extendió ligeramente su mano sobre mi pierna y sonrió.
―Lamento haberme distanciado de ti – me dijo con un susurro – no podía platicar de esto. Pero créeme que cada vez, cada noche que llorabas en tu cama, me destrozaba el corazón el no poder decírtelo. Era una tortura para mí, el saber que te estaba haciendo daño.
Mi corazón comenzó a palpitar con más fuerza. Comenzó a acelerarse más y más rápido, casi como si estuviera aún viéndolo convertirse.
«No quería dejarte solo. Quería seguir estando a tu lado, pero, había tantas cosas entre nosotros que no sabía cómo acercarme a ti. No- no sabía qué decirte. Pero, ahora que lo sabes me siento totalmente liberado. Siento que ya no tengo nada que ocultarte, porque… literalmente, no hay algo que te tenga que ocultar. Te amo»
Instintivamente me acerqué a su rostro, lo tomé con mis manos y lo comencé a besar. Ese primer contacto con sus deliciosos y carnosos labios fue exquisito. Delicioso. Un orgasmo culinario. Su lengua estaba jugando fuertemente con la mía, sus labios apretaban los míos. Eran firmes y esa sensación era sumamente agradable. Cerré mis ojos y me dejé guiar totalmente por mis sentidos y mis deseos. Quería verlo de nuevo desnudo. Quería tenerlo frente de mí. Mostrándome su cuerpo, como lo había hecho en el bosque. Axel tenía las piernas extendidas sobre el piso, me coloqué sobre él y cara a cara le dije que también lo amaba. Me tomó por la cintura y me abrazó fuertemente. Era una cuestión de seguridad. Me sentía seguro a su lado. Me sentía contento cuando estaba con él. Veía la luz.
Me acercó más y seguimos besándonos. Mi respiración se agitó y mi deseó quería liberarse de mi pantalón. Axel entendió mis insinuaciones físicas y me quitó la playera. Su tacto quemaba mi piel pero era algo sumamente delicioso. Mis pezones se endurecieron y empezó a jugar con ellos. Bajó su boca por mi barbilla, siguió por mi cuello y se detuvo en uno de ellos. Lo masajeó por un momento con sus labios y después los humedeció con su lengua. Incliné mi cabeza hacia atrás y – con los ojos cerrados – gemí al cielo. Los dedos de Axel temblaban en el botón de mi pantalón. Aproveché mi momentánea libertad para hacerme un poco hacia atrás – aún sobre su entrepierna – y apoyarme con mis manos en el piso de madera de la habitación. Vio con detenimiento mi abdomen, se acercó a mi ombligo y lo olió profundamente.
―Me encanta tu aroma.
Cada caricia y cada palabra que salía de la boca de Axel era pura miel para mis sentidos. Reaccioné con otro gemido y cuando por fin tuve mi pantalón abierto, sentí su ardiente mano entrar y masajearme de una manera tan especial. Era como si mi entrepierna estuviera encendida. Como si un fuego pasional y lleno de lujuria estuviera consumiéndome poco a poco. Primero anuló mis pensamientos. Dejó vivos mis sentidos, pero no duraron mucho. Después, creo que solo quedó el animal que traía dentro.
El placer que me daba su mano era demasiado. Cerré mis ojos y de nuevo parecía que iba a insultar al mismísimo cielo, en lugar de eso, tuve mi primera visión.
Amy entró a la habitación con sus ojos llenos de lágrimas. Yo estaba de pie frente al espejo, tratando de disminuir las marcas de la, recién cortada, barba de Axel en mi cuello y pecho. Axel estaba acomodando algunas cajas que tenía debajo de la cama, pero desde donde estaba parado, vi que tenía la mano en su entrepierna, y con la otra escondía su ropa interior. Me sentí terrible por esa situación. Todo había pasado tan rápido que no tuvimos oportunidad de reflexionar. Todo ocurrió en un segundo. Los dos estábamos tensos.
No podía ser que hubiera estado en la habitación, solo con Axel, mientras toda la conmoción estaba abajo.
―Axel… Jordan. Es Oly.
Con la sola mención de su nombre, salimos corriendo de la habitación y bajamos a su cuarto. Entramos corriendo y nos detuvimos en seco cuando vimos su gran figura acostada en la cama, con los ojos cerrados y la piel palideciendo a cada minuto. Se veía tan fuerte, imponente. Una escena que se graba en la mente de cualquiera que la ve.
Axel caminó y se arrodilló enseguida de su abuelo. Apoyó su cabeza contra la cama y comenzó a llorar. Ni siquiera habíamos estado prevenidos de esto. Había ocurrido en un instante.
Estuvimos ahí dentro por varios minutos, hasta que Axel se levantó y caminó fuera de la habitación, volteó y fijó su mirada en mi. Tenía los ojos rojos.
―Jordan… ¿puedes venir?― preguntó con voz temblorosa. Me levanté y lo seguí hasta entrar a la biblioteca.
―¿Qué sucede?― pregunté en cuanto entré a la habitación. La chimenea estaba apagada y me pareció una enorme falta de respeto. A Oly le gustaba siempre mantenerla encendida.
―Cierra la puerta, por favor. Pon el seguro.
Cuando hice lo que me pidió me dirigí hacia donde estaba de pie. Enseguida del gran escritorio de su abuelo. El libro con la figura del lobo blanco y negro estaba todavía ahí. Me acerqué con cuidado y extendí mis manos para poder tomar las de él. No sabía si era apropiado o no. No sabía si me rechazaría o no. Habíamos estado besándonos – definitivamente un poco más que solamente besarnos – en la habitación, pero eso había sido antes de todo. No sabía que quería estar conmigo.
―Abrázame – me pidió con tristeza. Lo hice con gusto – necesito que sepas algo. Va a tomar tiempo, pero necesitas saberlo.
Nos sentamos frente a la chimenea. El calor del fuego acariciaba nuestras caras e iluminaba nuestras lágrimas. Entonces, Axel se limpió con el dorso de la mano y volteó a mirarme.
―Sabes ya todo de mí – comenzó a decir – sabes quién soy, sabes qué soy. Conoces a mi familia, eres parte de ella. Pero hay mucho más que necesitas saber – dio un profundo suspiro y continuó.
«Dentro de nuestra familia, Oly era la cabeza. Dentro de la manada Dexter es quien nos dirige. Todo lo que llega a mandar un Alfa debe ser obedecido sin titubeo. Siempre ha sido esa la cuestión, así han sido las reglas desde que Oly era un cachorro. Cuando todos estamos transformados, tenemos una conexión inquebrantable. No podemos leer las mentes de los demás pero percibimos los sentimientos e intenciones de un miembro de la manada. Es por eso que tenemos tan buena coordinación cuando estamos en forma de lobos»
«Dentro de cada uno de nosotros reside un descendiente de la primera línea de Les Lupus Sainte. Oly era considerado ya como un Sabio. Los más viejos de las manadas, pero no solamente los más viejos, sino los Alfas más viejos de una manada. Cuando uno de ellos muere, el Alfa comienza su transformación a un Sabio. Pero debe ser aprobado por todos los de la manada. Todos podemos convertirnos, y muy pronto tendremos que pelear por nuestro derecho a ser el próximo Alfa. Es como se sucede el poder en estos círculos. Fuerza bruta, supongo»
Axel se puso de pie y tomó el libro que estaba sobre el escritorio del abuelo.
―¿Qué intentas decirme?
―¿Cómo supiste que algo le había sucedido a Oly? – preguntó sin darme la cara.
―No lo sé… sucedió cuando estábamos- cuando cerré los ojos vi una escena que apareció repentinamente. Después se desvaneció. Vi el rostro de Oly, algo que lo estaba mordiendo y como caía sobre la tierra. Después lo vi recostado en su cama. Pero todo pasaba como un parpadeo. No podía fijarme en los detalles, no había detalles.
Axel se dio media vuelta y se recargó en el escritorio, el libro estaba debajo de su brazo.
―Nuestra familia, y nuestra manada, está rodeada de historias. De mitos. Hay uno en particular que me llama mucho la atención en estos momentos. Las llegué a escuchar todas cuando era pequeño, pero justamente una no me deja tranquilo desde que entramos al cuarto de Oly.
No quise interrumpirlo, y escuché con atención.
1 comentario:
Ya le dijo que lo amaba (*lloros*)
Jaja, cada vez se pone mejor, pobre Olyverio :(
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