10. Decisión.
Nikolai me ofreció un amigable abrazo. Después volteó y se dirigió a Nahtiash.
―Acompaña a nuestro valeroso Guardián con los demás. El aludido inclinó su cabeza e hizo un ademán de comenzar a retirarse. Vio a Axel con ternura en sus bellos ojos y le sonrió.
―Por aquí – dijo extendiendo su mano hacia el pequeño pasillo que llevaba a la puerta principal de la habitación.
El semblante de Axel había cambiado completamente. Estaba preocupado, pero además había algo que no sabía exactamente qué era. De pronto, cuando me volteó a ver de reojo, comprendí lo que era. Estaba triste. Una mezcla de enojo, impotencia, y tristeza.
En un primer momento no quería moverse. No dejaba de mirarme, como si estuviera tratando de decirme algo, pero no sabía qué y definitivamente no me lo dijo de su viva voz. Deseé entonces por segunda ocasión, poder leer su mente pero me resultaba imposible hasta que estuviéramos convertidos. Por fin, bajo la insistencia de Nahtiash, salió de la habitación dejándome a solas con Nicolai y el lobo color canela que seguía recostado en el mullido mueble. No se había levantado pero estaba sumamente atento a los movimientos de cada persona.
―Nahtiash es un Guardián, tranquilo. Estará bien con los suyos.
―¿Los suyos? – pregunté. No entendía muchas cosas y ciertamente quería que Nicolai me diera las respuestas.
―Los demás Guardianes. Durante generaciones ha habido diversas líneas de lobos – comenzó a hablar Nicolai mientras avanzaba hacia una mesa central que tenía fruta en ella – principalmente, como ya lo sabes, estamos nosotros. Los descendientes directos de aquellos que recibieron el Favor de los dioses fueron los Lupus Sainte.
Mi rostro debió de reflejar confusión, porque inmediatamente se apresuró a aclarar.
«Los Lobos Santos – dijo – son aquellos que están destinados a controlar y mantener unidas a sus manadas. El puesto tenía que ser transmitido mediante descendencia. Los cachorros de Alfas, se convertirían algún día en protectores de sus respectivas manadas»
«Sin embargo, con el paso del tiempo – y de los siglos – se fue perdiendo esta costumbre y se adoptó la más cruel y bárbara. La batalla por el poder, literalmente hablando, comenzó a mediados de la Edad Media. No es de sorprenderse claro está. Había diferentes tipos de lobos, como ya he mencionado, sin embargo también fueron desapareciendo. Dejamos de tener Sanadores, dejamos de tener Consejeros, hasta adoptar una forma tripartita. Los Alfa siguen estando a la cabeza, y por un lado están los Ancianos y por otro los Guardianes. Estos dos últimos, están encargados de aconsejar y guiar, además de proteger y velar por la seguridad de su líder»
«Estoy convencido que Axel ha hecho un magnífico trabajo con su misión. E incluso justo ahora, bajo las circunstancias en que te encuentras, ha mantenido su orgullo. El orgullo de su línea»
―¿Bajo las circunstancias? – pregunté con curiosidad.
―Has venido a buscar mi ayuda – contestó Nicolai – y créeme que me encuentro en la mejor disposición de ayudarte, de ayudarlos. Sin embargo existen ciertas tradiciones que han venido con nosotros desde el inicio de los tiempos y desde que nuestros primeros padres recibieron el Favor del Cielo. Una tradición en particular que simplemente me he rehusado a dejar de lado. Me he rehusado a abandonar.
«Para poder brindar esta ayuda que, desesperadamente vienes a buscar, es necesario honrar esta costumbre que distingue a los descendientes de los Lupus Sainte de los demás. Guardianes y Ancianos saben de esto, e incluso esperan que se cumpla. Al menos en mis tierras, todos están esperando la ocasión desde el momento en que cruzaron mis puertas.»
―¿Qué tradición es esa? – pregunté con miedo a escuchar la respuesta. Nicolai había estado caminando de una manera seductora. Acariciaba su barbilla como si acariciara el lomo del lobo, me veía de una manera dulce, como si intentara decirme algo. De pronto se acercó a la cama y se recostó sobre ella.
―Debemos honrar el Favor del Cielo – dijo dentro de mi mente – aún eres joven, pero debes saberlo. Querido Jordan, has de compartir mi lecho esta noche, solo así podré acceder a tu solicitud. Comparte conmigo el placer – sus ojos estaban fijos en los míos y me estaba mostrando una sonrisa seductora – y obtén el poder para salvar a tu manada.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Mi mente daba vueltas por toda la habitación. Seguramente estaba soñando. Me sentía perdido y solo. ¿Dónde estaba Axel? ¿Por qué no estaba a mi lado? ¿Por qué me había dejado en ese lugar? Nicolai había dicho que los Ancianos y los Guardianes sabían de esto. ¿Axel lo sabía? ¿Sabía lo que tenía que hacer, y no dijo nada?
Quise gritar su nombre. Quise convencerme que no estaba sucediendo esto, pero me fue sumamente difícil.
Estaba frente a mí un Alfa, que seguramente había cuidado por años de esa manada, con deseos de tenerme entre sus manos. Al principio sentí miedo, comencé a temblar como si tuviera frío, pero comprendí que fue miedo. Después sentí enojo, no podía creer que Axel simplemente se hubiera marchado y me hubiera dejado ahí como si nada fuera a suceder. Pero al último comprendí que simplemente era mí decisión. Pero, en ese momento, en ese punto, parecía estúpido decir que no. Mi cuerpo comenzó a traicionarme, lo confieso. Empecé a desear estar en la cama junto a Nicolai, deseaba estar recorriendo su cuerpo y sintiendo su piel. Reconozco que comencé a desear acercarme a él, a su abrazo, a su calor. No sabía por qué, solo quería estar a su lado.
―Es natural – dijo él desde la cama – nuestra posición de Alfas nos hace desearnos mutuamente. Sucede con todos, con cada una de las Líneas que existen. No es que sea nuestra manera principal de vida, sino que es el lado humano del Favor que nos fue otorgado.
«Todos lo llegamos a sentir. Cada uno con sus mismos compañeros. Guardianes con Guardianes… Alfas… con Alfas» En ese momento se puso de rodillas sobre la cama y se quitó el abrigo de piel, entonces el lobo se dirigió hacia donde se encontraba Nicolai. Brincó a la cama y se recostó junto a él. La escena era sumamente excitante. Era el mismo llamado del placer, encarnado en forma de lobo… y de humano.
«Percibo que no estás completamente convencido de esto – dijo Nicolai con su suave voz en mi mente – es natural. Lo puedo comprender. No has estado en contacto con nuestras costumbres, y aún no entiendes tu lugar dentro de nuestro mundo. Puedes retirarte a tu habitación, si es que lo deseas, a meditar un poco las cosas. Realmente te lo recomiendo. Aun falta un mundo por entender mi pequeño Alfa. En unos minutos – volteó a ver al lobo canela que estaba enseguida de él y comenzó a acariciarlo nuevamente. Pude ver que tanto Nicolai como el animal estaban alcanzando un nivel de excitación que era evidente – Yagiath llegará a tu puerta para hacerte compañía. Espéralo y por favor, recíbelo con gusto.
Algo en mi interior me impedía moverme. Algo no quería que dejara esa habitación pero simplemente el encontrarme ahí era demasiado abrumador.
Cuando llegué a mi habitación, esperaba encontrarme con Axel. Quería hablar con él y preguntar qué demonios había pasado frente a Nicolai. ¿Me sentía atraído a él por el solo hecho de ser Alfa? ¿Qué otras cosas implicaba esa posición en la que me encontraba, que necesitara saber?
El frío de la habitación me abrazó desconsoladamente. Supe de inmediato que Axel no estaba ahí. Entré solo y con una de las antorchas reviví la chimenea que se estaba apagando. Me senté sobre la cama y pronto me fui hundiendo entre los cojines. Cerré mis ojos y me relajé.
Las imágenes de Nicolai estaban todavía en mi mente. Recién grabadas. Estaba acostado frente a mí, ofreciéndome su cuerpo, y por alguna extraña razón me parecía correcto. Pero pronto llegué a la conclusión que seguramente era una conexión que no podía entender pero que nos mantenía sumamente unidos, a Nicolai y a mí. Como estaba consciente que existía con Axel y conmigo.
El sueño me estaba venciendo cuando escuché que alguien llamaba a la puerta.
―Entre – dije con la voz apagada.
La puerta se abrió y un chico entró a la habitación. No lo había visto antes. Tenía el rostro sumamente fino, era alto y delgado. Tenía la piel de un color canela sumamente hermoso. La inocencia irradiaba de su rostro. Calculé que no podía pasar de los veinte años. Era apenas un pequeño.
Con la cabeza inclinada se presentó muy educadamente.
―Mi nombre es Yagiath – dijo con una melodiosa voz – estoy aquí a sus servicios.
―Gracias… realmente no necesito- eh… mi nombre es Jor-
―Lo sé, Gran Alfa. He sido testigo de todas sus presentaciones y demás acontecimientos que han sucedido este día en la habitación de mi amo.
―¿En la hab- ¿Eres?… claro – comprendí que el chico era el lobo que se encontraba en la habitación con nosotros. Su piel combinaba perfectamente con su pelaje. Era obvio.
―Así es, de hecho… si lo prefiere puedo transformarme.
―No, por favor. Te lo pido. No es necesario, de hecho me haría bien algo de compañía… humana. ¿Por qué no te sientas? – había dos sillones en el otro extremo de la habitación y una silla de madera junto a la cama. Yagtiah me miró con timidez.
―No tengo permitido entrar a ningún lecho que no sea el de mi amo – dijo con un susurro, como si fuera un pequeño regañado – sin embargo, por sus indicaciones me pidió que me comportara como si estuviera en su presencia.
―¿En su presencia? ¿De Nicolai?
El chico asintió con la cabeza y empezó a caminar. Su cabello no era tan largo, en comparación con el de Nicolai o el de Nahtiash, pero alcanzaba a rozar sutilmente sus hombros. Se acercó al pie de la cama y me miró a los ojos. El color me hipnotizó inmediatamente.
―Asumiendo, claro, que no le moleste – dijo.
―En lo absoluto, y por favor, dime Jordan.
La compañía de Yagtiah resultó realmente reconfortante. Además de ilustrativa. Me ayudó a comprender las tradiciones de la manada, las tradiciones de todas las manadas y a comprender por fin la diferencia entre Axel y yo, y mientras caminaba por las grandes escaleras hacia el salón de la entrada, y de ahí hacia el jardín cubierto de nieve – en busca de Axel – pensaba en todas las palabras del chiquillo.
―Los Guardianes y los Alfas están destinados a permanecer unidos. Cuando un Guardián conoce, o se encuentra con un Alfa es prácticamente una obligación permanecer a su lado. La mayoría de las veces simplemente se considera una obligación… aunque, si me permites decirlo Jordan, hay veces en que se está en la verdadera presencia del amor. Como lo pude ver con Axel y contigo.
―Entonces, ¿no es solamente que esté cumpliendo con su deber? – pregunté con la voz a punto de quebrárseme.
―Está cumpliendo con su deber – dijo – pero el amarte… es decisión suya.
―¿Cómo terminaste al lado de Nicolai? – no pude evitar que mi curiosidad cobrara vida.
―Me encontraron perdido en las montañas. Me aceptaron en la manada, gracias a un Guardián precisamente, que he tenido el orgullo de pensar en él como mi padre. Cuando apenas era un cachorro, me llevó frente a Nicolai quien, desde ese día no me ha permitido alejarme de su lado. Algunos dicen que me está entrenando para llegar a sucederlo y convertirme en el nuevo Alfa. La verdad, creo que está y se siente solo. Creo que lo que busca en mí… es compañía.
―¿Quién te llegó a encontrar?
―Nahtiash.
Axel estaba en el patio – como me había dicho Nahtiash – junto a una gran fogata rodeado de otros hombres. Entre ellos estaban riendo y sostenían tarros de los que salía un vapor visible a varios metros de distancia. En su rostro se podía ver que estaba feliz, estaba entre los suyos, aunque también alcancé a percibir un guiño de tristeza y desencanto.
Todos guardaron silencio cuando me acerqué al grupo, voltearon a verme y agacharon sus cabezas. Me sentí totalmente extraño y estúpido. No quería que las cosas fueran así, pero no podía quitarles las costumbres que llevaban en su ser durante años, en unos minutos.
―Hola – dije con una naturalidad que me pareció oportuna, solo que desafortunadamente no fue correspondida.
―Jordan – dijo Axel, quien también inclinó su cabeza. No podía ser, había pasado unas cuantas horas rodeado de Guardianes y de pronto había aprendido, y no solamente eso sino que estaba aplicando – todas las reglas y exigencias ante un Alfa. Estaba empezando a odiar todas las formalidades que mi posición implicaba.
―Necesitamos hablar un momento… a solas – le dije extendiendo mi mano para levantar su barbilla. Elevó la vista y me derritió con su mirada, como siempre lo hacía.
Los demás siguieron en sus asuntos cuando Axel y yo nos separamos del grupo.
―Ya lo sabías ¿verdad? – fue lo primero que dije cuando nos encontramos lo suficientemente alejados de los demás.
―¿Sabía?
―Sabías lo que Nicolai me iba a pedir, ¿verdad?
―Sí. Lo sabía.
―¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué no lo evitaste?
―No podía decirte nada porque debías darte cuenta por ti mismo – me contestó viéndome directamente a los ojos. No podía resistir su mirada – y no podía evitarlo, porque no era mí decisión.
―No lo entiendo… te mueres de celos cada vez que alguien me ve en la calle… y ante tal insinuación… ¿das media vuelta y te vas?
―Quienes te ven en la calle solamente lo hacen para tener tu cuerpo. Para poder gozar unos minutos o algunas horas a lo máximo. Esto es diferente. Nicolai reconocía tu belleza física desde un inicio, es obvio, pero estaba admirando también tu fuerza y la hermosura del loup que llevas dentro. No es solamente por tenerte entre sus piernas. Entiendo que desea honrar quien eres en verdad. Este ritual entre dos Alfas… no puedo evitarlo.
―¿No puedes? O no quieres – pregunté. No podía evitar que mi voz se fuera llenando con coraje. Estaba empezando a enojarme.
―Soy tu Guardián – me dijo y por un segundo creí que iba a comenzar a llorar de la desesperación. Algo que me estaba tratando de decir, no podía descifrarlo y estábamos dando vueltas en círculos – y como tal debo respetar todas tus decisiones. Debo entender lo que deseas hacer. Debo estar a tu lado. Esa es mi tarea en este mundo.
―¿Debes hacerlo? Es curioso… creí que querías hacerlo – en ese momento ambos permanecimos en silencio por unos instantes, hasta que me di cuenta que él no iba a hablar. Entonces seguí yo.
«Has dejado en mis manos esta decisión. Axel, por favor, compréndeme. No sé qué es lo que debo hacer. Dime, por favor, qué debo hacer»
―Debes honrar tu propia naturaleza. Debes venerar tu belleza. Tu fuerza. No soy un Anciano para poder emitir consejos. Soy tu Guardián.
―¡YA LO SÉ! – Grité sin importarme que varios rostros voltearan a verme – ya lo sé… pero en este momento necesito de tu consejo. No quiero seguir envuelto todas estas tradiciones y ceremonias. ¿Qué pasó con mi mejor amigo? ¿Qué pasó con… con mi amante? ¡Con mi novio!
―Todo ha cambiado, en este momento tenemos diferentes misiones que cumplir. Estamos aquí por una razón. Estamos aquí… para salvar a nuestra manada. Además, tal parece que no estás tan confundido como dices estarlo. Has entendido muy bien el mensaje – dijo volteándome a ver de arriba abajo. Recorrió todo mi cuerpo con su mirada, fue extraño, por primera vez me sentí sumamente incomodo ante él. Fue horrible dejar de sentir el calor de su mirada y recibir el golpe frío de su escrutinio – veo que no has tenido problemas para aceptar los obsequios de Nicolai. ¿Sus ropas? ¿Su compañía? – Se acercó un poco y me olfateó – incluso hasta su protegido personal ha estado contigo. Ni siquiera te deja de observar cuando no estás con él – su mirada se dirigió a una de las ventanas que había en el edificio principal. A lo alto se observaba la figura de Nicolai, de pié contemplando todo desde su habitación.
―¿Esto? - pregunté tomando el abrigo y arrojándolo al suelo nevado – Por favor, y qué me dices de Nahtiash… He visto como te mira, y como lo miras tú ¿solamente los Guardianes pueden disfrutar de su mutua compañía? ¿Te ha cansado la realeza, Axel? ¿Has decidió inclinarte por la Línea ruda y fuerte? Algún truco, quizás, para probar lo macho que eres, ¿cierto? – No pude evitar que mis palabras salieran bañadas en el veneno más puro y mortal - no me interesan sus obsequios. Ni su compañía, ¿por qué no lo entiendes? Solo… solo quiero regresar a casa, contigo… solo-
―Debemos regresar a Winterlake – estaba temblando debido al frío y mis uñas se habían clavado en mi piel. Tenía los puños apretados y mis dientes juntos, no podía hablar por el frío. Se agachó para levantar la piel y me la colocó de nuevo. Me arropó de una manera sumamente tierna, aunque aún había una distancia entre nosotros que mataba mi alma poco a poco – acompañados o no… eso será basado en lo que tú decidas.
―Entonces… sé lo que tengo que hacer. He venido a ti buscando un consejo, y lo he obtenido – mis ojos ya estaban llenos de lágrimas – todo este tiempo pensé que estabas a mi lado porque querías estar conmigo. Siempre pensé que en verdad te agradaba estar junto a mí. Ahora entiendo que solamente… cumplías con tu deber.
«Si quieres seguir con esta farsa, bien… entonces, haré lo que tengo que hacer, para poder salvar a nuestra manada. Aunque el corazón roto sea más difícil de sanar»
De una manera sumamente fría, Axel preguntó.
―¿Algo más en lo que pueda ayudarte, Señor?
―Sí – contesté tragándome mi dolor – quiero verte en mi habitación más tarde. Esta noche. Después de lograr nuestro objetivo, he de hacerte mío una vez más. Pero antes de retirarme- tal vez no sabré muchas cosas, tal vez no entenderé mucho de este mundo en el que, de pronto, me encuentro inmerso, pero hay algo que sé muy bien… Guardián, NO es sirviente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario