12. El Alba.
Salté al escritorio y vi que Dexter se estaba poniendo de pie. Los dos lobos negros tenían atrapado a Axel quien mostraba un rostro de dolor y terror. Sus ojos dejaron de tener la chispa que siempre habían mostrado y que me encantaba.
Mi primer pensamiento fue en liberarlo, pero Dexter se dirigía hacia mí. No entendía una palabra de lo que me estaba diciendo. Salté sobre él y comencé a gruñir con todas mis fuerzas.
―¡MALDITO! ¡MALDITO! ¡MALDITO!
En ese momento estuve a punto de morderle el cuello y dejarlo que se desangrara hasta que muriera, pero necesitaba saber dónde estaban todos los demás. En el grito de Axel solo entendía dolor. Solo había dolor.
Me dirigí hacia los dos animales que estaban mordiendo a Axel. Llegué a embestir a uno de ellos e inmediatamente lo soltó.
―Aléjate de aquí maldito cachorro.
―Ustedes son los que deberán salir de aquí.
Me lancé contra él tratando de morderlo. Lancé varias mordidas al aire pero no lograba tenerlo frente a mí. Nos sostuvimos sobre nuestras dos patas traseras y seguí mordiéndolo. El lobo negro era más grande y pesado. Al fin pude zafarme de su abrazo y giré inmediatamente y logré clavar mis colmillos en una de sus patas. Justo entonces sentí un dolor insoportable. Como cuando sentía que me desgarraban por dentro, solo que en esta ocasión era real.
El segundo lobo me tenía tomado con su quijada de mi costado. Volteé a ver a mi izquierda y vi que Axel se estaba poniendo de pie. Estaba vivo. Estaba bien. Tomó un atizador de una pequeña chimenea y golpeó con fuerza a los dos lobos que me estaban atacando. No podía ponerme de pie. No podía moverme. El dolor era demasiado.
―Axel… Axel…
―No te puede escuchar pequeño Alfa. Tu pequeña perra no puede escucharte. Solo yo te escucho – la voz de Dexter resonó dentro de mi cabeza. Estaba poniéndose de pie un enorme lobo blanco, sus ojos se posaron sobre los míos y pude notar que el humano en su interior no dejaba de sonreír – ¿esto fue todo el ataque que tenían planeado? Realmente me sorprende que haya planeado algo tan mediocre.
―Te estarás preguntando por qué solo escuchabas mis gruñidos, ¿cierto Dex? – mí voz era más débil de lo que esperaba – no eres un verdadero Alfa, eso lo demuestra. ¿No lo ves? No perteneces aquí.
―¿Y tú no lo logras ver? Las tradiciones no forman manadas, chico. Solo impiden nuestro crecimiento. El poder es lo que siempre nos ha distinguido. Como lobos, como humanos. Es lo que intenté que comprendiera nuestro viejo amigo. Sin embargo, me resultó imposible, su cabeza era tan dura como su mente. Aunque… - Dexter caminó un poco hacia mí con cautela, Axel no podía caminar bien, pero aún así estaba armado – su sangre era demasiado dulce. Su lengua roja lamió su hocico de una manera que me pareció sumamente repulsiva.
El odio hizo que me lanzara sobre él, como pude. Solo que fue un intento en vano. Se movió y caí de costado. La habitación empezó a dar vueltas y vueltas. Ya no sabía dónde estaba Axel. Lo único que alcanzaba a ver era la mirada penetrante de Dexter.
―Eres un tonto Jordan.
Intenté moverme para poder obtener alguna ventaja sobre él, pero no tenía ventaja alguna. Sabía que Axel no se podría transformar, era mejor que permaneciera como humano. A la habitación de pronto llegaron otros seis lobos del mismo color. Todos negros, excepto uno – el último – de color blanco moteado de negro.
―Mátalo – dijo uno de ellos.
―Hay otras cosas más difíciles de soportar, que la muerte – contestó Dexter – él mismo terminará rindiéndose, cuando no tenga sangre. Solo asegúrense que no escape, cuando esté muerto, llévenlo con los demás. Seguramente a Amy le dará mucho gusto recibirlo. Igual que lo hizo hace tantos años. De todas maneras, al alba todos morirán.
Dexter se estaba retirando cuando se detuvo y volteó.
―Maten al humano.
―¡NO! – grité con todas mis fuerzas mientras los lobos avanzaban temerariamente hacia donde se encontraba Axel de pie. Empezó a dar golpes al aire, e incluso golpeó a uno de los animales en el estómago y éste salió volando al otro lado de la habitación. Su respiración era entrecortada y lastimaba mis oídos. Sentía que, con cada movimiento de su brazo, Axel se agotaba más y más.
―Axel… Axel… sal de aquí.
―Crees que te escuchará ¿cierto? – la voz dentro de mi cabeza era sumamente familiar. Tex estaba a mi lado, el lobo blanco con negro - ¿en verdad crees en todo lo que los libros y las historias dicen Jordan? No existe tal conexión entre humanos y lobos. Incluso aunque algunos sean tan unidos como ustedes dos.
―Axel… por favor… sal de aquí.
Enfoqué mi mirada a la de Axel. Sus ojos estaban cubiertos de lágrimas pero había odio y cansancio en su rostro. Me vio directamente y fue cuando pude sentir la conexión a la que se había referido Yagtiah cuando estábamos en mi habitación esperando a Nicolai.
Llega un momento en el que incluso el hombre y el lobo pueden llegar a escuchar sus pensamientos. La oportunidad siempre está ahí. Siempre está presente, solo necesitas encontrar el punto indicado. Es como si, de pronto voltearas a ver a la persona que amas y te dieras cuenta que quieres pasar el resto de tus días a su lado. O como si sintieras que puedes hacer un salto sumamente largo, y sin más, lo haces. Todo es cuestión de poder conectarte, de encontrar ese punto, ese lugar y ese momento.
Ese lugar y ese momento eran justamente ahí. Axel se calmó y solamente me observó.
―Axel… por favor. Vete. Encuentra a los demás. Deja abierta la ventana… ¿quieres?
El atizador para el fuego quebró la ventana que estaba detrás de mi Guardián. Justo entonces Nicolai con Nahtiash y otros diez lobos entraron a la habitación, uno tras otro.
Cuando el último de los lobos del Norte brincó, Axel salió de la habitación. Pude sentir su dolor en mi pata, y en lo que – siendo humano – era mi brazo.
La batalla entonces comenzó entre los lobos de Nicolai y los que acompañaban a Tex. Aunque efectivamente eran menos que nosotros, no dejaron de pelar hasta que fueron completamente sometidos.
Seguía tirado sobre el suelo de madera y ente mí todo estaba pasando sumamente rápido. De pronto comencé a dejar de escuchar el ruido. Los gruñidos y los aullidos de dolor se fueron desvaneciendo conforme mis ojos se fueron cerrando.
―¿Axel? ¿Axel? – no sabía dónde estaba, pero estaba muy oscuro. Hacía frío. Había algo abierto, por donde entraba una corriente de aire. Como una puerta o… una ventana.
Cuando pude enfocar mejor, supe que estaba en la habitación y que estaba desnudo. Había dejado mi forma de lobo, y por alguna razón me encontraba solo. No sabía dónde estaba Axel. Estaba muy débil.
Cuando pude ponerme de pie encontré, detrás del escritorio tirado en el suelo, a Yagtiah. Estaba con sus ojos vendados y sus manos y pies atados. Intenté caminar sin perder el control pero mis piernas no soportaban todo mi peso.
―Yagtiah – dije apenas con un hilo de voz - ¿me escuchas? Me acerqué a él y tomé el abrecartas que estaba sobre un monton de papeles. Corté sus ataduras y quité la banda de sus ojos. Parecía que estaba despertando de una terrible pesadilla a una realidad mucho peor.
―Jordan – me dijo haciendo una pequeña mueca de dolor, pero poniéndose inmediatamente de pie. Me tomó de mis hombros y me vio directamente a mis ojos. Me di cuenta entonces que el chico no estaba tan herido como lo estaba yo.
«Jordan – volvió a repetir – estas bien. Estas vivo. Lo siento, lo siento mucho. No pude… no llegué a tiempo. Eran demasiados. Nos tomaron por sorpresa. No sabíamos cuantos había dentro de la casa y cuando-
―Yagtiah, espera… no tan rápido, ¿Qué sucedió?
―Cuando Axel y tu entraron a la casa rodeamos a cuatro lobos que estaban en los jardines. Nos dieron bastante pelea y fue entonces cuando nos acercamos a la ventana, cuando Axel la quebró para que pudiéramos entrar. Estabas gravemente herido y Axel salió en busca de los demás. Creímos que sería sumamente sencillo, había cinco lobos aquí adentro, pero comenzaron a correr hacia el exterior de la casa. Afuera había muchos más. Nos estaban esperando.
«Nicolai me ordenó que me quedara aquí y que te ayudara, pero… justo cuando pretendía salvar a tu lobo, me atacaron. No fue otro animal, fue un hombre quien me ató.
Algo en su historia llamó mi atención enormemente y me dio un sentimiento de tristeza insoportable.
―¿Salvar… a mi lobo? – pregunté con odio en mi corazón y lágrimas en mis ojos.
―Lo siento… no, no pude hacer nada.
El peso de sus palabras cayó sobre mí como una avalancha con nieve y rocas. Me golpeó fuertemente en la cara como una ola que te toma desprevenido y te revuelca por el fondo raspando con arena mojada.
―¿A qué te refieres? No puede ser que… esté vivo sin mi lobo. Tenía una mordida en mi costado, estaba sangrando mucho – al menos era lo que recordaba, todo lo demás eran visiones borrosas y movedizas que no se quedaban quietas en mi mente.
―Se hizo un sacrificio – dijo Yagtiah con un tono sumamente serio, de respeto – hizo un sacrificio, por ti.
La fuerza que pudieron haber ganado mis piernas se perdió completamente en ese momento. Sentí que, de pronto, me habían quitado el suelo sobre el que estaba parado. Sabía que estaba desnudo pero no me importó. Tenía frío pero no lo sentí. Solamente caí al suelo y una lágrima rodó por mi mejilla. Tenía un dolor insoportable dentro de mí. No podía ser verdad, no podía ser cierto que estuviera solo.
Después de unos momentos, Yagtiah regresó con algo de ropa para cubrirme. Fue entonces cuando recordé lo que debíamos hacer. Seguramente todos, Dexter y los demás, pensaban que estaba muerto, eso me tenía que ayudar en algo.
Salimos de la casa con extremo cuidado, totalmente decididos a encontrar a nuestros amigos, a mi familia y a Axel. Tenía que encontrar a Axel.
―¿Escuchaste a dónde se estaban dirigiendo? – preguntó Yagtiah mientras atravesábamos el jardín trasero. En mi mano sostenía uno de los revólveres que Oly guardaba en la biblioteca. Yagtiah parecía sumamente satisfecho consigo mismo mientras sostenía su escopeta de doble tiro.
―No… pero tengo un presentimiento. Algo… algo me dice que… hacia allá está el lago. Vamos.
El camino más directo al lago era por el lado de enfrente de la casa, sin embargo entramos al bosque para tomar un camino que daba al acantilado en la parte este del lago. Conforme más nos acercábamos más obvio me parecía que todos estuvieran ahí. Oly tenía una pequeña propiedad, una cabaña de apenas dos habitaciones y una diminuta cocina, totalmente aislada de todo. Estaba convencido que Dexter tendría a todos ahí dentro. ¿Su motivo? No pretendía esperar lo suficiente para saberlo.
Llegamos a la cabaña y, por cuestión de mera suerte, había un solo lobo en la parte de afuera. Parecía aburrido, o cansado. Estaba echado frente la puerta principal con sus ojos prácticamente cerrados. Yagtiah bajó su arma y de pronto saltó hacia afuera de la línea de árboles y cayó convertido en el hermoso lobo color canela. Era una criatura magnífica. No sabía qué tenía planeado hacer, pero me sirvió para acercarme a la descuidada cabaña. Por una de las ventanas observé a Amy. Entonces comprendí lo que había dicho Dexter, los ojos y la postura eran los mismos de Axel. Era sumamente parecido a ella.
Al parecer no había nadie que estuviera vigilando ahí adentro, debía tomar medidas drásticas. Todos estaban encadenados. Amy, Leo, Nicolai, Nagtiash y otros más de su manada. Junto a la chimenea apagada vi a Axel. Estaba sentado sobre una silla de madera con cadenas atravesando su pecho desnudo. Tenía la cabeza inclinada hacia delante y sus ojos cerrados de una manera sumamente escalofriante.
Su brazo ya no sangraba, tenía unos vendajes mal colocados sobre la herida y su pantalón de mezclilla tenía una enorme mancha negra en la pierna. La imagen solo me alteró más y dejé de preocuparme si había algún animal cuidando la cabaña. Después de todo traía seis tiros en mi pistola y los descargaría todos si fuera necesario.
Los cristales quebrados cayeron hacia dentro y hacia afuera de la cabaña. Todos los que estaban dentro voltearon inmediatamente, menos Axel. Entré sosteniendo en alto el revolver esperando el momento oportuno para comenzar a disparar pero estaba solo.
Solamente avancé con firmeza hasta la pared, tomé las llaves y quité los candados que ataban el delicado – pero fuerte – cuerpo de Amy. Me tomó del hombro y me vio directamente a los ojos. Supe que estaba feliz de verme.
―Ve – me dijo haciendo un cabeceo hacia donde estaba Axel.
Dejé que ella se hiciera cargo de los demás y atravesé el pequeño cuarto en varios pasos. Axel estaba dormido y tenía la cara muy pálida. El color tan sensual de su piel lo estaba dejando, en su lugar un color blanquecino se estaba apoderando de todo su cuerpo.
―¿Axel? – Pregunté susurrando esperando que nadie alcanzara a escucharme - Axel… ¿amor?
Mis dedos acariciaron su piel y me di cuenta que estaba fresca. No me gustaba para nada el aspecto que tenía, era sumamente perturbador. Acaricié sus mejillas y entonces, entre gemidos y varios suspiros, abrió sus ojos. Eran del mismo color pero se veían diferentes. Tenían dentro una terrible tristeza. Estaban teñidos de rojo.
―¿Jo- ¿Jordan? – preguntó sin fuerza en su voz.
―Aquí estoy… tranquilo… aquí estoy. ¿Amy? – pregunté buscándola por todos lados pero no la encontré. No estaba ahí dentro. Nicolai estaba arrodillado detrás de Axel abriendo los candados y quitándole las cadenas – Aquí estoy… ¿Axel?
―Jordan… creí- creí que te había perdido.
―No pienses en eso, aquí estoy. Estoy junto a ti. Todo va a salir bien – en cuanto estuvo libre y pudo reunir la suficiente fuerza para levantar sus brazos, me abrazó por el cuello y susurró un lo siento luchando contra su propio llanto. Le pedí que guardara silencio y que no se disculpara. No tenía por qué disculparse. Intenté levantarlo de la silla pero no podía sostenerse. Entre Nicolai y yo lo llevamos a la pequeña cocina y le colocamos algo de ropa. Tenía que recuperar su fuerza.
―¿Dónde está-
Justo cuando comencé a hacer la pregunta, escuché un ruido del otro lado de la puerta, tomé el revólver y me acerqué con cuidado. En cuanto se empezó a abrir apunté con determinación. Yagtiah entró con la escopeta en la mano y me volteó a ver con cara de asombro.
―Todos están en el acantilado – me dijo cerrando la puerta detrás de él.
―¿Estás bien?
―Claro… podré ser pequeño, pero se defenderme.
Nicolai hizo un gesto de aprobación, como confirmando lo que me acababa de decir. Se acercó a mi lado y me habló en silencio.
―Estábamos rodeados Jordan. Nos tomaron por sorpresa. Creo que debemos regresarles el favor.
―¿Dónde está Amy? – pregunté.
―Fue a buscar a Dexter – Leo estaba detrás de mí, tallando con fuerza sus muñecas, tenía todavía marcado el rastro de las cadenas – tenemos que ir con ella.
―¿Jordan? – preguntó Axel a lo lejos.
―Qué pasa… aquí estoy… dime. ¿Qué necesitas?
―Ten cuidado con Dexter… no lo subestimes. Solo piensa en la fuerza bruta.
―Tranquilo hermoso… ahora solo pienso en la fuerza bruta también.
―No apagues fuego con fuego – me dijo. Eran palabras que siempre había utilizado Oly. Nunca tuvieron tanto sentido como hasta ese momento.
―Bien – dije poniéndome de pie, mi mano aún seguía sobre el hombro de Axel – es de noche pero el alba no tardará en llegar. Debemos ser rápidos, y silenciosos. Yagtiah, ¿sabes cuantos son? – el chico movió su cabeza en sentido negativo, de alguna manera esperaba que fueran más que nosotros y no me sorprendió su respuesta – Vamos al acantilado, tendremos que tomarlos por sorpresa y con suerte recuperaremos nuestra paz, pero… he de pedir que alguien se quede aquí – mi mirada se posó sobre Axel.
―Si no te importa, Jordan, lo haré yo – dijo Yagtiah – ese perro me alcanzó a lastimar un poco.
―Gracias. En verdad, te lo agradezco.
Todos salimos de la cabaña y nos internamos en el oscuro bosque. El cielo estaba empezando a teñirse de color azul con pinceladas de gris. Avanzamos hacia el acantilado que daba al lago y empezamos a escuchar aullidos y gruñidos. Después alcancé a escuchar la voz de Dexter a lo lejos.
―Bienvenidos… hermanos. Hemos estado planeando esta afectuosa ceremonia desde hace tiempo. Realmente no nos ha costado mucho trabajo apoderarnos de estas tierras, pero no quería que corrieran peligro alguno. ¡Por favor! – gritó y solo nació el silencio – siéntanse como en casa. Esta es su nueva casa.
Mientras todos los que estaban ahí festejaban ante la noticia, me fui acercando poco a poco con el revólver en una mano. Tenía una visión perfecta de Dexter frente a mí. No me importaba disparar desde la seguridad del bosque. No me importaba matarlo sin que supiera quién había disparado, solamente quería terminar con todo eso de una buena vez. Cuando preparé el arma, un lobo de colores blanco y crema saltó sobre Dexter y lo tiró al suelo. En ese momento todos los que estaban ahí avanzaron hacia Amy. Leo, seguido por Nicolai, saltaron detrás de los árboles a embestir a los atacantes. Muchos de ellos cayeron hacia las aguas del lago, pero hubo algunos que permanecieron de pie haciendo frente al ataque. No podía ver dónde estaba Amy. Trataba de guiarme por el único humano que hacía unos segundos estaba de pie, frente a todos los demás, pero no pude. Dexter se había convertido y no lo podía ubicar.
Me sentía tan inútil, estaba de pie a la distancia viendo como golpeaban y mordían a mi familia una manada de perros sin corazón. Quería hacer algo pero seguramente no iba a durar mucho como humano. Pero tal vez podría causar algún descuido en los invasores si-
Disparé hacia el cielo que se empezaba a aluzar aún más. Efectivamente, mi idea funcionó. Todos los que no estaban guiados por Leo o Nicolai voltearon y permanecieron inmóviles. Lo suficiente para que pudieran tomar ventaja sobre ellos, y para que yo pudiera ubicarlos mejor. Apartir de ese momento, no dudé en accionar mi revolver cuatro veces más, cada ocasión apuntando contra uno de nuestros enemigos.
Cuando nos dimos cuenta que Dexter estaba prácticamente solo, nos detuvimos y entonces fue más seguro que pudiera salir. Caminé hacia donde estaba él y apunté directamente a su cabeza. Deseaba que me pudiera comprender lo que le estaba diciendo.
Después, como si se hubiera cansado del silencio entre los dos, se transformó de nuevo.
―Tienes agallas, pero no eres capaz de mantener una pelea como macho, ¿cierto? Utilizar armas no fue algo que digamos, justo.
―¿Justo? No me vengas a decir qué es justo. Porque traicionar a tu propia familia, a tu manada, para darles entrada a estos… perros, no me parece justo. Bien… ahora todo terminó Dexter. Ya no queda nada más que puedas hacer. El verdadero Alfa de esta manada, está vivo. Debes terminar todo esto.
―No voy a permitir que se acerque a esta manada alguien que ni siquiera puede transformarse en lobo. ¿Qué sucede Jordan? No siento la presencia de tu cachorro. ¿Tiene miedo de salir? – Dexter comenzó a caminar hacia mí, lo cual solo hizo que tomara con más fuerza y determinación el arma – no te atreverías a disparar, ¿cierto?
―No me obligues a hacerlo Dexter. Si crees estar tan seguro de tus palabras… te vas a llevar una gran sorpresa al descubrir que me gustaría matarte en este momento.
―Si quisieras hacerlo ya lo habrías hecho. Pero claro, sigues las enseñanzas de Oly ¿verdad? “El Alfa usa la cabeza, no la violencia. No se puede apagar fuego con fuego”
―Entonces, creo que no hay problema que dispare… después de todo, tu afirmas que no soy Alfa – cuando me vio preparar el arma se detuvo y fue entonces cuando sus ojos reflejaron miedo. Un verdadero miedo.
―¿Qué es lo que estoy viendo, Dexter? ¿De pronto tienes miedo? Solo me pregunto, ¿tienes miedo porque en verdad sabes que estoy destinado a dirigir a esta manada, o porque en cualquier momento puedo jalar el gatillo? – el cañón del revólver descansaba en su frente.
De mi lado derecho un lobo negro saltó por mi costado y me hizo caer al suelo. Sus patas estaban abrazando mi cuerpo y enterraba sus garras en mi brazo. Sus colmillos me sonreían de una manera amenazadora. Cuando logré tomar una posición, tiré del gatillo y el sonido aplacó todos los ruidos del bosque. El animal quedó muerto sobre mí. Aunque no estaba armado, tenía el resguardo de los demás lobos. Sentía que Leo estaba a mi lado, Nicolai estaba junto con Amy. Nahtiash y los demás resguardaban bien a los pocos enemigos que quedaban. Dexter estaba al centro, sobre sus cuatro patas y mostrando sus colmillos.
Alcancé a quitarme al cuerpo del lobo y dejarlo descansar enseguida de mí. No merecía el desprecio de nadie. En cuanto estuve libre Dexter saltó sobre mi con la plena intención de morderme, lo único que alcancé a hacer fue comenzar a golpearlo con la empuñadura del arma, pero no era suficiente para que se alejara de mí.
Mordió mi brazo y sentí el tibio líquido escurrir hacia el suelo. Dexter tenía una oportunidad única, y prácticamente podía sentir sus colmillos en mi rostro. Pero en lugar de atacarme comenzó a aullar de dolor. Cuando se movió de encima de mí, vi que tenía una pata sangrando. Axel estaba frente a él, con su pelaje que brillaba por el sol que nacía detrás de nosotros, sobre las montañas. Gruñía sin cesar frente a Dexter. Tenía su hocico manchado de sangre y los ojos reflejaban su fuerza interna. Dexter caminó un poco hacia atrás tratando de limpiar la herida, de pronto intentó remeter contra Axel pero con un golpe en su estómago lo hizo retroceder más y resbalar por el acantilado hacia las aguas del lago. Se golpeó contra las rocas antes de alcanzar el agua.
Entonces supe que todo había terminado.