"Lo
único que me interesaba entonces, era pensar en algún encuentro en el que ambos
experimentáramos la sensación de euforia y desenfreno, al momento de tenernos uno
en los brazos del otro. Únicamente tenía la idea de sentir sus manos en mi
espalda, sus labios en mi pecho, su aroma en mis sábanas. La idea de perderme en
senderos de placer, siempre iniciaba en las manos de aquél, a quien mantenía permanentemente
en la intimidad de mi imaginación y de mi memoria".
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