Eros

Hemos escuchado el mito griego de Eros y Psique.

Un mito que -en lo personal- me apasionó completamente desde la primera vez que lo leí. Un verdadero cuento de hadas... ¿ser amado por un dios? O mejor aún... ¿ser amado por el dios Amor? ¿Por el protector de la pasión, el deseo y el erotismo?

Bien, en esta ocasión terminé una historia nueva: "Eros".

Un nombre simple que describe mucho y deja mucho más a la imaginación. Quise que comenzara como una versión nueva del mito griego en donde el papel de Psique fuera interpretado por algún chico, sin embargo (como muy comunmente sucede) las musas llegaron a mis manos y cambiaron el curso de la historia.

En esta nueva versión del mito, Alexis descubre -por sueños continuos e interesantes- el deseo oculto que lo mantiene entrando y saliendo de un bosque tormentoso.

El Bosque de la Humanidad que siempre lo deja en el mismo lugar: un hermoso jardín, con fuentes de agua y plata, pegasos corriendo y que bailan con el viento.

Les dejo algunos fragmentos de la historia.

“El dios, que es amor, de cabellos dorados, tensa su arco encantado con flechas gemelas. Una atina a la felicidad, la otra a la confusión de la vida”.
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El llegar a vivir en una universidad solo para hombres, donde la presión por alcanzar la perfección académica y deportiva era la prioridad, se podría pensar que sería una bendición para alguien como Alexis, quien gusta y disfruta de ocasionales compañías con sus propios compañeros; sin embargo llega a tener su lado tedioso, sobre todo porque a fin de cuentas, todos los días se está rodeado de las mismas personas.

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Cerró sus ojos y en su mente tenía las imágenes grabadas con fuego, el fuego que el chico utilizó para atraer las miradas de los clientes cuando representó la luz del sol, en una tarde de verano.

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Alexis caminó por el Bosque de la Humanidad soportando las piedras afiladas y las ramas que rasgaban sin misericordia su piel. Sus brazos, sus piernas, su pecho. Caminar por esos senderos escabrosos era una verdadera tortura.

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Disfruta, Alexis. No temas y deja todas tus dudas y limitaciones afuera. Aquí, no hay límites, no tenemos deberes pues sólo nos debemos el uno al otro. Ríe y juega con los pegasos, canta con las ninfas y charla con los faunos; pero regresa siempre aquí, puro, sin contaminar. Ajeno al mundo humano del que provienes. Regresa siempre aquí, a mi lado, para hacer el amor días, noches y el infinito. Regresa siempre a mí, Alexis. Siempre a mí.

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Lo depositó con sutileza en el cómodo lecho y aprovechó para erguirse, majestuoso cual era, y se despojó de la túnica blanca que llevaba puesta. Su cuerpo perfecto relució gracias a los favores de Apolo. Todo él comenzó a brillar: su cabello, el contorno de sus hombros y la fuerza de sus manos irradiaban rayos dorados.

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Alexis y David, ambos decidieron darse en ofrenda ante el altar del amor y el deseo. Decidieron hacer el sacrificio de sus voluntarios deseos, con el calor de la proximidad de sus cuerpos y se convirtieron en ofrendas vivas al dios Amor.