Sus labios le brindaban una tranquilidad que le permitía pensar y ordenar el caos que reinaba en su mente.
Su cadera y la plena muestra de su pasión lo hacían soñar, anhelar, profesar la más pagana de las oraciones: Dios del deseo, del placer humano, de la carne, permite que continúe este delicioso placer; concédeme más tiempo en este eterno y delicioso delirio. Concédeme el gemido, aceptalo como ofrenda... Me ofrezco en sacrificio a tu nombre.
::::::::::::
Concluyo este día de paseo con este fragmento; una inspiración de este autor.
Un día muy productivo, relajante, activo, pero que me ayudó a respirar, tranquilizarme y disfrutar de todo lo que hay a nuestro alrrededor,
Saludos.
La belleza de la vida la encuentras en la misma vida
No hay comentarios:
Publicar un comentario