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Recuerdo
que en alguna ocasión, hablábamos precisamente de estos temas y afirmaba que la
filosofía budista también tiene sus puntos de oportunidad. Me refiero a que en
ocasiones parecen asumir posturas de desinterés total hacia todas las cosas que
suceden a su alrededor. Asumen posturas de un completo desentendimiento, sin
interesarse por las situaciones que se presentan ya que eso significaría —el
involucrarse emocionalmente— traer más sufrimiento a nuestra existencia puesto
que aquella situación existirá a pesar de nuestra manifiesta oposición.
En
este aspecto, considero que no debemos enfrascarnos en el interminable deseo de
eliminar el sufrimiento de nuestras personas, ya que al no tener éxito de igual
forma estaremos en un constante estado de sufrimiento.
Por
lo tanto, para responder a la pregunta con la que comencé esta reflexión,
debería decir que las enseñanzas budistas, milenarias, transmitidas por
generaciones y que llegan hasta esta parte del mundo, significan más que
solamente ser pacientes y pasivos ante numerosas situaciones; significan,
entonces, una invitación a mantener un equilibro interno y un balance con
nuestras emociones, pensamientos y sentimientos.
Podemos
alcanzar un nivel espiritual de tranquilidad y confort si aprendemos a
controlar nuestros pensamientos y nuestros impulsos.
Significan
que la realidad es la realidad y no
alguna fantasía que nos empeñemos en crear. Si algo no debe ser, no será; sin
embargo, esto no significa que deje de importarnos porque simplemente no podrá
ser de otra manera, sino que debemos aprender a convivir con esas pequeñas
espinas que tienen todas las rosas y tomarlas como parte de la belleza misma de
la flor.
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