La
visión del bosque le fascinaba,
la
emoción de convertirse en aquella
magnífica
criatura, lo extasiaba.
Pero
fueron sus caricias, las del hombre,
las que hicieron que
lo
llegara a amar como un animal.
El
lobo le aullaba a la luna,
al
menos eso pensaban, pero en realidad
le
aullaba a su amor,
un
amor extraviado que buscaba
tan
solo una señal para regresar a casa.
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