Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

miércoles, 13 de febrero de 2013

Amantes, I


Hace tiempo tuve la idea de escribir sobre este tema, sobre esta palabra: amante.
Hace poco, Héctor me preguntó directamente: ¿Para ti qué es un amante?
La palabra ya había hecho una leve aparición en mi mente; aunque, no solamente la palabra, sino los —múltiples y variados— contextos en los que es usada.
Más allá de intentar definir amante, me gustaría abordar el tema desde una perspectiva más personal, íntima, e incluso despectiva; más allá de entrar directamente al diccionario de la Real Academia Española, y casarme con esa definición, me gustaría hablar de quiénes son amantes, qué hacen los amantes y si son aquellas personas a quienes despectivamente nos referimos en el momento en que mantienen una relación de engaño y mentiras.
Aquella noche le dije a Héctor que, para mí, un amante o los amantes, eran quienes amaban. Así de sencillo, así de simple.
Pero no podemos dejar una explicación tan parca y austera, mucho menos si se trata de una palabra tan amplia y profunda. Sin embargo, no falta razón en esa aproximación a la anatomía de la palabra, pues efectivamente —según la propia Academia— hace referencia a “quien ama”.
Pero también al “hombre y mujer que se aman” —no entraré en la connotación estrictamente heterosexual de la definición, pues no es el punto de este escrito—; sin embargo, y es precisamente lo que llama mi atención. Existe una definición, que da la RAE, que se refiere a un nombre común, en cuanto al género, que es otra palabreja por demás de usada en la lengua hispana: querido (a).
Naturalmente, esta última se refiere al “hombre o la mujer que tienen relaciones amorosas ilícitas”; resulta claro, pues, mantener una relación inmoral, no aceptada, rechazada, señalada. Infiel.
Dentro de esta perspectiva, el amante o la amante será aquella persona quien, dentro de una relación sentimental, mantiene otra relación (sexual, sentimental o de cualquier índole) con una persona, para convertirla (a ésta última) en su amante, dicho coloquialmente.
El término es empleado de manera despectiva por aquellos ajenos a esta segunda relación, aunque en ocasiones por los propios intervinientes. Dicho sea, en otras palabras, cuando un hombre o una mujer —o ambos— mantienen una relación con alguien más, pero además otra diversa (una segunda relación) a los ojos de quienes los rodean serán amantes; quizás el hombre sea quien esté con dos mujeres a la vez, o viceversa, entonces alguna de ellas, o alguno de ellos, será el amante de quien es infiel.
Naturalmente que, para configurar estos términos, nos referimos a relaciones monógamas.
En este contexto, está presente una denotación despectiva, denigrante, humillante; sin embargo, la palabra tiene también —dentro de otros contextos— diversas proyecciones, distintas a la del insulto comúnmente usado.
En la literatura, por ejemplo, el término es ampliamente usado para referirse a aquellos que se aman, simple y llanamente, sin inmiscuir esas “relaciones ilícitas” o inmorales. Los amantes pueden ser el héroe de la historia y la persona que está siempre en su corazón y en su mente, por quien está dispuesto a lo que sea y es capaz de hacer cuanto esté a su alcance para estar al lado de quien ama; puede ser la mujer que vive y muere enamorada de alguien más, incluso y a pesar de las adversidades que se presentan en la vida de todos. Pues la particularidad de la palabra es tal, que precisamente permite extender su significado y cobijar a todos quienes intervienen en la historia, bajo su resguardo.
Según pude leer al respecto, la palabra amante tiene sus orígenes para referirse a las mujeres que eran mantenidas por los hombres con el propósito de que aquellas les brindaran a éstos placeres meramente sexuales (sin embargo, existen diferencias entre las amantes y las cortesanas).

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