Aristóteles
les explicaba los diferentes grados que admite la amistad, desde la búsqueda
personal, el más sencillo, hasta el más puro y complicado; cuando se desea el
bien para un amigo por su propia seguridad.
La
amistad es perfecta cuando un hombre virtuoso ama el bien en la persona de otro
hombre, porque la virtud produce más deleite que la belleza misma y permanece
intacta; ni siquiera el tiempo puede tocarla.
El
filósofo continuó hablando del valor de la amistad, más allá de las arenas
movedizas de Eros.
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Tomé
este fragmento del libro que actualmente leo: Fuego del paraíso, de Mary Renault. Como mencioné en una de las
entradas anteriores, la historia trata de la vida de Alejandro de Macedonia,
hijo de Filipo y Olimpia; y su relación con todos los demás personajes que lo
rodean que son sencillamente maravillosos.
Están
estructurados con una sencillez que me parece estupenda. Filotas y Tolomeo acompañan
a Alejandro —aunque en menor grado, en segundo plano—; Casandro eternamente
disgustado con el joven príncipe y claro… su gran amigo, su mejor amigo:
Hefestión.
La
dualidad Alejandro-Hefestión simplemente me parece perfecta. La lectura no se
enfoca en los detalles carnales y eróticos (que pudiera hacerlo bajo una falsa
influencia de Eros), sino que se basa en la delicia de la compañía de uno y de
otro. Se centra en la relación de amistad que surge entre ellos y que
representa la maravillosa unión entre dos hombres. Unión en pensamientos y en
opiniones; unión en sensaciones y lágrimas.
Particularmente
este extracto, que tomé de un momento donde se encuentran Alejandro y sus
compañeros escuchando a Aristóteles, significó bastante para mí. Por muchas
razones que probablemente colinden con lo ridículo; sin embargo, probablemente
la razón más importante es que, hace ya casi cinco años, él y yo comenzamos un
hermoso viaje a través de las aguas de la confianza y la seguridad, y
justamente zarpamos del puerto de la amistad. La Amistad, en nuestro caso, fue ese ingrediente especial que nos unió —y
que lo hace hasta estos días—.
Afortunadamente
me he topado con verdaderos amigos a lo largo de mi vida, que quizás muchos ya
no estén aquí; sin embargo, a pesar de que estoy consciente de que la amistad y
el amor (o el amigo y la persona que amas) se encuentran ubicadas en esferas distintas,
de pronto tenemos la increíble fortuna de que ambos estratos se mezclan entre
ellos, aunque sea un poco, y dejan como resultado una relación libre y virtuosa
(como lo menciona el filósofo).
Así
pues, Alejandro y Hefestión (aunque no me considero un general o alguien que le
deba respeto y amor a otro por su jerarquía), Armand y Marius; Paul y Victor;
Jason y Kyle; y muchos, muchos más
continuarán su camino… a donde sea que éste los lleve.
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