Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Semana de aniversario III

¿Cómo sabes cuando estás enamorad?

¿Cómo te das cuenta que amas a una persona?

Lo sabes cuando comienzas el día y sonríes.

Lo sabes cuando, a pesar del cansancio, suspiras de alivio cuanto envuelves en la oscuridad de la habitación.

¡Lo sabes cuando cantas sin ninguna razón en tu auto!

Te das cuenta cuando al final del día, lo miras a los ojos y le dices que estas enamorado.


martes, 29 de noviembre de 2011

Semana de aniversario II


Quienes aman, comprenden la magnitud de la vida.
Quienes aman, se enredan en la complejidad del amor.
Quienes aman, despiertan con los rayos del corazón,
quienes aman entienden el significado de amar…

A. A. R. G.


lunes, 28 de noviembre de 2011

Sueños de tu voz y alma

Los sueños son el motor de nuestro diario existir.

Nos elevan sobre las turbulentas aguas de nuestra vida y nos animan a seguir navegando, hasta llegar a la tranquilidad de un puerto firme.

Iluminan el oscuro sendero de aquel bosque de locura; marcan el camino como veladoras sagradas.

Uno de mis sueños, en estas frías noches, es tenerte a mi lado para que abraces mis anhelos y reconfortes mi corazón.

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Elevador

Entré a revisar el blog Latin Queer Channel, para ver qué cortos nuevos habían puesto y hace aproximadamente veinte horas pusieron este corto que simplemente me encantó… se los dejo para que comenten, y de paso los invito a que visiten LatinQueer Channel y fomentemos el cine de temática gay.

¡Saludos!


Semana de aniversario

Estamos en semana de aniversario.

A cinco días de cumplir cinco años juntos en este magnífico viaje a través de las aguas turbulentas, mágicas y eróticas de la vida. Delicioso caminar a tu lado, tomados de la mano en la playa del mundo, con la brisa entre nuestros cuerpos semidesnudos. Una alegría incontrolable… saber que pronto cumpliremos juntos un año más.

¡Y los que nos faltan!


sábado, 26 de noviembre de 2011

Tolerancia

Fragmento de un artículo que redacté recientemente, en donde expongo algunas ideas en cuantoa la tolerancia, la comprensión, la paz y la libertad.

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Retomamos un pensamiento que se aclaró en los párrafos que anteceden: la principal característica que nos iguala a todos los seres humanos es que cada uno somos diferentes de todos los demás.
Las diferencias que tenemos —de opiniones, de creencias, de acciones, etcétera—, son justamente el común denominador de todo ser humano que convive en grupos —y sus subgrupos— sociales.
Dentro de este tema, hay un camino que debemos seguir para alcanzar una verdadera libertad. Un solo sendero, empedrado y doloroso, por el que habremos de caminar hasta encontrar la máxima aspiración del ser humano: el ser libre.
Este camino al que nos referimos comienza incuestionablemente con la tolerancia, para así arribar a la comprensión y posteriormente alcanzar ese estado armónico (para muchos utópico) de paz que a fin de cuentas nos hará libres.

Pero, ¿qué es la tolerancia? ¿Qué significa tolerar o ser tolerantes?

...

Blanca esperma resbalando...
por la espina dorsal!

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miércoles, 23 de noviembre de 2011

300


¡300!


Coincidencias...

Anécdota curiosa.

Mientras buscaba los nombres de los protagonistas de aquellas novelas que he leído, para la entrada anterior, justamente tuve uno de esos momentos en los que abres el libro, lees y te encanta lo que lees… en este caso fue:

LOVE
They say opposites attract.
The sun loves to gleam on ice
(before destroying it)

Vampire Thrall, Michael Schiefelbein.
ISBN: 1-55583-728-X, 2003.


Si están interesados en leer más obras de Michael Schiefelbein, les recomiendo Vampire Vow y Vampire Thrall, además de otras series y novelas. Obras intensas, alarmantes, pero sutiles.

Amistad

Aristóteles les explicaba los diferentes grados que admite la amistad, desde la búsqueda personal, el más sencillo, hasta el más puro y complicado; cuando se desea el bien para un amigo por su propia seguridad.

La amistad es perfecta cuando un hombre virtuoso ama el bien en la persona de otro hombre, porque la virtud produce más deleite que la belleza misma y permanece intacta; ni siquiera el tiempo puede tocarla.
El filósofo continuó hablando del valor de la amistad, más allá de las arenas movedizas de Eros.
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Tomé este fragmento del libro que actualmente leo: Fuego del paraíso, de Mary Renault. Como mencioné en una de las entradas anteriores, la historia trata de la vida de Alejandro de Macedonia, hijo de Filipo y Olimpia; y su relación con todos los demás personajes que lo rodean que son sencillamente maravillosos.
Están estructurados con una sencillez que me parece estupenda. Filotas y Tolomeo acompañan a Alejandro —aunque en menor grado, en segundo plano—; Casandro eternamente disgustado con el joven príncipe y claro… su gran amigo, su mejor amigo: Hefestión.
La dualidad Alejandro-Hefestión simplemente me parece perfecta. La lectura no se enfoca en los detalles carnales y eróticos (que pudiera hacerlo bajo una falsa influencia de Eros), sino que se basa en la delicia de la compañía de uno y de otro. Se centra en la relación de amistad que surge entre ellos y que representa la maravillosa unión entre dos hombres. Unión en pensamientos y en opiniones; unión en sensaciones y lágrimas.
Particularmente este extracto, que tomé de un momento donde se encuentran Alejandro y sus compañeros escuchando a Aristóteles, significó bastante para mí. Por muchas razones que probablemente colinden con lo ridículo; sin embargo, probablemente la razón más importante es que, hace ya casi cinco años, él y yo comenzamos un hermoso viaje a través de las aguas de la confianza y la seguridad, y justamente zarpamos del puerto de la amistad. La Amistad, en nuestro caso, fue ese ingrediente especial que nos unió —y que lo hace hasta estos días—.
Afortunadamente me he topado con verdaderos amigos a lo largo de mi vida, que quizás muchos ya no estén aquí; sin embargo, a pesar de que estoy consciente de que la amistad y el amor (o el amigo y la persona que amas) se encuentran ubicadas en esferas distintas, de pronto tenemos la increíble fortuna de que ambos estratos se mezclan entre ellos, aunque sea un poco, y dejan como resultado una relación libre y virtuosa (como lo menciona el filósofo).
Así pues, Alejandro y Hefestión (aunque no me considero un general o alguien que le deba respeto y amor a otro por su jerarquía), Armand y Marius; Paul y Victor; Jason y  Kyle; y muchos, muchos más continuarán su camino… a donde sea que éste los lleve.

domingo, 20 de noviembre de 2011

H. Z.

En esta ocasión dedico esta entrada a una persona sumamente importante en mi vida.

Conocemos su nombre artístico o de farándula, Thadeus, por el blog que solía llevar antes de que se retirara de estos asuntos; sin embargo, firma su trabajo de una manera diferente. En respeto de su privacidad —y hasta que decida si obtiene algún seudónimo, o no—, lo llamaré simplemente H. Z.

H. Z. es un magnífico artista que no solamente se conforma con transmitir sus sentimientos y emociones a través de sus dibujos; sino que ha comenzado a incursionarse en el arte de las letras, quizás ahora de una manera más sincera. Desde hace años comenzó la historia de Thadeus (de ahí su propio nombre en el blog) y ha hecho tachones y borrones en los escritos; ha olvidado el archivo en su computadora, aunque últimamente lo ha rescatado.

Sin embargo, y aunque no demerito su trabajo de redacción —al contrario, lo aliento a que siga adelante—, reconozco que su fuerte definitivamente es el dibujo.

Es por esta razón que el día de hoy hago un pequeño tributo a su maravilloso trabajo con estas imágenes que su mente imaginó y su diestra mano concretó.

Solamente me resta decirte, amor mío, me haces el hombre más feliz del mundo; y a ustedes… ojalá les guste.

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Uno de los personajes de mi novela Manadas

Un regalo de navidad

AMOR, fue un regalo de 14 de febrero

Luis II, ilustración de la novela que juntos tenemos

Luis, el personaje de nuestra novela

MIRADA


MODELO

Particularmente este ángel guarda mucha historia en sus alas.
Digamos que había más de un postor


jueves, 17 de noviembre de 2011

Reflexión

En esta semana
reflexioné sobre
lo más difícil
de ser abogado:
luchar contra la corriente.

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lunes, 14 de noviembre de 2011

De griegos


Entonces Heracles le dijo a Alejandro:

“La inmortalidad del hombre no consiste en vivir eternamente; este deseo nace del miedo. Cada momento que un hombre logra liberarse del miedo es lo que acaba por hacerle inmortal.”

Mary Renault, Fuego del paraíso.

Heracles contra la Hydra.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Compañía

Mi compañía esta noche es el zumbido en mis oídos. Son mis ropas que de despiden un aroma a humo de cigarro y mi cuerpo relajado (o alterado) por el alcohol.

Mi compañía esta noche es el recuerdo de las risas y los múltiples brindis que hicimos por cualquier cosa.

Mi compañía es el recuerdo de los gritos y los cantos de aquellas canciones que tienen un significado, aunque sea minúsculo, para todos nosotros.

Aunque mi mas grata compañía esta noche es, sin duda, el recuerdo de tu sonrisa y de tus abrazos. Simplemente, la mas agradable compañía es tu esencia que me acompaña ahora, debajo de las cobijas.

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martes, 8 de noviembre de 2011

Olvidado II

    Era una tarde fresca y ambos sabíamos que pronto comenzaría a llover. Caminábamos por las calles que estaban cerca del lugar donde me encuentro, aunque ya hacia las afueras del círculo central de la ciudad. Mientras caminábamos reíamos ruidosamente, acabábamos de cenar y las dos botellas de vino, que se quedaron vacías sobre la barra de la cocina, lograron calentar nuestras mejillas y alivianar nuestros cuerpos.
Salimos a tomar un poco de aire fresco y sentí un efecto efervescente nacía en mi estómago y subía hasta mi cabeza. No estaba borracho, simplemente me sentía ligero como el viento, y lleno de vitalidad. De vida y felicidad.
Justamente, en el momento en que pasamos por un pequeño templo un poco descuidado y ya oscuro por la hora, nació en mi interior el deseo de tomarlo de su mano, entrelazar mis dedos con los suyos y así lo hice. Tal vez movido por el vino, pero definitivamente lo hice. La sensación fue electrizante. Sostuve su mano con la mía y la sujeté con fuerza. Entonces la lluvia comenzó a caer.
Acarició nuestros sueños e ilusiones y los hizo florecer como hace con las flores silvestres en el campo. Le dio vida a nuestras experiencias, y en lugar de extinguirlo, avivó el fuego que crecía entre nosotros. Nos encontrábamos envueltos en una capa de fuego mientras a nuestro alrededor caía la lluvia torrencial. Estábamos locos, locos el uno por el otro, pero estábamos juntos y era lo único que me importaba. No había nada aquella noche, más que él y yo, la iglesia, y aquella lluvia que parecía no mojar nuestra ropa —o tal vez a nosotros no nos importó que estuviéramos empapados—.
Después de risas, abrazos y besos regresamos al pequeño cuarto que en ocasiones compartíamos. Me encantaba estar en ese lugar, y aún me fascina. De pronto no había luz, pero las velas siempre son estupendas compañeras. Sus flamas son las hadas más amigables que conozco y sus lágrimas de cera derretida forman esculturas caprichosas movidas únicamente por su magia impulsiva.
Cuando regresamos, ambos abrazados y riéndonos como un par de niños, el ambiente cálido del lugar nos envolvió e hizo que me perdiera completamente en sus ojos. Tiene los ojos más hermosos que he visto, peligrosos y amigables; me dejé seducir por sus manos que recorrían mi espalda y mis brazos como si acariciaran la superficie de algún lago, con delicadeza y de una forma sutil.
Me acercó a su rostro, me tomó de la cintura y acercó mi cuerpo al suyo. Quise cerrar mis ojos pero no deseaba privarme de la belleza de su rostro. A fin de cuentas dejé mi vista en negro y disfruté cada caricia, de cada beso y de cada gemido que me brindaba. Eran mis regalos, era su tributo para mí. Debía entonces compensarle con algo, pero ¿qué?
Después, tomó mi mano, se apartó un poco de mí y con apenas un susurro me pidió que lo acompañara. Entramos a su habitación. Un lugar bastante acogedor que en ocasiones —para nada escazas— fungió como escenario para nuestros bailes seductores y para aquellos actos que le competen solo a la naturaleza propia del ser humano. No, a la propia del hombre.
Un cuarto que aquella noche terminaría oliendo a pintura derramada sobre un lienzo, a sudor y semen dispersos por las sábanas rojas de la cama.
Con un poco de fuerza en su petición, pero sin perder sus modales, me pidió que me quitara la ropa y me recostara en la cama. Con una sonrisa ansiosa, accedí a su petición.
Recuerdo que inmediatamente comenzó a preparar sus herramientas. El aroma a pintura no tardó en inundar el cuarto.
Mi piel estaba fresca y toda la ropa mojada yacía en la esquina, junto a la puerta. De pronto un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y se depositó en mi entrepierna. Reaccioné al instante e instintivamente intenté cubrirlo con las sábanas. No supe si fue por lo intenso de la escena, o por alguna razón del destino, pero comencé a temblar, aunque no tenía frío.
Pasó el tiempo y me encontraba más relajado, incluso pude sonreír cada vez que me lo pedía. Jamás me moví de aquella posición en la que me encontraba. Desde que comenzó a hacer el cuadro en el que plasmaría para siempre mi figura desnuda, no me moví de aquél colchón cubierto por sábanas rojas.
Mientras observo el cuadro que se encuentra frente a mí, pienso en la magia que lo envuelve. Pienso en ese toque de lujuria que tiene cada pincelada.
El joven de la pintura está excitado, todo su cuerpo lo demuestra: su rostro, sus manos, sus ojos cerrados, su entrepierna. Todo lo comprueba, y eso no puede ser algo más que la viva prueba de que el mismo pintor se encontraba en un estado de excitación indescriptible.
Siempre que lo contemplo, llegan de nuevo todas las emociones que envolvían mi cuerpo —representadas en ese cuadro por las sábanas de la cama—.
Mientras él pasaba los pinceles por el lienzo, mientras los embarraba de pintura y la depositaba en el cósmico lugar al que pertenecía; mientras lo observaba atentamente no pensaba otra cosa que no fuera el tenerlo entre mis brazos. Poseerlo y hacerlo gritar de emoción y locura, en ese lugar, envueltos en pintura y luz. Con la lluvia afuera en la calle y la seguridad de su cama debajo de nosotros.
Entonces deliberadamente desobedecí lo que me pidió: me levanté de la cama y caminé hacia él, tomé su paleta y el pincel de sus manos y lo encaminé de vuelta al lecho donde había estado yo recostado. Lo tumbé sobre el colchón y me coloqué sobre él.
Sus piernas comprendieron lo que deseaba hacer y se dispuso a recibirme de la manera más dócil que podía haberme imaginado. Después de preparar mi propio lienzo, coloqué sus piernas sobre mis hombros y lo penetré con la mirada. Clavé mis ojos en los suyos mientras reprimía un grito o un gemido que nació y murió en su garganta.
La sensación es indescriptible. Me volvía loco, deseaba arrancarle sus ropas, pero estaba desnudo; quería devorarlo a mordidas, pero no podía hacerlo; anhelaba fundir su cuerpo con el suyo, pero éramos dos cuerpos distintos.
Después, cerró sus ojos y acopló sus deseos a los míos. Lo tomé de la cintura y lo elevé al altar de los dioses, lo llevé de la mano al cálido templo de Eros en donde los dos nos haríamos uno solo. Lo tomé fuertemente de la cintura y me aferré a ella. Mientras realizaba los movimientos que habrían de arrancar gritos y gemidos de locura de mi amante, deposité mi nariz en su abdomen, debajo de su ombligo, e inhalé con fuerza.
Al principio caminamos despacio, con movimientos delicados y precisos cuyo propósito era hacer el camino más tranquilo. Sin embargo, una vez que nos encontramos seguros en aquél palacio de amor, cuando ya estábamos cómodos y relajados con sus piernas abrazando mi cadera, nuestros movimientos aumentaron de intensidad.
Sus gemidos envolvieron la habitación en cuestión de segundos y pronto le siguieron los míos. Su piel era una delicia. Acariciar su cuerpo era como acariciar las nubes del cielo. Era una sensación delirante, tenerlo tan cerca; una bendición el compartir mi cuerpo con el suyo y juntar nuestros corazones al momento en que uníamos nuestro espíritu a través de besos interminables y divinos.
Su rostro me lo dijo todo, y me instó a continuar con aquellos movimientos que no cesarían hasta que nuestros cuerpos se rindieran ante el amor y la maravilla de tenernos el uno al otro.
La habitación entonces contenía los aromas de la pintura, el sudor y el semen de dos cuerpos que yacían exhaustos envueltos en las sábanas de la cama. Los dos dormimos profundamente.
A la mañana siguiente, el cuadro estaba terminado cuando desperté.
El hermoso ángel que estaba a mi lado dormía plácidamente. Exhausto. Maravillado.
Aquella mañana me preparé una taza de chocolate, la lluvia en la calle aún continuaba y era una mañana gris, perfecta para permanecer en cama y observar el cuadro que me mostraba mi figura envuelta en un estado de éxtasis interminable.
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lunes, 7 de noviembre de 2011

Olvidado I

En esta ciudad hay un pequeño lugar, alejado de todo el fastidioso ruido y de la decadente presencia del ser humano. Pero, aunque apartado y escondido de todo el bullicio político, de los gastados discursos y de las promesas inservibles que gritan las pobres voces —agobiadas y estúpidas— desde sus curules y oficinas lujosas decoradas con cada centavo que los que sufren frío y hambre pagan; este lugar se encuentra justamente en el centro de la red de calles y edificios.

El primer cuadro de la ciudad es un lugar ya decadente. Ya nadie le presta atención: los cuerpos policiacos dejaron de tener presencia en estas calles desde hace ya varios años, el tráfico automovilístico —debido a las estrechas y desgastadas callejuelas— dejó de circular desde hace tiempo. Y sencillamente los delincuentes se rehúsan a trabajar en esta zona ya que simplemente no hay qué robar o a quién asesinar.

El centro histórico dejó de tener importancia para los habitantes de la ciudad y cerró sus museos, edificios ancestrales, elegantemente decorados, para dar paso a una ola de olvido y soledad que es mucho más deprimente que la delincuencia que golpea otras partes del círculo urbano que se extiende por varios kilómetros.

Sin embargo, existe un lugar que aún me cautiva por la magia que contiene en su interior y que me invade cada vez que atravieso sus cansadas puertas de madera. Es un lugar silencioso, pequeño y oscuro —principalmente por falta de cuidado de sus dueños, aunque el efecto resulta bastante adecuado—.

Un pequeño local en el que encuentras tranquilidad y silenciosas risas además de deliciosas miradas cargadas de duda y secretos oscuros. El lugar se llama Luna: un nombre sencillo, simple y modesto que denota cabalmente la paz que se respira en su interior.

Dentro, cada mesa está iluminada por una vela que arde y arde hasta consumirse, día tras día. Las pequeñas flamas jamás encuentran descanso en ese lugar. Naturalmente, y como consecuencia lógica, el frío no tiene cabida en los cuartos de piso y techo de madera y ventanas resguardadas por barras negras azotadas y marchitas por el tiempo y la lluvia.

En ese lugar es, justamente, donde lo encontré. El motivo por el que continúo asistiendo y en donde la mesa siempre está reservada para mí —no que se requiera tener reservaciones, no es precisamente el lugar más visitado de la ciudad—, la que está frente al hermoso cuadro, escondido en sombras, iluminado tenuemente por veladoras más gruesas y grandes a su lado derecho, ese cuadro que cuelga inerte de la pared y que enmarca una maravillosa obra de arte.

Mi deseo de estar ahí, contemplándolo, prácticamente todas las noches, con una humeante taza de té o chocolate, parece no tener fin. Como si no pudiera resistirme al hechizo que ocasiona su encanto. Debo de estar aquí todas las noches.

Desafortunadamente no siempre me es posible, pero cuando regreso de nuevo duro el doble que por lo regular lo hago. Me pierdo en la belleza, me enamora la sencillez de las formas y colores. Sencillo, hermoso, magnífico.

Justamente lo veo en estos momentos, mientras sostengo la taza de chocolate con canela.

Y sonrío, sonrío plenamente porque el verlo frente a mí, como muestra del trabajo y dedicación que implicó realizarlo, habla por sí solo. El cuadro tiene vida, tiene voz y alma, pero está olvidado en algún polvoso rincón de esta ciudad. Pero es mejor así. Es mejor que esté en ese altar, colgando de esta pared, enmarcado por un precioso y sencillo cuadro de madera y resaltado por las velas que arden constantemente a su lado. Le dan la perfecta cantidad de luz. Le brindan una compañía inagotable y perpetua. Dos centinelas que arden toda la noche.

Pienso que sería una tragedia, una pérdida para la humanidad, que en alguna ocasión esas inocentes flamas lo reclamaran con enormes lenguas de fuego y se perdiera para siempre.

Sin embargo, mientras tanto, me encuentro de nuevo frente a él, como lo hice la noche anterior y no así la anterior a ésta última.

Lo contemplo con delicadeza, intentando no gastar sus trazos y tonos con mi mirada. Lo acaricio con mi mirada y me deleita observarlo con detenimiento.

Lo observo y sonrío. Sonrío porque mientras paso mi vista por toda la superficie, cuando me concentro en una esquina, en el centro o cuando lo observo en su conjunto como un todo; recuerdo las maravillosas sensaciones de sensualidad y erotismo que recorrieron mi cuerpo aquella noche, cuando estaba recostado en la cama envuelto en sábanas rojas. Recuerdo cuando él me observaba con detenimiento —concentrado en su trabajo— y plasmaba lo que veía en el lienzo blanco.

Sonrío porque recuerdo cómo sucedió todo aquello. Recuerdo porque sonrío.

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Fotografías de Anthony Gayton,
obtenidas de páginas libres de internet.

Un recuento

Hoy llegó a mi mente una frase, mientras contemplaba el atardecer desde el escritorio que está junto a la ventana de mi habitación:

 “Si quieres hacer algo, hazlo ahora… no esperes el momento oportuno pues éste no existe. Solamente tenemos EL momento en el que nos decidimos a hacer las cosas, pero un momento adecuado y oportuno para todo… no lo hay”.

Fue precisamente lo que escribí en la entrada anterior de este blog, y en verdad creo que no hay un momento “adecuado” para hacer tal o cual cosa, y por consiguiente si esperamos su llegada el tiempo pasará de largo y terminaremos preguntándonos ¿qué pasó?

Es por lo que esta tarde decidí continuar con la edición de algunos trabajos que tengo ya terminados (la historia de Manadas, lo que me gusta decir como "la nueva historia de Eros" y mi nueva novela en la que estoy trabajando actualmente: Le Marais —aunque el título aún no es definitivo).

Terminé un pequeño cuento que se titula Olvidado, un trabajo que hice por “encargo” y que me animó a comenzar una compilación de cuentos cortos —algunos ya elaborados—, próximamente planeo comenzar otro de naturaleza fantástica, con magia y gitanos en la Francia de la época renacentista (inspirado en la fotografía que publico aquí mismo). Tengo algunos proyectos y francamente me siento un poco alejado de la creación literaria, cuestión que me entristece debido a que la considero mi profesión innata.
 
Aunque tengo la firme resolución de aplicar mi propia reflexión, si quiero hacer algo, lo haré ahora…, me resulta difícil concentrarme e inspirarme para escribir lo que tengo encerrado en mi mente. En las noches me invade ese sentimiento de locura y desesperación que me atormenta despiadadamente, el hecho de tener tantas y tantas ideas dentro de la celda de mi imaginación y no dejarlas salir. Me surgen temas y tramas que deseo plasmar en papel pero simplemente el tiempo me pasa de lado y termino preguntándome: ¿Qué pasó?

Por lo pronto, comienzo despacio… les dejo la historia Olvidado, dividida en dos partes, para que se lea… Saludos.

Fotografía que inspiró mi siguiente cuento corto: Magia de piedra.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Reflexion

Bueno, debo ser sincero -me dijo mientras mantenia esa mirada cargada de determinacion y experiencia-, si quieres hacer algo, debes hacerlo ahora.

No esperes el momento adecuado, pues no existe tal.

Existe solamente EL momento en que haces las cosas, pero no el momento adecuado para hacerlo...

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A. A. R. G.

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jueves, 3 de noviembre de 2011

de esas cosas...

Aprovecho la fila del cajero automatico para subir este comentario.

De esas cosas que tenemos que soportar, una de muchas, es la fila en los bancos. Aunque la verdad es que resulta ser algo entretenido porque puedes revisar cuentas, ponerte al corriente con amigos por telefono (aplica siempre y cuando estes afuera del banco como en esta vez).
Puedes leer o repasar para un examen de maestria! (Donde estan mis apuntes del examen que tengo el viernes!).
Pero, tambien debemos soportar comentarios tales como:

"Amigo no me vayas a chocar la camioneta eh" (aclaro que la persona que hace el comentario estaciona en doble fila su camioneta con el objetivo de "entrar rapido" al banco, y que la persona que sale hace maniobras parecidas a las de un piloto de Formula 1 para precisamente 'no chocar la camioneta de la dama').

Pero en fin... Esos comentarios o te hacen reir o de plano quieres agarrar a mazos quien se le ocurre hacer ese inocente comentario.

Buen dia!!!
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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Celebrando

Celebramos ahora el mes 59 de nuestro viaje... Y nuestra proxima parada: el quinto aniversario en un mes.

Felicidades, te amo.
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