Callar es más que dejar de hablar. Callar es cegar nuestra vista y ensordecer nuestro oído a lo que pasa a nuestro alrededor. Callar es conformarse, es no cuestionar; callar es no preguntar.
Callar es mantener una pasividad de pensamiento y confundirla con estabilidad de convicciones; callar es silenciar nuestro corazón y caminar conforme sea dictado.
Porque, callar es más que cerrar la boca; callar es no aplaudir, no amar, no desnudar alma y cuerpo. Callar es malgastar momentos, segundos, tiempos.
Callar es más que dejar de hablar.
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