Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

sábado, 26 de enero de 2013

Comienzo de nuevo...


“Comienzo de nuevo con algo que me ha costado mucho trabajo y prácticamente el doble de esfuerzo”.
Así reza lo que anoche escribí en las páginas de mi diario; en esta ocasión, me refiero a comenzar a trabajar, iniciar de cero, caminar de nuevo, con el proyecto al que he estado anclado hace poco más de un año.
Mi novela, en sus primeros capítulos, avanzó plena y segura del rumbo que tomaría. Escribía párrafos y diálogos con la certeza del objetivo que quería alcanzar; sin embargo, para los últimos momentos me parece que perdí el control sobre ella y juntos nos adentramos en un mar enfurecido hasta que, inadvertidamente, colapsamos contra un acantilado en medio de las olas.
Llegó un (terrible) momento en el que de pronto me percaté de que el motivo que había tenido para comenzar, aquella lejana mañana de sábado en algún café de la ciudad, ya no estaba ahí, en donde tan celosamente lo guardaba. Me había abandonado, ese elemento central que me había llevado a abrir mi computadora y comenzar a acariciar las teclas con mis dedos para que mis pensamientos formaran palabras, líneas y párrafos. Para que las ideas formaran una, dos, cinco, diez, cien páginas.
Me di cuenta que la trama central de la historia ya no era tan importante, de pronto había perdido su fuerza y todo el trabajo se derrumbaba como un edificio sin sólidos cimientos ni fuertes castillos.
Al respecto, el gran Vargas Llosa, en su libro Cartas a un joven novelista, dice non irrationabiliter que la novela es una mentira, una farsa que el novelista —y no escritor, pues evidentemente no es lo mismo, aunque muchas veces coincidan en la misma persona— presenta al lector con la firme y frágil ilusión de conquistar su mente y su imaginación; pues, si lo logra, su misión estará completa. Y ¿cómo habrá de lograr semejante labor titánica, alguien que tiene únicamente las palabras, las letras, las vocales y consonantes, los verbos, adverbios, conjunciones, puntos de ortografía; a su entera disposición? Vargas Llosa dice que a través de pizcas de realidad, elementos realistas que hacen al lector creer que lo que lee es verdad, o puede suceder.
Incluso si hablamos de un dragón morado de alas verdes, explicar por qué es morado y por qué tiene alas verdes, darle un motivo, una razón de ser o de no ser, esa criatura de colores llamativos será real en la imaginación del lector. Es justamente ahí donde me perdí en el viaje —duro y satisfactorio— de Daniel y sus aventuras en París. ¿Cómo es que corrió con tanta suerte para dedicarse enteramente a la prostitución? ¿Cómo es que conoció a todos aquellos hombres, millonarios y poderosos, en tan solo dos o tres capítulos?
Seamos realistas, ¡sé realista!, me dije cuando comencé a reflexionar acerca de estas cosas. Así que lo hice, le daré una realidad a la ficción, comenzaré de nuevo con el trabajo y lo haré real…

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