Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

jueves, 30 de julio de 2015

Heracles

Imagen (se presume) de Luke Austin.
Modelo Walter Savage
Heracles, Héracles (en griego antiguo ρακλς, Hērakls, del nombre de la diosa Hēra, y kleos: ‘gloria’ es decir ‘gloria de Hera’) o Hércules era un héroe de la mitología griega. Era considerado hijo de Zeus y Alcmena, una reina mortal, hijo adoptivo de Anfitrión y bisnieto de Perseo por la línea materna. Recibió al nacer el nombre de Alceo o Alcides, en honor a su abuelo Alceo (λκαος, Alkaios); si bien esta misma palabra evoca la idea de fortaleza (griego άλκή). Fue en su edad adulta cuando recibió el nombre con que se lo conoce, impuesto por Apolo, a través de la Pitia, para indicar su condición de servidor de la diosa Hera. En Roma, así como en Europa Occidental, es más conocido como Hércules y algunos emperadores romanos ―entre ellos Cómodo y Maximiano― se identificaron con su figura.

Zeus yació con Alcmena tras adoptar la apariencia del marido de ésta, Anfitrión de Tebas, que había dejado su hogar para ir a la guerra contra Atenas, y el cual regresó victorioso esa misma noche, más tarde, cuando Alcmena ya se había quedado embarazada de gemelos.

En la noche en que estaba previsto que los gemelos nacieran, Zeus juró que el niño miembro de la casa de Perseo (a la que pertenecería Heracles por vía de su supuesto padre Anfitrión) que naciera aquella noche se convertiría en un gran rey (otras versiones afirman que fue Hera la que convenció a su marido de que lo jurara, sólo para después poderle arrebatar el derecho a la corona a sus hijos).

Cuando Hera se enteró del juramento, conociendo el adulterio de Zeus y odiando al fruto de su infidelidad, quiso perjudicarlo. Corrió a la casa de Alcmena y ralentizó el parto sentándose con las piernas cruzadas y las ropas atadas con nudos (cuando se enteró de esto, Zeus enfureció, pero no le quedó otra que mantener su promesa). Al mismo tiempo, hizo que Euristeo, primo de los gemelos, naciese con dos meses de antelación, siendo él el rey. Y habría retrasado permanentemente el nacimiento si no hubiese sido engañada por Galantis, la criada, quien le dijo que ya había asistido a los niños en el parto. Hera, sin comprender nada, desató los nudos permitiendo así que Alcmena diese realmente a luz a Heracles y a Ificles, que nacieron en Tebas en el año 1.282 a.C. . Los antiguos griegos celebraban el nacimiento de Heracles en el cuarto día de cada mes griego.

Pero la categoría de semidiós sólo podía ser para uno de los dos niños, el cual fue Heracles, que recibió junto con el título el don de la fuerza, mientras que su hermano gemelo, Ificles, nació mortal. Todo el odio de Hera recayó sobre Heracles, ya que era el que había nacido antes, y por lo tanto, a él le correspondería la corona. Zeus, intentando arreglar el daño hecho por su mujer, nombró a Heracles rey de la ciudad fortaleza Tirinto, mientras que Euristeo fue nombrado gobernador de Micenas, polis mucho más importante.

Otra versión cuenta que Hera retrasó el parto haciendo que Ilitía se sentase en la mencionada posición, y que fue ésta la engañada por Galantis. Hera transformó a la criada encomadreja y la obligó a dar a luz poniendo huevos por la boca.

Unos pocos meses después del nacimiento de Heracles, Hera envió dos serpientes a matarlo mientras dormía en su cuna. El héroe estranguló una serpiente con cada mano y fue hallado por su niñera divirtiéndose con sus cuerpos exangües como si fueran unos insignificantes juguetes.

Una versión del origen de la Vía Láctea es que Zeus engañó a Hera para que amamantase a Heracles. Al descubrir quién era, lo apartó bruscamente de su pecho, proceso en el cual despidió un chorro de leche que formó la mancha que cruza el cielo y que puede verse en él desde entonces (se cuenta una historia parecida sobre Hera y Hermes, aunque en ese caso, el truco funcionó y la diosa le tomó más cariño al bebé).

Heracles creció sano y fuerte. Recibió con su hermano clases de música del maestro Lino, pero era un estudiante rebelde e indisciplinado. Lino lo regañaba constantemente, y un día Heracles se enfureció de tal manera que lo golpeó con una lira, matándolo al instante. El joven Heracles debió comparecer ante un tribunal, acusado de asesinato, pero se salió del apuro citando una sentencia de Radamantis, según la cual existía el derecho de matar al adversario en caso de legítima defensa (aunque realmente Lino no había tocado a Heracles). Fue pues, absuelto. Pero Anfitrión, inquieto, y temiendo que su hijo adoptivo fuese presa de nuevos accesos de cólera se apresuró a enviarlo al campo, y lo puso al frente de sus rebaños. Allí, según una tradición, un boyero escita llamado Téutaro continuó su educación, adiestrándolo en el arte de manejar el arco.


Heracles siguió realizando proezas tales como matar al León de Citerón, que estaba acosando y cazando los rebaños locales, y se vistió con sus pieles. Cuando regresaba de su cacería se encontró con los emisarios del rey minio Ergino de Orcómeno, que había derrotado años atrás a los tebanos y les había impuesto un pesado tributo que debían pagar cada año. Heracles los atacó, les cortó la nariz y las orejas y las ató a sus cuellos, enviándolos de regreso con el mensaje de que ése era todo el tributo que iba a recibir. El rey tebano Creonte le recompensó otorgándole la mano de su hija, la princesa Megara, con la que tuvo varios hijos. Pirra, su hermana menor, se casó con Ificles, el hermano gemelo del héroe.

sábado, 11 de julio de 2015

Eros




En la mitología griega, Eros (en griego antiguo Ἔρως) era el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad. En algunos mitos era hijo de Afrodita y Ares, pero según El banquete de Platón fue concebido por Poros(la abundancia) y Penia (la pobreza) en el cumpleaños de Afrodita. Esto explicaba los diferentes aspectos del amor.
A veces era llamado, como Dioniso, Eleuterio (Ἐλευθερεύς), ‘el libertador’. Su equivalente romano era Cupido (‘deseo’), también conocido como Amor.
De acuerdo con la tradición iniciada por Eratóstenes, Eros era principalmente el patrón del amor entre hombres, mientras Afrodita presidía sobre el amor de los hombres por las mujeres. Su estatua podía encontrarse en las palestras, uno de los principales lugares de reunión de los hombres con sus amados, y a él hacían sacrificios los espartanos antes de la batalla. Meleagro recoge este papel en un poema conservado en la Antología Palatina: «La reina Cipria, una mujer, aviva el fuego que enloquece a los hombres por las mujeres, pero el propio Eros convence la pasión de los hombres por los hombres.»
En el pensamiento griego parece haber dos aspectos en la concepción de Eros. En el primero es una deidad primordial que encarna no solo la fuerza del amor erótico sino también el impulso creativo de la siempre floreciente naturaleza, la Luz primigenia que es responsable de la creación y el orden de todas las cosas en el cosmos. En la Teogonía de Hesíodo, el más famoso de losmitos de creación griegos, Eros surgió tras el Caos primordial junto con Gea, la Tierra, y Tártaro, el Inframundo. De acuerdo con la obra de Aristófanes Las aves, Eros brotó de un huevo puesto por la Noche (Nix), quien lo había concebido con la Oscuridad (Érebo). En los misterios eleusinos era adorado como Protógono (Πρωτόγονος), el ‘primero en nacer’.
Posteriormente aparece la versión alternativa que hacía a Eros hijo de Afrodita con Ares (más comúnmente), Hermes o Hefesto, o de Porosy Penia, o a veces de Iris y Céfiro. Este Eros era un ayudante de Afrodita, que dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales. En algunas versiones tenía dos hermanos llamados Anteros, la personificación del amor correspondido, e Hímero, la del deseo sexual.
La adoración de Eros era poco común en la Grecia más antigua, pero más tarde llegaría a estar muy extendida. Fue adorado fervientemente por un culto a la fertilidad en Tespia y jugó un importante papel en los misterios eleusinos. En Atenas, compartió con Afrodita un culto muy popular y se le consagraba el cuarto día de cada mes.


Musas


Orpheus, by Anthony Gayton


En la mitología griega las musas (en griego antiguo μοσαι mousai) eran, según los escritores más antiguos, las diosas inspiradorasde la música y, según las nociones posteriores, divinidades que presidían los diferentes tipos de poesía, así como las artes y lasciencias. Originalmente fueron consideradas ninfas inspiradoras de las fuentes, cerca de las cuales eran adoradas; y llevaron nombres diferentes en distintos lugares, hasta que la adoración tracio-beocia de las nueve Musas se extendió desde Beocia al resto de las regiones de Grecia y al final quedaría generalmente establecida.
Aunque en la mitología romana terminaron siendo identificadas con las camenas, ninfas inspiradoras de las fuentes, en realidad poco tenían que ver con ellas.


The Prince's Harem

El harem del príncipe, de Anthony Gayton.

Los invito a visitar la página del fotógrafo inglés, Anthony Gayton; donde encontrarán su trabajo distribuido en tres rubros: Nudes, Stories y Editorials.

De forma particular, la fotografía que se muestra al pie de la publicación, me ha parecido de lo más sensual desde la primera vez en que la vi. Con una carga discreta de erotismo, la mezcla de colores y tonos así como la decoración contenida en la imagen, ésta alcanza un nivel de excelencia que bien vale la pena disfrutar. 

Dentro del apartado de historias, Gayton nos habla de un príncipe que habrá de descubrir el verdadero deseo de su corazón, en cumplimiento de su deber real y político.

Que lo disfruten.

* * * * * 

A long, long time ago in a distant land there lived a lonely prince. He was not unloved, and was lacking neither in desires nor conscience. He simply found himself victim of an age and situation where marriage equalled political stability, and the function of sex was less habitual recreation than regimental procreation. Trouble, one might say, was in the heir.
The King, defeated and dismayed by the Prince’s constant evasion, consulted his court magician. The wise old man cast the King a crooked glance at his request to ‘Find him a healthy girl who can breed’, but humbly admitted that, though his ways were not those of popes or politicians, it did lay within his power to discover the Prince’s one true love: ‘His Highness the Prince shall rise at dawn and let the pail three times into the courtyard well. On drawing the water the third time he shall find within a frog. Upon kissing this frog, it will transform into his Heart’s True Desire.’ Ever obedient, the Prince followed the magician’s instructions. He rose at dawn, let down the pail, and duly found his frog. With a heavy sigh he slipped her into a little cage, cleverly prepared in advance for fear of someone accidentally squashing her before the ceremony.
The wedding was swiftly organized and the Prince bore the proceedings with as much dignity as the circumstances allowed. His frog-wife was borne on a velvet cushion, lavishly attended, and if not exactly dignified, then remarkably composed for a well-dwelling amphibian. The compact yet vociferous crowd paused to hold a communal breath as the Prince lent forward, and nobly placed a kiss upon the frog’s sweating brow. The intake of breath hung suspended, as heavy as pendulous rain-clouds; an unbearable, unbreakable silence caused by the transformation of an innocent frog into a most elegant and nakedly smooth-limbed young man. The Prince, eyeing him swiftly, gave an embarrassed chuckle, and all hell broke loose.
Swearing to the truth of his methods (and fearful of losing his head) the magician begged the Prince to repeat the process. And ever-dutiful, he did. In order to avoid any further public embarrassment, the Prince was this time ordered to kiss the frog prior to the actual ceremony. To the surprise of all but two onlookers the frog transformed once more into the exact same boy. Outraged, the King naturally blamed the magician, yet demanded that the Prince should rise at dawn every day and fish for frogs until he finally hooked himself a bride.
The ‘Prince’s Harem’ had become quite a curious sight, though few were honoured with the privilege. Bathing in pools, lounging on cushions, smoking in corners, the multitude of youths who filled the luxurious, scented rooms were indistinguishable from one another down to very last mole.
The Prince was finally forced to wed the original maid of honour, as custom held. This lusty lass would dutifully sire future heirs, fathered for the most part by the music master.  The Prince was progressive, and indeed grateful, enough to acknowledge that education could quite efficiently compete with genetics in the manufacturing of kings. For all their declarations, the female populous soon transfered their attentions elsewhere, and none but a single heart was ever to suffer. Only the Prince’s groom, his faithful servant of six years standing, had noticed on that disastrous wedding day that the elegantly-limbed lad causing such an uproar was in fact an immaculately-conceived carbon copy of himself.