Imagen (se presume) de Luke Austin. Modelo Walter Savage |
Heracles, Héracles (en griego antiguo Ἡρακλῆς, Hēraklḗs, del nombre de la diosa Hēra, y kleos: ‘gloria’
es decir ‘gloria de Hera’) o Hércules era un
héroe de la mitología griega. Era considerado
hijo de Zeus y Alcmena, una reina mortal,
hijo adoptivo de Anfitrión y bisnieto de Perseo por la
línea materna. Recibió al nacer el nombre de Alceo o Alcides, en honor a su
abuelo Alceo (Ἀλκαῖος, Alkaios); si bien esta misma palabra evoca la idea de fortaleza (griego
άλκή). Fue en su edad adulta cuando recibió el nombre con que se lo conoce,
impuesto por Apolo, a través de la Pitia, para indicar su
condición de servidor de la diosa Hera. En Roma, así como en Europa Occidental, es más conocido como Hércules y algunos
emperadores romanos ―entre ellos Cómodo y Maximiano― se identificaron con su figura.
Zeus yació
con Alcmena tras
adoptar la apariencia del marido de ésta, Anfitrión de Tebas, que había dejado su hogar para ir a la
guerra contra Atenas, y el cual regresó victorioso esa misma noche, más tarde,
cuando Alcmena ya se había quedado embarazada de gemelos.
En
la noche en que estaba previsto que los gemelos nacieran, Zeus juró que el niño
miembro de la casa de Perseo (a la que pertenecería
Heracles por vía de su supuesto padre Anfitrión) que naciera aquella noche se
convertiría en un gran rey (otras versiones afirman que fue Hera la
que convenció a su marido de que lo jurara, sólo para después poderle arrebatar
el derecho a la corona a sus hijos).
Cuando
Hera se enteró del juramento, conociendo el adulterio de Zeus y odiando al
fruto de su infidelidad, quiso perjudicarlo. Corrió a la casa de Alcmena y
ralentizó el parto sentándose con las piernas cruzadas y las ropas atadas con nudos
(cuando se enteró de esto, Zeus enfureció, pero no le quedó otra que mantener
su promesa). Al mismo tiempo, hizo que Euristeo, primo de los gemelos, naciese con dos
meses de antelación, siendo él el rey. Y habría retrasado permanentemente el
nacimiento si no hubiese sido engañada por Galantis, la criada, quien le dijo que ya había
asistido a los niños en el parto. Hera, sin comprender nada, desató los nudos
permitiendo así que Alcmena diese realmente a luz a Heracles y a Ificles, que nacieron en Tebas en el año 1.282
a.C. . Los antiguos griegos celebraban el nacimiento de Heracles en el cuarto
día de cada mes griego.
Pero
la categoría de semidiós sólo podía ser para uno de los dos niños, el cual fue
Heracles, que recibió junto con el título el don de la fuerza, mientras que su
hermano gemelo, Ificles, nació mortal. Todo el odio de Hera recayó sobre
Heracles, ya que era el que había nacido antes, y por lo tanto, a él le
correspondería la corona. Zeus, intentando arreglar el daño hecho por su mujer,
nombró a Heracles rey de la ciudad fortaleza Tirinto, mientras que Euristeo fue nombrado
gobernador de Micenas, polis mucho
más importante.
Otra
versión cuenta que Hera retrasó
el parto haciendo que Ilitía se sentase en la
mencionada posición, y que fue ésta la engañada por Galantis. Hera transformó
a la criada encomadreja y
la obligó a dar a luz poniendo huevos por la boca.
Unos
pocos meses después del nacimiento de Heracles, Hera envió dos serpientes a
matarlo mientras dormía en su cuna. El héroe estranguló una serpiente con cada
mano y fue hallado por su niñera divirtiéndose con sus cuerpos exangües como si
fueran unos insignificantes juguetes.
Una
versión del origen de la Vía Láctea es
que Zeus engañó a Hera para que amamantase a Heracles. Al descubrir quién era,
lo apartó bruscamente de su pecho, proceso en el cual despidió un chorro de
leche que formó la mancha que cruza el cielo y que puede verse en él desde
entonces (se cuenta una historia parecida sobre Hera y Hermes, aunque en ese caso, el truco funcionó y
la diosa le tomó más cariño al bebé).
Heracles
creció sano y fuerte. Recibió con su hermano clases de música del maestro Lino, pero era un
estudiante rebelde e indisciplinado. Lino lo regañaba constantemente, y un día
Heracles se enfureció de tal manera que lo golpeó con una lira,
matándolo al instante. El joven Heracles debió comparecer ante un tribunal,
acusado de asesinato, pero se salió del apuro citando una sentencia de Radamantis, según la cual existía el derecho de
matar al adversario en caso de legítima defensa (aunque realmente Lino no había
tocado a Heracles). Fue pues, absuelto. Pero Anfitrión, inquieto, y temiendo
que su hijo adoptivo fuese presa de nuevos accesos de cólera se apresuró a enviarlo
al campo, y lo puso al frente de sus rebaños. Allí, según una tradición, un
boyero escita llamado Téutaro continuó su educación, adiestrándolo en el arte
de manejar el arco.
Heracles
siguió realizando proezas tales como matar al León de Citerón, que
estaba acosando y cazando los rebaños locales, y se vistió con sus pieles.
Cuando regresaba de su cacería se encontró con los emisarios del rey minio Ergino de Orcómeno, que había
derrotado años atrás a los tebanos y
les había impuesto un pesado tributo que debían pagar cada año. Heracles los
atacó, les cortó la nariz y las orejas y las ató a sus cuellos, enviándolos de
regreso con el mensaje de que ése era todo el tributo que iba a recibir. El rey
tebano Creonte le
recompensó otorgándole la mano de su hija, la princesa Megara, con la que tuvo
varios hijos. Pirra, su hermana menor, se casó con Ificles, el hermano gemelo del héroe.