Has pensado....

: : : ―Deberías ver los ojos de Axel ―contesté dándole la espalda mientras caminaba hacia la ventana que (no fue ninguna sorpresa) estaba cubierta por tablas.
«Incluso tú llorarías al ver esos ojos.» : : :

sábado, 9 de agosto de 2014

Festejo de cumpleaños

—No puedo creer que me hayas hecho venir aquí, especialmente el día de mi cumpleaños.
—Sabes que me gusta este lugar, es muy-
—Relajante y tranquilo, lo sé. Pero es mi cumpleaños; deberíamos estar embriagándonos en el Teatro.
—Anda, tan solo unos momentos y luego vamos a donde desees.
A Kurt no le apetecía mucho pasar la noche de su vigésimo aniversario rodeado de cuadros viejos, puertas aún más antiguas y pasillos con pisos de mármol; quería embriagarse con botellas de vino barato y muchos cigarrillos.
Deseaba reír con sus amigos de fiesta y quizás maravillarse con el cuerpo de algún muchacho semidesnudo, y aparentar observar a cualquier chica que estuviera en ese momento. Eso quería, fantasear con extraños en el bar y que se le soltara un poco la lengua, con la emoción de saber que podría ser descubierto.
La avenida estaba vacía y eso lo hacia todo aún más deprimente. Pero Alexey era su amigo, sabía que gustaba de esas cosas, así que podría aguantar —quizás únicamente unos cuantos minutos— un poco en aquél edificio.
Cuando entraron por la puerta trasera —una entrada que utilizaban gracias a los contactos de su amigo; un tipo muy particular que se enamoraba de la persona que estuviera frente a él, no importaba si fuera hombre o mujer; en aquellos momentos, en ese edificio, había sido una hermosa estudiante de historia medieval, que trabajaba como guía en el Castillo—, Cassandra los recibió con una enorme sonrisa, su cabellera rubia atada en forma de cola de caballo y su bolso ya al hombro.
—Por fin llegas —se dirigió a Alexey, quien se acercó a ella para besarla sutilmente en los labios.
—Disculpa, se nos hizo un poco tarde.
No había sido culpa de Alexey, Kurt quería verse lo más seductor posible. Tan solo fueron tres cambios de ropa los que probó; no había sido tanto.
—Feliz cumpleaños Kurt. Espero que te diviertas.
El brillo en los ojos de Cassandra debió de alertar a Kurt de lo que sucedería, pero no reparó en él.
Con una mueca en sus labios agradeció la felicitación y dejó que saliera al patio empedrado, en donde su fina silueta se perdió entre las sombras de enormes árboles y su caminar con las fuentes que estaban funcionando.
—Vamos amargado.
—Eres increíble, gracias por traerme a un castillo olvidado por el hombre a festejar mi cumpleaños.
—Me lo vas a agradecer.

Los pasillos oscuros se extendían delante de Kurt, algo era extraño, pero tampoco se permitió reflexionar por qué había tanta soledad dentro del lugar. Pudieron haber sido montones de cosas, pero no pensó en ello.
Antes de llegar a una de las habitaciones (a pesar de todo, Kurt ya conocía aquel lugar y sabia que la habitación que estaba a su derecha era una en donde apenas se montaba una pequeña exposición, mas no estaba concluida aún), Alexey se detuvo un momento, y guardó silencio.
—¿Qué pasa?
—Nada de reniegos, por favor.
Sin darle oportunidad a Kurt que dijera algo, colocó una capucha negra sobre su cabeza y lo comenzó a dirigir a la fuerza por el corredor más allá de la habitación en la que se detuvieron.
En el trayecto había un poco de resistencia, más por el repentino olvido del lugar, sus escaleras, esquinas y puertas, que por un enojo con su amigo; así era Alexey, siempre en bromas.
De pronto las manos de Alexey desaparecieron y también su respiración, junto con la energía que irradiaba su cuerpo pegado al de Kurt. Estaba solo.
—¿Alexey? ¿Hola?
Su instinto fue llevar sus manos a la cabeza para quitarse la capucha, otras manos se lo impidieron.
—¿Alexey? ¿Qué pasa?
De pronto Kurt se sintió rodeado. Identificaba a una persona a cada lado suyo y una más detrás, quien lo sostenía con fuerza.
—Feliz cumpleaños
La voz le resultaba familiar, pero el miedo que crecía en él no le permitía ubicar de quién se trataba.
De nuevo se sintió un poco libre, dejó de sentir los cuerpos a su alrededor y pudo al fin descubrirse la cabeza.
El cuarto estaba oscuro, no podía enfocar bien y tan solo discernía tres figuras delante de él.
—Nada de reniegos —dijo Alexey, quien estaba detrás de Kurt con otra persona—, feliz cumpleaños.
Unas tenues luces rosas se encendieron en la habitación para revelar a cinco muchachos completamente desnudos y con elegantes máscaras venecianas en sus rostros.

Un festejo que jamás olvidaría, eso era seguro; con una fotografía grupal que los seis chicos tomaron, para asegurarse que jamás olvidara.

No hay comentarios: