Siempre escribo en cafés, o con café, como sea; hoy siento una deliciosa añoranza dentro de mi ser. Abrí la computadora (el lugar está cálido y el mundo frío, mi bebida tan caliente que la tengo que tomar con cuidado, unas deliciosas notas llegan a mis oídos a través de los pequeños audífonos negros) y comencé a leer, con toda la intención -lo aseguro- de trabajar un rato en mi trabajo de investigación.
De pronto me inundé de poesía y narrativa, cosa que me hizo llegar hasta este lugar y escribir un poco (aunque sea) para sentirme mejor (digo sentirme mejor pues me inundó un sentimiento cálido, agradable al inicio, pero que después se convirtió en una urgencia por pasar mis pensamientos al papel, a la pantalla, a donde sea), desahogarme y quedarme con una sonrisa de satisfacción en mi rostro. Mágico. Maravilloso.
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