invisibles, cubiertas por mantos nebulosos;
imperceptibles ahora a mi vista desnuda;
luces nocturnas, a quienes millones y millones de voces hablan e imploran,
Luces.
Blancas, amarillas, azules, verdes o rojas, esparcidas... lejanas.
Luces eternas, escuchen mis plegarias, que encuentre calma entre el caos de la mente turbada; que encuentre calma entre mis arranques de ideas maniáticas...
Luces, que encuentre calma.
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