En
muchas ocasiones me he pronunciado a favor de las libertades intrínsecas al ser
humano. A favor de los derechos fundamentales de la persona humana y en pro de
una sociedad libre de discriminación por cualquier motivo —preferencias de tipo
religioso, sexual, político, etcétera—.
Que
la lucha es ardua, de eso no me queda duda alguna.
El
camino es largo, de acuerdo totalmente.
Sin
embargo, me gustaría reflexionar sobre una cuestión que se presentó hace unos días
cuando arribé a la escuela donde trabajo. Aunque, previo a explicar la situación
que llamó poderosamente mi atención, hago una pregunta que me gustaría todos
tuviéramos en mente para así comprender el impacto que significó este hecho
para mí:
¿Qué
tan arraigada tenemos la costumbre de inmediatamente enfocarnos en las muestras
de afecto entre dos hombres?
Previo
a abordar este tema, hago aclaraciones de la pregunta anterior.
En
primer lugar, me refiero a las palabras muestras
de afecto, y no alguna otra de diversa índole. Pues no hago referencia a
concretamente muestras de amor erótico, sino una simple muestra de cariño como
lo es un abrazo.
Asimismo,
aclaro que estas muestras de afecto se despliegan entre dos hombres; pues,
definitivamente, dentro de nuestra sociedad —hasta cierto punto— es más común,
y por lo tanto aceptable, observar a dos mujeres abrazarse, saludarse con un
beso e incluso caminar tomadas de la mano en la calle (utilizo como ejemplo un
par de niñas que salgan de la secundaria donde estudian tomadas de las manos, no
causarán tanto alboroto como el hecho de que dos niños de la misma escuela
realicen esa misma conducta).
Hechas
estas aclaraciones, retomo la pregunta inicial y la situación que originó todo
este escrito y la actividad de reflexión me obligó a realizar.
¿Qué tan arraigada tenemos
la costumbre de enfocarnos en las muestras de afecto entre dos hombres?
Es
momento de que establezca la cuestión que levantó la inquietud y el deseo de
redactar este pequeño escrito.
Decía
que al momento en que llegué a la preparatoria para la cual trabajo, al caminar
de la entrada principal hacia las escaleras para subir a las oficinas
administrativas.
Naturalmente
percibía lo que sucedía a mi alrededor, sin embargo no reparaba en los detalles
y solamente aceptaba las imágenes y sonidos como todos lo hacemos. Sabía que
había alumnos a mi alrededor, personal administrativo y demás no porque los
observara atentamente sino porque el sentido de la vista los captó, nada más.
A
pesar de esto, un grupo de alumnos sí llamó mi atención.
Se
encontraban dos mujeres y dos hombres juntos tomándose fotografías. Esto me
pareció de lo más normal y común, nada extraordinario.
Sin
embargo, no fue la sesión de fotografía improvisada lo que llamó mi atención,
sino que de pronto las dos muchachas se colocan frente a los jóvenes y les
toman a ellos una foto. Para la siguiente, a sugerencia de una de las mujeres,
ellos se abrazan más fuertemente e incluso uno de ellos recarga su cabeza sobre
el hombro de su compañero. Después de estas dos fotos iniciales, para la tercera
toma, los muchachos voltean a verse y colocan sus labios prácticamente juntos.
Hasta
ese momento observé la escena mientras caminaba, por lo que —como dije— no puse
atención en cuanto a los detalles, sin embargo esta posición final de los
jóvenes entonces llamó plenamente mi atención y fue cuando me enfoqué en el
grupo de manera directa.
Debo
admitir, con cierta vergüenza, que la idea de llamarles la atención pasó por mi
mente, pensé en regresar y hacerles algún comentario al respecto de su
conducta. Sin embargo, así como de forma instantánea me planteé el ir a
reprimirlos, también instantáneamente me pregunté: ¿por qué lo vas a hacer?
Y
mi respuesta, a manera de una auto-represión, fue que no tenía respuesta a esa
pregunta. Es decir, no sabía por qué aplicaría
un regaño al grupo de alumnos.
Ciertamente
el acto que los jóvenes hacían en ese momento no tenía algo de malo. Pero me
apena decirlo reaccioné de una forma automática, guiado por los prejuicios y
construcciones ideológicas-sociales que en muchas ocasiones gobiernan el actuar
de las personas.
Ahora,
al redactar estas líneas, me imagino que el haber llegado con los jóvenes y de
haberlos reprimido como si estuvieran desplegando alguna conducta inmoral o
prohibida por los reglamentos internos de la institución, contrario a las
primeras intenciones, habría resultado completamente innecesario.
Esa
“reacción” —que afortunadamente no se llegó a exteriorizar—, como docente que
intenta imponer el orden en donde realmente no había desorden, me llevó a
pensar profundamente sobre este hecho y a reflexionar en lo que escribo en este
momento.
¿Qué
tan acostumbrados estamos a censurar las muestras de afecto, cariño y amor,
incluso nosotros que nos declaramos abiertamente homosexuales?
Me
avergoncé, realmente debo decirlo, por el hecho de que siempre mis comentarios
se dirigen a pedir y otorgar la libertad personal como un derecho fundamental,
inherente al ser humano, y aun así reaccionar ante los estúpidos paradigmas que
las sociedades enclaustradas en sus propios pensamientos arcaicos imponen.
Resulta
interesante, preguntarnos cómo un acto tan simple e insignificante —tan
intrascendente para el desenvolvimiento social— como lo es un simple abrazo
entre dos hombres, compañeros de escuela, la pretensión de un beso y una
fotografía, me lleva a analizar mi propia reacción —que desafortunadamente se
repite en muchas otras personas—.
No
quisiera alzar como ejemplo, sino que hago un atento llamado a que cada uno de
nosotros , en primer lugar, evaluemos nuestras acciones y reacciones.
Analicemos
qué fue lo que originó esa reacción de
nuestra parte y no otra diversa, preguntémonos ¿por qué hice esto, o aquello?
Incluso
pienso en que probablemente los dos jóvenes bromeaban en cuanto a esa conducta
en específico, que se hizo en un momento de juego y diversión con sus amigos; pero
en mi persona desencadenó una serie de reflexiones que ahora comparto con
ustedes.
Lo
que me lleva a concluir con otra reflexión: si esa fue mi reacción ante tal hecho ¿cómo sería la de una persona que
no acepta abiertamente este tipo de relaciones?
Me
interesaría saber sus opiniones al respecto de estos temas.
Saludos
a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario