Me observó profundamente, como si quisiera ver mi alma.
Algo había en sus ojos, algo que me llamaba a tomarlo, correr y besarlo hasta perder la conciencia. Algo tenía que no me permitía zafarme de su mirada escrupulosa. Las llamas del deseo ascendieron desde su interior y se asomaron por sus ojos. El agua le caía encima, pero parecía complacido de este hecho, como diciéndome veme, obsérvame, tómame.
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