Como anticipé en la entrada anterior, hace ya algunas semanas comencé un cambio en mi vida. Comencé con una ligera curiosidad en cuanto a las cuestiones filosóficas, místicas y religiosas que abraza el budismo, y después pasé a convertirme en un novato en estas cuestiones. Un nuevo seguidor de "El Iluminado".
Lo que me convenció para practicar, o abrazar (más propiamente dicho), los principios filosóficos y de perspectiva del budismo, fue la simpleza y sencillez de sus preceptos. Aunque, a pesar de lo anterior, no por eso son irrelevantes o "fáciles" de aplicar en nuestro diario existir. He encontrado verdaderos retos desde que comencé con estas nuevas prácticas orientales, principalmente en entender que la naturaleza del ser humano se centra en la ayuda mutua. El apoyo a los demás, extender una mano a nuestros hermanos universales resulta un gesto de lo más simple... pero es, a mi parecer, el más difícil de realizar con éxito.
Esto, principalmente se debe a que creemos que es un gesto sumamente simple, y eso nos lleva a pensar que "podemos hacerlo al rato" o "cuando yo lo decida", pero la verdad es que resulta un acto tan complejo que no se puede hacer "en cualquier momento" o "más tarde". Me parece que precisamente eso, la sencillez que disfraza los actos de bondad y ayuda al prójimo, es lo que encierra su muy compleja naturaleza.
Comencé con la curiosidad, como dije, de conocer los principios del budismo, y mientras más me fui adentrando en ellos, comprendí que en realidad sí pregona fundamentos sencillos, relativamente sencillos, pero que son sumamente importantes para nuestra vida.
Además de las cuestiones "técnicas", por decirlo de alguna manera, como las Cuatro Nobles Verdades, o el Buen Camino Óctuple, el budismo nos enseña que debemos eliminar a nuestro cuerpo (entiéndase éste como cuerpo físico, mente y espíritu) de todo sufrimiento. En sí, el budismo (según lo he comprendido, aunque puede que esté equivocado y sea verdaderamente mucho, mucho más que eso) nos dice que debemos ser felices, buscar y encontrar un equilibrio en nuestro cuerpo y así librarnos de todo sufrimiento. Como todas las religioes nos llama a ser felices, pero (y fue principalmente lo que llamó mi atención y terminó convenciendome de practicar esta milenaria religión) sin necesidad de seguir a una divinidad, sin necesidad de presentar ofrendas o realizar sacrificios para obtener una bendición o un estado de pureza espiritual. No nos exigue que hagamos cuestiones que nos causen dolor, sufrimiento o pena, por "la gloria y bendición de Zeus, Odín, o cualquier otra divinidad". No nos pide una ofrenda, como se hacía desde las civilizaciones prehispánicas en nuestro país; sino que simplemente nos ayuda a comprender que debemos alcanzar y mantener un equilibrio en nuestros deseos, que alcanzar la felicidad no tiene que ser a través de sacrificios dolorosos (como morir en una cruz), sino que la podemos obtener con el simple hecho de encontrar un equilibrio en el que nuestro cuerpo, nuestro espíritu y nuestra mente estén en comunión como una entidad.
Así fue entonces que comencé a recorrer los caminos de Buda, para darme cuenta que la vida es sufrimiento, para comprender que la fuente del sufrimiento es la sed o el deseo, para convencerme de que para acabar con el sufrimiento, es necesario terminar con lo que ocasiona mi deseo o mi sed, y, finalmente, para saber que para acabar con ese sufrimiento es necesario seguir el Buen Camino Óctuple. (Las Cuatro Nobles Verdades).
Y es así, con estas nuevas convicciones y perspectiva de la vida, que me propongo caminar todos los días con una sonrisa en mi rostro, y recordar, inspirado en la hermosa flor de loto, que la belleza crece incluso en los lugares más terribles y turbulentos del mundo, de nuestro país, nuestra casa o nuestro cuerpo.
Saludos a todos,
Encontremos la paz en nuestros corazones, así podremos contagiar a los demás de una felicidad que no terminará. Que la vida les sonría...
El loto simboliza la pureza del corazón y la mente, representa una larga vida, la humildad, el honor y la paz. |
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