No alcanza el tiempo.
Pero el reloj, suspendido en la pared, simplemente les replica, con cada uno de los pasos que da a lo largo de un día (tan solo para comenzar de nuevo al día siguiente), si yo no soy más que un reloj, no corro ni voy despacio, avanzo a mi ritmo, que es tu ritmo, y lo mismo hago hoy, como lo hice ayer y lo haré mañana.
No alcanza el tiempo.
¡Basta! No más segundos; ya es suficiente de tantos tic-tac.
El reloj observa a los indecisos y temerosos, y parece que se burla de ellos (tic) cuando pretenden ajustar su actuar al paso ineludible (tac) de los segundos, acumulados en minutos y éstos en horas; desean avanzar, hacer, decir... (tic-tac) pero el reloj, suspendido en la pared, se burla de su desesperación, de forma paciente, tranquila y pasada, en pequeños y deliciosos tic-tac...
Su broma persiste, se prolonga en el tiempo, su tiempo; mientras todos lo observan con derrota en sus rostros, porque no hay tiempo.
Pero si solo soy un reloj...
2 comentarios:
Fascinante, has descrito a la perfección lo que se vive en tosas y cada una de las oficinas y plantas laborales, el inagotable tic-tac que nos mueve día tras día en una sucesión de años que cuando nos percatamos somos mas viejos pero quizás no mas sabios... chale!!
Saludos amigo, le he robado unos minutos al reloj para poder visitarte :)
Marquesa, que bueno que pudiste robarle un pequeño tic-tac al reloj para visitar y comentar el blog (el bastardo tiene muchos y a veces no los comparte).
Eso que comentas de que se acumulan en nosotros los años, y no necesariamente nos hacemos más sabios, fue algo que publiqué en twitter hace poco. Llegamos al punto en el que "más viejo" no significa "más sabio".
Me dio gusto saludarte, nos vemos pronto.
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