Con todo amor y cariño… para ti.
El chico estaba feliz, no lo podía negar ―ni disimular, aunque realmente no tenía caso hacerlo―; había pasado mucho tiempo desde la última vez que visitó ese lugar y había visto a sus familiares. En verdad era agradable alejarse del ajetreo diario, levantarse tarde fue una verdadera delicia, no tener que preocuparse por los pendientes que tenía que realizar, no tener que pensar en lo que le esperaba al día siguiente en su trabajo. En verdad era un tiempo de descanso y distracción bien merecido.
Sin embargo, no todo en esta vida es solamente felicidad, ¿cierto?; efectivamente, el chico estaba feliz, pero extrañaba profundamente al amor de su vida. Extrañaba su sonrisa, su voz, su conversación que podía extenderse por horas y horas y horas, o el silencio que de pronto crecía entre ellos dos dándoles tiempo para poder pensar y plantearse fantasías y deseos por cumplir.
Algo sucedió ese día en especial, algo que hizo se sintiera un tanto intranquilo y con deseos de tomarlo entre sus manos y con sus brazos. Caminaba por la engentada playa cuando, de pronto al girar la vista, se enfocó en una pareja de chicos que estaba sentada viendo el atardecer que por las nubes del frío día, no llegaría a observarse.
Los chicos estaban sonriendo, se reían y platicaban entre ellos sin percatarse de todo lo que sucedía a su alrededor: niños gritando, padres gritando, salvavidas pidiéndole a los surfistas se reubicaran más al norte de la bandera roja, a gritos; para ellos el mundo se limitaba a la voz de uno y la sonrisa del otro.
Entonces pensé en lo afortunados que eran en ese momento. No hacía falta verlos tomarse de las manos a escondidas, no hacía falta que se dieran un pequeño beso robado, para nada… no les hacía falta nada de eso. Solo bastaba con verlos sonreír y sentarse tan juntos (dejando todo un gran espacio vacío a sus lados), para entender que se amaban y que compartían la felicidad, la tranquilidad y el eterno amor, solo entre ellos dos.
Fue entonces cuando el chico sintió el frío peso de la nostalgia caer sobre él, tal y como el viendo del Pacífico acariciaba su rostro, sus brazos desnudos y sus piernas. Extrañó a su novio, extrañó estar en el parque, caminando con su perro al lado, contándose todo lo que habían hecho ese día.
Aunque por otro lado se sintió feliz, por también él tener a alguien con quien compartir este tipo de situaciones, probablemente no podrían decidir un día ―después de que él pasara por su novio a su casa― ir a la playa para platicar, probablemente después ir por una taza de café, caminar un rato por los muelles, y otras cosas; pero tenían muchas otras cosas que ambos disfrutaban y que querían hacer juntos. De hecho tenían ya una rutina de ciertas cosas que solo podían hacer ellos. Y nadie más.
El chico entonces sonrió y pensó por enésima vez en él. El chico que lo hacía sonreír, como los dos muchachos lo hacían en la playa, el chico que lo hacía emocionarse y ser totalmente feliz. Aunque lo extrañaba enormemente, su decisión fue clara… algún día, también ellos, estarían sentados en la playa con el viento en sus caras, viendo el océano frente a ellos, esperando por ese atardecer.
3 comentarios:
Amor, tus palabras siempre tan bellas. Escritas o dichas, siempre son un placer contar con ellas.
Y tal vez la distancia este entre nosotros en este momento, pero sabes que mi corazon estara contigo siempre.
Un beso al Enano mas hermoso.
Un beso al flaco más hermoso!!!!
TE AMO THAD.
(ya no has publicado nada en el blog?)
ya vete a dormir, ya es tarde
Jaja, de hecho es tarde. Pero tengo que aprovechar que estas conectado, te extraño.
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